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La santidad matrimonial
Escritores Actuales /Schwizer Nicolás

Por: P. Nicolás Schwizer | Fuente: Catholic.net

¿En qué consiste la actitud fundamental de la vida matrimonial para llegar a la santidad? ¿Cuál es la mística que pueda entusiasmarnos a hacernos santos dentro del matrimonio? Me parece que la mística es ésta: estar siempre para el tú.

Cuando alguien se hace franciscano, se consagra a la pobreza. Cuando alguien se hace jesuita, se consagra a la obediencia. Cuando alguien se hace padre de Schoenstatt, se consagra al apostolado mariano. Y cuando alguien se casa, ¿a qué se consagra? ¡Se consagra a un tú!

Pero este estar para el otro, aunque parezca hermoso, es lo más difícil en la vida. Estar, ser para el otro - quiere decir, que yo ya no tengo derecho a pensar en mi comodidad, que tengo que olvidarme de mí mismo, que tengo que estar para el otro así como Cristo está para la Iglesia.

Mi misión es, entonces, apoyar al cónyuge, complementarlo, conducirlo al cielo. Y esto no es nada fácil - ustedes lo saben mejor que yo - porque somos egoístas, porque somos de corazón estrecho.

Si alguien lograra mantener esta actitud “estoy para el otro, sólo para el otro”, durante toda la vida, se haría santo. Y si se trata de canonizar a algún esposo, siempre se verá si estuvo para el otro.

Pero estar como Cristo está para la Iglesia, con amor noble, esclarecido, no con ese amor que pide que el otro esté para mí, sino que yo para el otro. El matrimonio será feliz en la medida en que vivimos según esta norma.

He de saber, entonces, dejarme limitar por el tú en mis gustos. ¿Y si a mí me gustan los tallarines y a ella las papas fritas? ¡Estoy condenado a comer papas fritas toda mi vida!

Lo soportaré una semana. ¿Pero lo soportaré 10 años, 30 años? ¿Y si Dios me ha dado la dicha de vivir 60 años de matrimonio? Tal vez nos reímos y, sin embargo, aquí está la clave de la felicidad matrimonial o de la tragedia matrimonial.

Ver las cualidades positivas… siempre

Este estar para el cónyuge, significa estar siempre dispuesto para tomar conciencia del tú, de las buenas cualidades del tú. ¡Y a esto nunca deben acostumbrarse los esposos!

Deben acostumbrarse a muchas cosas, pero que no se acostumbren a las buenas cualidades del cónyuge, sino que cada día sepan admirarlas más. Pienso que debe ser algo de lo que hace tan difícil la santidad en el matrimonio. Uno se acostumbra muy pronto a las buenas cualidades del tú y después sólo se fija en las malas cualidades. Y parece que esas malas cualidades se van proyectando y que las buenas cualidades van disminuyendo.

Es por eso que la felicidad matrimonial depende del espíritu de sacrificio, de la capacidad de dejarse crucificar por el otro. Es el camino del verdadero amor que es lo más difícil en esta vida humana. Ya lo dijo el poeta alemán Rilke: “Lo más difícil, la tarea más difícil que el hombre tiene que aprender, es el amor”. ¿Y por qué? Porque lo que más nos cuesta, es el olvidarnos de nosotros mismos y volcarnos hacia los demás.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Suelo sacrificar mis gustos, o insisto hasta imponerlos?
2. ¿Continúo viendo las cualidades de mi cónyuge, o me he acostumbrado?
3. ¿Me es más fácil ver lo negativo, incluso cuando opaca las virtudes del otro?


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