Las peregrinaciones
Por: S.E. Mons. Agostino MARCHETTO | Fuente: www.vatican.va

Vamos a ocuparnos también, en fin, de las peregrinaciones. A este respecto me permito recordar los documentos que nuestro Pontificio Consejo ha publicado sobre “La Peregrinación”, que se completa con otro sobre “El Santuario”. No voy a entrar en reflexiones sobre la Peregrinación como práctica religiosa o su importancia en la historia de la Iglesia. Pienso que todos Ustedes las conocen muy bien y poseen, sobre todo, una rica experiencia que podría testimoniar de la gracia que reciben cuantos visitan los Santos Lugares u otros Santuarios de sus Países.
Desde nuestro trabajo en el Pontificio Consejo, creo poder afirmar que en todo el mundo se está manifestando una nueva “primavera” para las Peregrinaciones. Es, tal vez, expresión de una rasgo que impregna cada vez más nuestro mundo, es decir la movilidad, pero es también la manifestación del anhelo profundo de todo hombre de encontrarse con Dios, a pesar de todo. “Fecisti nos Domine pro te et inquietum est cor nostrum donec requiescat in Te” (S. Agustín, Confes.).
Al acoger los peregrinos que visitan vuestros Santuarios, en particular los que proceden de otros Países, será oportuno tener presente esta dimensión, que podríamos definir “antropológica - teológica”, que caracteriza a muchos peregrinos de hoy en día. Es un discernimiento necesario, puesto que junto a grupos de peregrinos que viven en sentido pleno un viaje religioso, en otros casos el interés por la historia, por la cultura o por la belleza del paisaje adquiere una relevancia importante. La sabiduría pastoral consistirá en dispensar a todos una acogida adecuada, siempre cordial y respetuosa, para que todos puedan acceder a la riqueza salvadora que se ofrece en los Lugares Santos y en los Santuarios como mediación. Este tema fue precisamente objeto de la reflexión del Tercer Congreso Europeo sobre los Santuarios y las Peregrinaciones, que se celebró en marzo del 2002, en Montserrat, España, bajo el lema “El Santuario, espacio para una acogida fraterna y universal”.
En particular, creo que se puede muy bien aplicar también aquí cuanto decía antes de la acogida, es decir, debe ser siempre protagonizada por la comunidad local y no solamente por las personas individualmente. En el caso de los Santuarios, la comunidad local no es un mero guardián, es, por el contrario, su intérprete, su hermeneuta. Esto constituye una responsabilidad y una misión que deben ser ejercida, ciertamente, sin instrumentalizar los Santuarios, pero con una actitud que da pie para plantear ciertas condiciones al peregrino, que le ayuden a cumplir mejor su visita.
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