La vida desde lo alto la hemos recibido
es como una moneda de oro consignada
para invertirla mientras la hayamos tenido
y devolverla al Dueño toda multiplicada.

Algunos toman muy en serio la encomienda
se esfuerzan por invertir el sagrado tesoro
haciendo todo lo que el Amo aconseja
al final recibirán una corona de oro.

Otros también la sagrada tarea realizan
aunque lo hacen con esfuerzo y diligencia menor
saben bien que al final las cuentas se revisan
un premio al final recibirán del Señor.

Por ultimo hay algunos que no invierten su vida
se niegan a darse a si mismos a los demás
no siguen el ejemplo del Amo que les dio su vida
el premio del cielo no lo recibirán jamás.

Me pregunto en que grupo de estos yo encajo
¿no ira a ser que perdiendo mi vida estaré?
Aun mi vida no se ha venido abajo
En el servicio del Señor mi tiempo invertiré.

Basado en: Lc 19,11-28