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Devocionario. Oración de abandono

La oración de abandono
La oración se parece a la amistad, primero se comunican muchos pensamientos y sentimientos y, poco a poco, las palabras disminuyen para mantenerse en un profundo silencio ante el otro.


Por: Jean Lafrance | Fuente: Catholic.net



 

El progreso en la oración es el de un continuo empobrecimiento. Mientras que en los demás órdenes el progreso se da en la adquisición de nuevos conocimientos, en la oración todo termina por reducirse a una sola intuición o a algunas palabras repetidas indefinidamente. Por ejemplo, el puro sentimiento e la presencia de Dios te mantiene en silencio a lo largo de toda tu oración, o murmuras durante horas una sola invocación como la oración de Jesús.

La experiencia de la oración se parece a la de la amistad. En los comienzos, sientes la necesidad de comunicar a tu amigo muchos pensamientos y sentimientos y, poco a poco, las palabras disminuyen para mantenerte en un profundo silencio ante el otro. Lo mismo sucede en la oración;: a medida que avanzas, el silencio va adquiriendo más tiempo e importancia que las palabras. Todo tiene lugar en un más allá de las palabras y te basta una breve palabra de la Escritura para alimentar toda tu oración.

ORACION DE ABANDONO

Padre, en tus manos me pongo,
haz de mi lo que quieras.
Por todo lo que hagas de mi, te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal de que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi alma entre Tus manos, te la doy, Dios mío,
con todo el ardor de mi corazón porque te amo,
y es para mi necesidad de amor el darme,
el entregarme entre tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.

 



Tomad, Señor y recibid

Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad, mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
 
Vos me lo disteis,
a Vos, Señor, lo torno.
Todo es vuestro.
Disponed a toda vuestra voluntad,
dadme vuestro y gracia,
que ésta me basta.

Otra versión se dirige a nuestro Señor hablándole de Tú en lugar de Usted:

Toma, Señor, y recibe
toda mi libertad, mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
 
Tú me lo diste,
a ti, Señor, lo torno.
Todo es tuyo.
Dispón de todo según tu voluntad.
Dame tu amor y tu gracia,
que ésta me basta.
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San Ignacio de Loyola. Ejercicios Espirituales 234. Su festividad se celebra el 31 de julio.
 
 

 

 



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