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Mujer, ¡qué grande es tu fe!
Hispanos Católicos en Estados Unidos /Homilías Mons. Enrique Díaz



En una narración donde aparece la clara discriminación que sentían los judíos hacia los pueblos vecinos, aparece una actitud de Jesús que a muchos desconcierta. Una mujer cananea con graves necesidades se acerca a Jesús para pedir por la salud de su hija.

Todos se dan cuenta, todos la miran con compasión y sólo Jesús parece hacerse el desentendido sin hacer caso a los gritos de aquella adolorida mujer. Lo más grave son las respuestas que da Jesús primero a sus discípulos diciendo que ha sido enviado solamente a las ovejas de la casa de Israel, y después, en una expresión que muchos juzgan despectiva, responde a la mujer que “no está bien quitarles el pan a los hijos para dárselos a los perritos”.

La respuesta y la fe de aquella mujer logran lo que no lograron las críticas y murmuraciones de los fariseos. Hay quienes juzgan que esta mujer “logró convertir” a Jesús y hacerle conocer su misión universal. Hay quienes dicen que sólo es una actitud pedagógica de Jesús respecto a la mujer. Sea lo que fuere, lo cierto es que en este pasaje aparece claramente la actitud del pueblo de Israel que se creía elegido, especial, salvado, y que por ello despreciaba a los otros pueblos.

En fuerte contraste resplandece la perseverancia de la mujer en buscar la salvación de su hija y la apertura de la salvación para todos los pueblos. La alabanza a una mujer cananea, salida de los labios de Jesús, caería como balde de agua fría a los oyentes tan remilgosos y tan apegados supuestamente a sus leyes. Es una apertura del mensaje de Jesús a todos los pueblos y al mismo tiempo una condena a la tibia fe de los que se decían verdaderos israelitas.

Es también una clara llamada de atención a nuestro mundo tan lleno de contrastes y discriminaciones, tan fácil para condenar a los que piensan diferente, tan cerrado para mirar más allá de sus propios pensamientos. Y la fe de la mujer es una enseñanza nos pide que afiancemos nuestra fe, que no sea solamente una fe tradicional o acomodaticia, sino que se finque firmemente en Jesús. Guardemos estas enseñanzas en nuestro corazón.