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Homilía para la celebración de las exequias VII: Lc. 23, 33. 39-43
Por José Luis Bardera, sacerdote en la Parroquia de san Rafael, arcángel, de Alcázar de san Juan(Ciudad Real)


Por: José Luis Bardera | Fuente: iglesiaendaimiel.com



(Se puede acompañar con Sabiduría, 3, 1-9 y el salmo ‘El Señor es mi luz y mi salvación’).

Hermanos:

Nos hemos reunido para celebrar cristianamente la muerte de______

Sin duda la muerte es una de las realidades que más nos cuesta entender y aceptar. Porque, independientemente de las circunstancias, siempre, ante este gran misterio, nos hacemos las mismas preguntas: ¿por qué existe una realidad tan dura? ¿es que hemos nacido para esto: para morir? ¿el final del ser humano es desaparecer para siempre?.

Estas preguntas no son nuevas, no sólo nos las estamos haciendo nosotros, sino que acompañan al ser humano desde el primer momento de su existencia.

Y ante estos interrogantes sólo caben dos posturas, claramente reflejadas en los textos que acabamos de escuchar: una postura es la de lo que piensan que todo acaba aquí, que no hay nada más allá; que no hay posibilidad de salvación; y la otra postura es la del buen ladrón: creer que Jesús es la salvación misma; creer que efectivamente el paraíso, es decir, la salvación, la vida definitiva Cristo ha empezado a hacerla realidad desde la cruz.

Por eso nosotros debemos dejarnos llenar por la luz que la Palabra de Dios nos ofrece y convertir nuestra presencia en oración suplicante:

Lo primero que hemos de pedirle es que esas palabras de Jesús al buen ladrón “hoy estarás conmigo en el paraíso”, ya hayan sido escuchadas por nuestro hermano/a.

Porque eso supondría que nuestro hermano/a, tras una vida de constante búsqueda de Dios, ya lo ha encontrado y ya lo está gozando eternamente.

Pero también hemos de pedirle algo para todos nosotros: ante la dolorosa realidad de la muerte, que antes o después nos afectará, como ha llegado a nuestro hermano/a, sepamos reconocer en el crucificado al Mesías que nos va a hacer participar de la gloria de la resurrección.

Una resurrección que, si nosotros queremos, puede empezar “hoy”, “ahora mismo”, porque Cristo lo ha hecho posible.


Lecturas para la celebración de las exequias


     







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