Dirección: Rob Zombie. Guión: El mismo. Fotografía: Alex Poppas. Música: S. Whitman, Ramones. Intérpretes: Sid Haig, Bill Moseley, Sheri Moon, Karen Black, Chris Hardwick y Erin Daniels.
Si el cine de terror es muy gratificante para los espectadores de emociones fuertes e intensas, el cine de horror acentúa todavía más la crispación emotiva en ellos.
El propio realizador, que debuta en el largometraje, ha escrito el guión. Versa ante todo y sobre todo acerca de una familia que se ve encantada ante el miedo que transpira su film por todos los costados.
Se inspira en la célebre noche de Haloween, tan americana y tan dada a superstición y a la brujería.
Deciden en esa noche hacer un viaje a lugares extraños para continuar escribiendo un libro sobre acontecimientos extraños y raros que suceden en esa memorable noche.
Al querer repostar en una estación de servicio, se encuentran con tipo extravagante y cuya presencia despierta en todos la desconfianza y la expectación. Este señor de la gasolinera les habla del doctor Satan que se fue al otro mundo colgado en un árbol del bosque.
En ese lugar se ha montado el “Museo de los Muertos Descerebrados”. Aquí es justamente donde pueden llenar sus depósitos de gasolina.
El relato sigue los pasos hacia la casa encantada. Los personajes que deambulan aparecen y desaparecen por su obra están formados por seres que padecen el delirio por la locura y por llevar a cabo atrocidades que les hagan despertar del gran deseo de emociones que les trasformen en ejecutores a imagen y semejanza de lo que contaban acerca del personaje extraño.
Convertir el horror en diversión es toda una forma poco exquisita de que los espectadores se distraigan.
Pienso que, excepto los seguidores de este cine, los demás sentirán repugnancia y asco por lo que ven.
Sin embargo, una cosa es el tema del film y otra su realización. Respecto a esta segunda hay que afirmar que tanto el guión- estudio de personajes, diálogos, puesta en escena horripilante, y el pulso de la narración, están acertadamente bien hechos. La banda sonora contribuye a esta sensación, objetivo del director, todo un maestro del shock rock.
En el fondo quiere rendir un homenaje a este género yendo a sus fuentes, aunque- dada su imaginación- sobrepasa incluso a sus antecesoras. El ritmo, los sustos, los ruidos, la iluminación crean un clima delirante en los espectadores que, sin duda, no se van a aburrir ante esta “Casa de los 1000 cadáveres.