Milagros de Jesús
Curación del paralítico
Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8
Subiendo a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡ Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados». Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está blasfemando». Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice entonces al paralítico : "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa"». Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.
Oración introductoria
Jesús, me acerco a Ti, en este rato de oración, como el paralitico del Evangelio que fue llevado a tu presencia. Soy como un inválido, sin tu gracia estoy imposibilitado para realizar cualquier obra buena. Rompe, Señor, con todas mis parálisis, hazme ponerme en marcha para predicar la Buena Nueva de tu amor.
Petición
Señor, estoy dispuesto a dejarme sanar por Ti, creo que tienes el poder para cambiarme por dentro, cúrame Jesús.
Meditación del Papa
El sacramento de la penitencia ha sido, a menudo, el centro de reflexión de los pastores de la Iglesia, por su gran importancia en el camino de la vida cristiana, ya que "toda la fuerza de la Penitencia consiste en que nos restituye a la gracia de Dios y nos une a Él con profunda amistad". La Iglesia, continuando el anuncio de perdón y reconciliación, proclamado por Jesús, no cesa de invitar a toda la humanidad a convertirse y a creer en el Evangelio. Así lo dice el apóstol Pablo: "Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo, os pedimos que os reconciliéis con Dios". Jesús, con su vida anuncia y hace presente la misericordia del Padre. Él no ha venido para condenar, sino para perdonar y salvar, para dar esperanza incluso en la oscuridad más profunda del sufrimiento y del pecado, para dar la vida eterna; así, en el sacramento de la penitencia, en la "medicina de la confesión", la experiencia del pecado no degenera en desesperación, sino que encuentra el amor que perdona y transforma. Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada mundial del enfermo, 11 de febrero de 2012.
Reflexión
Hoy se repite millones de veces lo que nos presenta este evangelio: Cristo susurra, a quien tiene fe, su palabra de perdón. Tus pecados te son perdonados: Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
¿Y qué se necesita para conseguir el perdón de Dios? Acudir a Cristo. No tener miedo: donde hay un sacerdote que vive en la fe de la Iglesia, allí está Cristo. Sólo Dios puede perdonar los pecados. Y Dios ha querido que los apóstoles y sus sucesores recibiesen este poder de su misericordia. Hoy, como ayer, repiten el gran milagro de Cristo: el perdón.
Ante la grandeza del amor de Dios, me toca abrir el corazón y confiar: si Dios puede hacer que un paralítico ande, también puede perdonarme, incluso aquellas culpas que me pesan y me roen en lo más profundo de mi corazón. En esto conoceremos que somos de la verdad, y tranquilizaremos nuestra conciencia ante Él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Propósito
Incluir en mi agenda de actividades del mes mi próxima confesión.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, el paralitico, y quienes lo llevaban, buscan el alivio físico, no el espiritual, que primero les ofreces, por ser lo que realmente importa. Frecuentemente mi oración se centra en pedirte bienes o soluciones a problemas que nada tienen que ver con mi bien espiritual, personal o de mi familia. Sólo contigo puedo levantarme para ver lo que realmente importa en esta vida, sólo con tu gracia y misericordia puedo liberarme del pecado, ayúdame a vivir la abnegación y a ver en cada dificultad una oportunidad para santificarme.
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