Dirección: Don Michael Paul. Guión: El mismo. Fotografía: Mike Slovis. Música: Tyler Bates.. Intérpretes: Esteren Seagal, Morris Chestnut, Ja Rule, Nia Peeples, Tony Plana, Kurupt y Michael “Bear” Taliferro.



La inteligencia humana es superior a cualquier alta tecnología. Por más que una prisión- como la de Alcatraz- posea los adelantos más de punta que existen en el mundo, el hombre inteligente puede destrozar tanta aparente seguridad.



Si en un film aparece el actor Seagal, ya se sabe que la acción va a constituir el hilo narrativo por excelencia. Y, en efecto, en esta película lo que prevalece ante todo y sobre todo es la acción. No hay un respiro para el espectador.

Se trata de asaltar la cárcel porque allí hay un preso que va a ser ejecutado y solamente él sabe el lugar misterioso en el que hay nada menos que doscientos millones de dólares en oro.

Para llevar a cabo la acción, han de llegar a tiempo para que el l alto Tribunal de Justicia no condene al inminente ajusticiado.

Seagal se hace pasar por delincuente. Se rodea de todos sus buenos amigos, incluso de la misma FBI para que la ejecución no tenga lugar.

La cámara se mueve al son y al pairo de las continuas acciones de entrada y salida de la prisión. Es un alarde de planificación efectista.

En realidad, la captura del millonario prisionero se convierte en una batalla campal entre los que van con Seagal y el bando opuesto.

La intriga se acentúa cuando uno de los buenos amigos del protagonista descubre sus aviesas intenciones.

Ante tanto balazo, la alta tecnología se va al garete. La película, en realidad, está pensada y realizada para que se luzca, una vez más, Seagal.



El ritmo es frenético y la música se convierte en un elemento elocuente que realza tanta acción. Cine para los amantes de aventuras y de pura evasión.