Menu



Devocionario. Oración de abandono

11. Tú estás con Dios
En la actitud del que está delante, que es escuchado y tomado en consideración.


Por: Jean Lafrance | Fuente: Catholic.net



En esta actitud del que está delante, que es escuchado y tomado en consideración, se da el principio de una convivencia. Este es el segundo aspecto del diálogo y el segundo movimiento: la voluntad de estar con este Dios ante el cual estás en pie. Estás con él, quieres servirle. Esto es verdad hasta el punto de que la Biblia de Jerusalén, hablando de Elías, ha traducido de una manera diferente el término "estar ante". En vez de decir “…el Dios vivo ante el cual estoy", ha traducido: "el Dios vivo al que sirvo". Profundiza sobre la dimensión y la fuerza de esta palabra "con" que no significa tan sólo una proximidad o un trato sino una amistad fuerte.

Estar con Dios significa tres cosas:

-Estás de acuerdo con Él. "El que no está conmigo está contra mi", dice Cristo. Esto plantea la cuestión de la aceptación actual de la voluntad de Dios sobre tu vida, tu manera de pensar o de obrar: ¿Estás contento con la vida por la que Dios te lleva hoy? Cuidado con no hacer un doble juego desmintiendo con tu vida lo que proclaman tus labios: "Cerca estás tú de sus bocas, pero lejos de sus corazones. En cambio a mi ya me conoces, Yavé; me has visto y has comprobado que mi corazón está contigo." (Jr 12, 2-3). Conclusión para ti: yo hago tu voluntad, quiero hacer tu voluntad.

-Estás unido a Él. Es el lenguaje del amor. Tu corazón de hombre necesita apasionarse por el amor de Cristo: "Estando contigo no hallo gusto ya en la tierra. Mi carne y mi corazón se consumen. ¡Roca de mi corazón, mi porción, Dios por siempre!" (Sal 73, 25-26). Más profundamente, deseas no separarte nunca de Jesús y aspiras a estar con él cara a cara por siempre: "Deseo morir para estar contigo... estaremos con él para siempre" (san Pablo). Tu oración no puede carecer de este amor gustado y experimentado para con Dios. Es el premio de una oración cordial y afectiva. Segunda conclusión: te amo, quiero amarte.

- Tú trabajas con Él. Lee el texto de Marcos (3, 14) y comprenderás lo mucho que insiste Cristo en que sus apóstoles sean sus amigos y compañeros: "Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar." Esta amistad para con Jesús no es un sentimiento vago que nacería de tu pobre corazón, es una amistad que viene del mismo Jesús. Es el mismo amor con el que Cristo ama al Padre y a los hombres el que derrama en tu corazón. Lo ha declarado él mismo unas horas antes de morir: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer." (Jn 15, 14-15).

Un apóstol, es el hombre de la amistad con Dios, que está vuelto hacia él y le encuentra en todas sus presencias. Vuelve a leer el diálogo del principito y el zorro y mira si sabes pasar el tiempo de la oración dejándote "amansar" por Cristo. En este tiempo perdido gratuitamente por él es cuando te hace compartir los secretos del Padre. Déjale que te repita esas palabras: "Ya no eres mi siervo, eres mi amigo." Y sabes muy bien que, para Jesús, la amistad no es una palabra yana. El mismo ha dicho que dará su vida por sus amigos. Abre todo lo posible tus manos para acoger esta amistad de Cristo.

De aquí brota una tercera conclusión: tú trabajas con Cristo, quieres trabajar con él. En la oración desarrolla esta actitud del diálogo con él. Llámale con una unión de voluntad, de amistad y de trabajo.
"Mas para mi, mi bien es estar junto a Dios." (Sal 73, 28). El Espíritu Santo te dará esta conciencia y esta voluntad de estar unido a la persona de Jesús y a su obra.



Artículo patrocinado.

Gracias a nuestros bienhechores y su generosa ayuda, hacemos posible la publicación de este artículo.

¡Dona Aquí!






Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |