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El sexto mandamiento
Familias Católicas /Matrimonio y Sexualidad

Por: Mons. José Rafael Palma Capetillo | Fuente: Semanario Alégrate

Todos los seres humanos han sido hechos “a imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,27). El hombre y la mujer han sido creados a imagen de Dios. Esta imagen no se pierde jamás en ningún ser humano. El pecado causa alguna alteración u opacamiento de la imagen divina en el ser humano; sin embargo, tal imagen ha sido restaurada plenamente por Cristo al dar su vida por la salvación de los seres humanos en la cruz, y se aplica a cada uno de los bautizados.

En cambio, la semejanza con Dios se desaprovecha a causa del pecado y se recupera con la gracia sacramental desde el bautismo. La semejanza con Dios, que quedó dañada severamente por el pecado original, sin embargo se recupera en el misterio pascual de Cristo, quien llama a todos a la conversión y a creer en el evangelio (cf Mc 1,15). La imagen divina está presente en todo hombre y mujer. La verdadera libertad es –junto con la inteligencia y la voluntad– en cada ser humano signo eminente de la imagen divina.

Con la referencia al sexto y noveno mandamientos, nos permiten entrar al tema de la sexualidad y de la vida afectiva del ser humano. El Catecismo de la Iglesia Católica subraya que Dios ha creado al ser humano para vivir la sexualidad integrada en el amor casto y fiel.

“No cometerás adulterio” (Ex 20,14; Dt 5,17). “Han oído ustedes que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo les digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt 5,27-28).

Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión.

Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión.

“Dios creó el hombre a imagen suya, hombre y mujer los creó” (Gn 1,27). “Crezcan y multiplíquense” (Gn 1,28). “El día en que Dios creó a la persona humana, la hizo a imagen de Dios. Los creó varón y hembra, los bendijo, y los llamó criatura.

La sexualidad influye en todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y su alma. Concierne particularmente a la afectividad, la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con el otro.

Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. Las diferencias y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja y de la sociedad depende, en parte, de la manera en que son vividas entre los sexos (masculino y femenino) la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.

¡Éste es el camino del amor y la fidelidad!

Texto basado en: Catecismo de la Iglesia Católica, 2331-2333. CONCILIO VATICANO II, Gaudium et spes, n 17. JUAN PABLO II, Familiaris consortio, 11.