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Parábolas

Explicación de la parábola de la cizaña
Mateo 13, 36-43. Tiempo Ordinario. Aprendamos a ofrecerle con amor todo lo bueno, pero también lo incómodo que nos ocurre en la vida.


Por: José Fernández de Mesa | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: Acláranos la parábola de la cizaña en el campo. Él les contestó: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

Oración introductoria
Señor, ayúdame a oír y a creer en tu Palabra, para que esta oración sea el inicio de mi transformación, de modo que Tú seas el principio y el fin de todas las actividades de este día.

Petición
Padre Santo, permite que sea un instrumento fiel y eficaz de tu Evangelio.

Meditación del Papa
Lo dirige no sólo a sus discípulos, sino a todos: "¡Velad!". Es una llamada saludable a recordar que la vida no tiene sólo la dimensión terrena, sino que es proyectada hacia un "más allá", como una plantita que germina de la tierra y se abre hacia el cielo. Una plantita pensante, el hombre, dotada de libertad y responsabilidad, por lo que cada uno de nosotros será llamado a rendir cuentas de cómo ha vivido, de cómo ha usado las propias capacidades: si las ha conservado para sí o las ha hecho fructificar también para el bien de los hermanos. [...] Parece reflejar ciertos panoramas del mundo postmoderno: las ciudades donde la vida se hace anónima y horizontal, donde Dios parece ausente y el hombre el único amo, como si fuera él el artífice y el director de todo: construcciones, trabajo, economía, transportes, ciencias, técnica, todo parece depender sólo del hombre. Y a veces, en este mundo que parece casi perfecto, suceden cosas chocantes, o en la naturaleza, o en la sociedad, por las que pensamos que Dios pareciera haberse retirado, que nos hubiera, por así decir, abandonado a nosotros mismos. En realidad, el verdadero "dueño" del mundo no es el hombre, sino Dios. Benedicto XVI, 27 de noviembre de 2011.

Reflexión
Las realidades sobrenaturales del cielo y el infierno no han sido presentadas para asustarnos o desanimarnos frente al pecado. "Quien tiene oídos entienda": Dios quiere hacer entender que cada instante de la vida es bueno para hacer nuestra elección. Sabemos que si permanecemos con Cristo Renacido la victoria está segura, pero no tenemos que olvidar que el enemigo trabaja continuamente para impedirnos volver a abrazar al Padre bueno. Dios es misericordioso, pero nos está invitando a levantarnos, a retornar a la casa del Padre y pedir su perdón por nuestros pecados.

Luego tendremos que afrontar las otras provocaciones y lisonjas que el enemigo se inventará, pero justo entonces tendremos que recordar y remachar nuestra elección: ser fieles, siempre cercanos al Dios.

La lucha para extirpar la cizaña del enemigo, y para impedirle seguir sembrándola en nuestro corazón tiene que ser tercamente constante, cotidiana. Es una empresa imposible por nuestras solas fuerzas. Nuestra victoria está con él; la ruina si quedamos solos, lejos de él. No nos perdamos en atrevidas abstracciones sobre las realidades sobrenaturales. Limitémonos a afrontar los pequeños y grandes desafíos que cada día lleva consigo, lo que Dios nos propone. Aprendamos a ofrecerle con amor todo lo que de bonito, pero también de incómodo, nos ocurre en la vida, y vendrá él a ayudarnos a llevar nuestra cruz: lo ha prometido, y Dios sí sabe ser fiel.

Propósito
Renunciar a algo bueno que me gusta, pero que no necesito, para crecer en el amor a Dios.

Diálogo con Cristo
Señor, creo que Tú siempre estás al pendiente de mi vida y que el mal no tendrá el triunfo final. Renuevo mi confianza en que, con tu gracia y misericordia, podré conquistar la santidad. Cuando sienta el poder del mal en mi corazón, ayúdame a recordar que esta vida es corta y que todo mi esfuerzo es precioso ante tus ojos. Sostenme permitiendo que siempre recuerde la felicidad que estás preparando para mí.





 



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