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¡De acuerdo!
Escritores Actuales /Escritores varios

Por: Cecilia Serrano Nuñez | Fuente: Catholic.net

“Nuestras sociedades no se caracterizan por el consenso, sino por la discusión permanente, y a ésta los medios contribuyen no en pequeña medida.”

Parece que vivimos en el momento ideal para el diálogo. ¿Por qué ideal? Porque las actuales formas de comunicación y redes sociales nos permiten tener un diálogo que existe sólo en nuestra mente. Porque somos capaces de decir nuestras ideas sin tener que esperar a que alguien reaccione ante ellas. Porque tenemos el poder de quedarnos sólo con las respuestas que nos gustan. Porque bienvenido el diálogo cuando coincidimos y de otra manera no nos interesa.

Lo más preocupante que ha ejemplificado esta nueva manera de “comunicación” (si es que así se le puede llamar), es que parece que únicamente existen dos posturas para todos los aspectos de la vida, todo puede resumirse en estar a favor o en contra de algo, sí o no, blanco o negro. Dos únicas maneras de ver el mundo, opuestas e irreconciliables entre sí.

Si esto fuera así, la convivencia sería imposible. Y la historia de la humanidad sería una eterna confrontación e imposición, así como la política sería únicamente la institucionalización de la postura más fuerte en determinado momento.

Es como si cada vez nos fuera más difícil encontrar puntos de acuerdo, escuchar sin tener la necesidad de responder, tratar de entender. Si partimos de que estamos bien y los que están en desacuerdo están mal, ¿realmente se puede buscar o siquiera hablar de un bien común?

Puede ser que la ilusión democrática nos haya llevado a pensar que las decisiones son sólo una cuestión de mayoría y que nuestro único deber es “tolerar” las ideas distintas. Puede ser que hayamos dejado a un lado otras virtudes democráticas como dialogar, conciliar, ceder, negociar.

Me atrevo a decir que para mejorar la convivencia social no es necesario que todos pensemos igual ni únicamente apelar a la “tolerancia” de otras ideas. No. Para ser realmente capaces de construir la sociedad que queremos, sí, la que todos queremos, es importante dejar de descalificar al otro, al que no entiendo. Pero lo más importante es empezar a buscar puntos de acuerdo. Dejemos ese afán de tratar de ganar cada discusión y aprendamos a conciliar, a saber tomar lo mejor de todas las posturas que escuchamos en vez de polarizar cada vez más el debate. Profundicemos también en el entendimiento de nuestra época y de nuestras opiniones.

¿Por qué nos hemos conformado con el interés de la mayoría en vez de buscar un bien común? El concebir al mundo como un constante “nosotros contra ellos” sólo puede traducirse en una sociedad dividida y enojada. Quizá sea hora de empezar a construir.