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Devocionario. Oración de abandono

19. La presencia de Cristo aparta la presencia de Satanás
Satanás puede transformarse en ángel de luz y presentarse como un bien que existe en ti como el único fin de tu existencia.


Por: Jean Lafrance | Fuente: Catholic.net




No crees en la acción de Satán; no es extraño, pues estás muy lejos de Dios. Cuanto más te acerques a él, tanto más descubrirás el misterio de iniquidad

¿Quién se atreve hoy en día a hablar de Satanás sin que le tachen de desfasado y retrasado? Y sin embargo, ¿cómo podemos explicarnos sin él los abismos en los que tú has visto hundirse, no hace mucho tiempo todavía, a grandes sectores de la vieja Europa? No es preciso remontarse tan lejos para descubrir hoy esta realidad de la opresión, de la tortura o de la crueldad que algunos hombres practican aún en nombre del orden establecido. Se podría escribir todavía hoy lo que un sacerdote evadido de los campos de concentración de Hitler escribía hace menos de treinta años: "Vuelvo del infierno".

Y no se trata tan sólo de esta violencia física, se dan también todas las consecuencias de la sociedad de consumo. ¿Cómo explicarse la bajeza de ciertos libros y de ciertos espectáculos, sin esta voluntad decidida de envilecimiento? Un eminente critico de cine, Enrique Agel, ha hablado recientemente de un "universo de disolución". Y se podría también alargar la lista preguntándose qué técnicas refinadas o qué publicidad va a inventar todavía el hombre para hundir el mundo en las tinieblas.

Algunos días, necesitaríamos leer a Bernanos que hacía decir a uno de los sacerdotes de Bajo el sol de Satán : "Hijo mío, el mal lo mismo que el bien es amado por si mismo, y por sí mismo servido". Si, hay en el mundo un misterio de iniquidad y el mismo Jesús te ha revelado su autor "inventor mali: el inventor del mal", Satán. Se ha hablado de tal manera de él en una imaginería simplista que ya no se cree en su realidad.

Y sin embargo, está ahí agazapado en la sombra. Su suprema astucia, su suprema mentira -pues es el "padre de la mentira" (Jn 8, 44)- es persuadirte de que no existe. Es el adversario al acecho de tus apetencias, el maligno que repite sin cansarse la misma canción engañosa y mentirosa que ha tarareado a los primeros hombres.

Como en los personajes de Bernanos, la presencia de Satán no puede descubrirse en una persona si ésta no está en presencia del misterio de la gracia. En el Evangelio, los posesos no pueden soportar la presencia del Hijo de Dios; se da una incompatibilidad radical entre Jesús y Satán. Lo mismo ocurre cuando se encuentra un ser enteramente rodeado por la verdad, el amor y la pureza: no puede soportar su presencia, y si pudiese, le mataría para evitar este enfrentamiento.

Sábete muy bien esto: cuanto más invadido estés por la presencia del Dios tres veces santo, tanto más experimentarás esta presencia del pecado y del mal en ti y en el mundo. No se trata, ciertamente, de fenómenos extraordinarios sino de una percepción acrecentada del misterio de iniquidad. Por donde pasa un verdadero hombre de Dios, suscita a la vez que la gracia un desencadenamiento de las fuerzas del mal.

La presencia de Cristo aparta la presencia de Satán pues son totalmente opuestos y comprenderás por qué Jesús llama a Satanás mentiroso y padre de la mentira. Jesús no vive para sí mismo, vive para el Padre y cumple su voluntad (Jn 8, 42). Su centro de gravedad es el Padre, y por eso es la Verdad pues vive de acuerdo con el Padre.
Al contrario, el diablo y los hijos de las tinieblas no quieren reconocer su dependencia de Dios. Se cierran sobre sí mismos, y sobre los dones recibidos, para hacer de sí mismos su propio centro. Por eso no hay verdad en ellos puesto que no se da referencia y dependencia del Padre. En la práctica Satán niega a Dios y a los demás y si pudiera los mataría; por eso Jesús le acusa de homicidio: "Este fue homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira". (Jn 8, 44).

Ahora comprendes por qué Satanás libra una lucha sin cuartel contra Cristo y contra los hijos de la luz. Jesús es totalmente "eucaristía", pues se ha entregado al Padre. Satanás es "ausencia de eucaristía" porque está cerrado sobre si mismo.

Así descubres la señal de la presencia de Satán en el mundo, es decir lo que caracteriza el pecado: no es ni la debilidad, ni la ignorancia, sino la actitud por la cual se cierra uno a Dios para realizarse por si mismo. Cluzot escribía antes de su conversión: "Creo que el verdadero pecado que he cometido, cuando tenía quince o dieciséis años, es el querer ser yo mismo por mí mismo". Satanás puede transformarse en ángel de luz y presentarse como un bien que existe en ti como el único fin de tu existencia. Así obró con Jesús en la tentación del desierto. Por el contrario, la oración te abre cada vez más al amor y te enfrenta así al misterio de iniquidad.



 



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