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Pensar y reflexionar
Jóvenes /Conócete

Por: ¿Cómo soy? (2) | Fuente: Catholic.net

Existen personas que no quieren que los jóvenes piensen ni reflexionen ¿Pero por qué? Porque los jóvenes buscan la verdad y cuando la encuentran exigen más justicia, más honestidad, más igualdad, etc. Conociendo la verdad, reconocen y siguen más fácilmente a Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Como es cierto el dicho de que "el tonto y su dinero pronto se separan", existen personas que tratan de muchas maneras, pero sobre todo a través de los medios de comunicación, como la televisión, radio, cine, revistas y periódicos, que la juventud cambie sus ideales altos y positivos, por ideas materialistas y egoístas, de modo que usen lo menos posible su inteligencia y no se conviertan en una amenaza que les pueda quitar el poder.

Tú tienes inteligencia, todos tenemos inteligencia, no importa cuánta, sino cuánto la utilicemos. Esta cualidad que Dios nos dio:

* Es la capacidad que tienes de pensar, analizar y dar soluciones.

* Con esta capacidad conoces, entiendes y aprendes, imaginas, memorizas, inventas, reflexionas, recuerdas, sintetizas.

* Puedes prepararte para ser mejor como persona.

* Puedes llegar a conocer más la verdad.

Alrededor de los 16 o 17 años, el desarrollo de la inteligencia está casi totalmente terminado. A esta edad ya tomas en cuenta lo que podría ser verdad y no sólo lo que ves o lo que te dicen. A esta edad ya tomas en cuenta lo que conoces y lo que has vivido y entonces actúas de acuerdo a tus experiencias, resuelves problemas actuales y preparas o planeas lo que vas a hacer en el futuro.

En esta época, vas creando ya tu propia forma de pensar: tus opiniones personales. Eres ya capaz de pensar menos en ti mismo y fijarte más en ideales y en valores. Te das cuenta que hay otros a tu alrededor.

Debemos aclarar que, aunque ya tienes formada la inteligencia como la de un adulto, tienes menos experiencia. Te falta, para llegar a la madurez, aprender a manejar de forma más adecuada tu razonamiento, tomando en cuenta tus propias experiencias y reconocer que tus mayores pueden saber más. Acuérdate: "El sabio aprende de los errores de los demás, el hombre ordinario aprende de sus propios fallos, el necio nunca aprende."

Ustedes jóvenes, ya son capaces de pensar ordenadamente y por lo tanto, de tomar mejores decisiones. Sí por ejemplo, quieres visitar a tus tíos que viven en la Capital, ya no te lanzas de inmediato al camión, sino que revisas las posibilidades y los obstáculos que puedan existir para realizar ese viaje, y llegas a una conclusión: puedes ir o no puedes ir y tomas una acción. Además, ya planeas todo el tiempo que tendrás allí, en vez de irte "a ver qué sucede".

Esta forma ordenada de pensar, empiezas a usarla en toda clase de problemas, desde los más simples y rutinarios de tu vida (a qué hora te vas a acostar), hasta problemas y situaciones mucho más complicadas (cómo demostrar tu fidelidad a un amigo).

Tu inteligencia es ahora capaz de entender no sólo las cosas concretas, sino también ideas abstractas, es decir, ideas que no se ven ni se tocan. Por ejemplo, si hablamos de las sillas de tu casa, sabes que las sillas son algo concreto, porque las puedes ver y tocar, pero si hablamos de la honradez, o de la bondad, la maldad, la belleza, la caridad, la generosidad, puedes entender qué es todo esto, aunque no lo puedes ver ni tocar.

La lectura de libros clásicos puede ser un gran medio para comprender mejor estos valores. Además, el hecho de leer, en vez de ver la "tele" o el cine, te fortalece tu inteligencia.

Con el desarrollo de tu inteligencia te vuelves capaz de aprovechar tus experiencias para llegar a la verdad, entiendes ideas abstractas, piensas racionalmente y aprendes a tratar convenientemente con lo que te rodea.

Es necesario que uses tu capacidad de pensar lo más que puedas, para que tu desarrollo mental sea el máximo posible. Así como los músculos necesitan ejercicio para fortalecerse, también tu capacidad intelectual necesita ejercitarse.

¿Cómo puedes hacerlo? Pregúntate frecuentemente el porqué de las cosas y trata de darte una respuesta. Te darás cuenta que sí podrás dar algunas contestaciones, pero otras no. Entonces te preocuparás de investigar y de conocer más, ya sea con un libro, o consultando a tus papás, o a un maestro, o a un sacerdote.

También al hacerte la pregunta sobre si algo es bueno o malo, se te presentarán dudas que podrás aclarar y esto irá poco a poco dándote más información, más experiencia y más preparación para la vida.
Un ejercicio práctico es revisar qué mensaje tratan de darte en algún programa de televisión o en una canción. Y luego pregúntate ¿Cristo estaría de acuerdo con ese mensaje? Si tu respuesta es no, el programa o la canción es algo que no vale la pena ponerle atención.

Buscando modelos a seguir, podemos tomar el caso de la Virgen María como ejemplo del buen uso de la inteligencia. María, desde muy joven tuvo una muy grande responsabilidad: criar al Hijo de Dios. ¿Te imaginas cuántas veces tuvo que detenerse a pensar lo que debía hacer, cómo debía hacerlo y en qué momento hacerlo? Gracias a su enorme fe y al uso de sus capacidades, logró cumplir, con su misión a la perfección.

¿No te parece maravilloso que participemos un poco de la luz del Espíritu Santo al poseer "inteligencia", y que a través de ésta podamos conocer y reconocer todo lo que Dios nos regaló con la Creación?

El número 1831 del Catecismo de la Iglesia Católica nos refuerza esta idea al afirmar que uno de los siete dones del Espíritu Santo que recibimos en la confirmación, es precisamente la "inteligencia".

"Jesús crecía (o progresaba) en sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres" (Lc 2,52).

El Papa Juan Pablo II, en su Carta a los Jóvenes del Mundo, cita esta idea del Evangelio para referirse a la juventud, diciendo que es un "crecimiento" y que es conveniente que acumule poco a poco lo que es verdadero, bueno y bello.

La inteligencia y la fe nos permiten conocer con certeza, entender y aceptar por sus obras, la existencia de Cristo, Dios y Hombre verdadero, Hijo de Dios Creador, y su obra para salvar el mundo: la Iglesia Católica.

Te dirán: "qué flojera leer", o: "yo vi la película en vez de leer el libro", y también muchas cosas (leyendas negras) de la historia del catolicismo. Tú, en cambio estás dándote cuenta de lo formativo que es leer. Puedes leer libros que te explican la verdadera historia de tu herencia católica, y así explicarla a otros para que estemos todos orgullosos de la obra de Dios. Ármate de valor y defiende tu fe.