Menu


El Papa que alimenta pececitos
Detrás de la narración se esconde el amor del Papa por la Creación, por los animales, sobre todo por los pequeños


Por: Vatican Insider | Fuente: vaticaninsider.lastampa.it



 

 

 

«No es ningún secreto que Benedicto ame los Jardines Vaticanos, pero ama particularmente los Jardines de las Villas Pontificias de Castel Gandolfo». Lo escribe mons. Georg Gänswein, secretario particular de Benedicto XVI en el prefacio (publicado por “L’Osservatore Romano”) al libro “El misterio de un pequeño estanque”, editado por la Libreria Editrice Vaticana, fábula ilustrada y concebida por la pintora Natalia Tsarkova, rertratista oficial del Estado vaticano. En el texto, don Georg revela un pequeño gesto cotidiano del Papa en la residencia veraniega: dar de comer a los peces del pequeño lago.

«Siempre, durante su estancia en “Castello” –escribe–, normalmente durante los meses de verano, hace su paseo, cada día, rezando el Rosario en medio de la belleza de la creación: los árboles, las plantas, las flores, los pájaros, los animales de la granja, el gran y fértil huerto, los olivos, los encinos pluriseculares, los cedros majestuosos y tantas otras bellezas de la naturaleza que invitan a meditar y a gozar de las cosas creadas. Todas ellas son como una sinfonía de formas y de colores extraordinarios, de sonidos estupendos que hacen bien al corazón y al alma. Toda la naturaleza, toda la creación es un testimonio tangible de la grandeza y de la belleza del Creador, que hizo todo esto para nosotros».

El Secretario subraya que «entre los sitios que más le gustan al Santo Padre de los Jardines en “Castello” está el “Jardin de la Virgencita”, deseado por su antecesor Pío XI en 1933, en donde se detuvieron en oración cinco Pontífices antes que el Papa Benedicto XVI: Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Ante la sagrada imagen de la Virgen María se encuentra un pequeño lago, un estanque con algunos pecesitos rojos y dos grandes carpas. Cada vez, cuando el Papa termina su oración con un canto mariano ante la Virgencita, los peces se reúnen en la orilla del laguito y esperan un gesto generoso del Santo Padre». De hecho, prosigue, «una mano buena e invisible prepara, día tras día, una pequeña cesta con algunos pedacitos de pan para que el Papa pueda alimentar a los pececitos. ¡Qué alegría y qué vivacidad en el agua cuando llega el agradecido don!».

Al hablar de la historia que narra el libro ilustrado, con la bella anécdota de los pecesitos, mons. Gänswein anota que «detrás de la narración se esconde el amor del Papa por la Creación, por los animales, sobre todo por los pequeños».



 

 

 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |