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Boletín no. 34 Misión Aparecida, ¡Manos a la Obra!
El boletín para todos los miembros de la Gran Misión Continental


Por: . | Fuente: Catholic.net



Estimados miembros de la Gran Misión Continental:

Hemos transitado más de la mitad de la cuaresma, y nos hallamos en la parte final del sendero hacia la Pascua. En este año litúrgico, correspondiente al Ciclo B, el hincapié de las lecturas está en el tema de la alianza entre Dios y los seres humanos. Bajo esta perspectiva, cuando arribemos al Sábado de Gloria, celebraremos la alianza por excelencia, la del acontecimiento pascual. Con la lectura del Evangelio según Juan, en los últimos tres domingos de cuaresma, iremos preparando el corazón profundizando el misterio de la cruz y la resurrección, que es, en definitiva, el misterio de la muerte hecha vida, el misterio de la vida plena.

¿Cómo interpretar esta plenitud? Porque, ciertamente, lo pleno no significa lo mismo para todos. Quizás, dos frases nos puedan orientar. En primer lugar, una visión humanista, que no toma en cuenta al hombre como ser trascendente, del antropólogo Konrad Lorentz. Él dice que el ser humano “puede ir siempre más lejos, pero puede también caer siempre más bajo. Siempre se da la posibilidad constitutiva de superarse o de perderse”. Esta afirmación se nos confirma día a día, a la hora de tomar decisiones triviales o fundamentales. Tenemos una responsabilidad sobre lo que elegimos, tenemos aspiraciones, tenemos sueños y proyectos, tenemos ansias de superarnos, pero es obvio que podemos perdernos, que podemos tomar decisiones equivocadas, deliberadamente o sin querer. Esos son los hechos.

La segunda frase, de San Agustín, dice: “Dios es la vida bienaventurada y, cuando el hombre se une a él, vive en toda su plenitud y felicidad”. Los cristianos, que sabemos que el hombre es un ser trascendente, caído y redimido por Cristo, no podamos discutir la afirmación. Ante los hechos en potencia, ante la posibilidad de superarse o perderse, está la acción de la Gracia de Dios, que desligado de los parámetros sociales de éxito y derrota, quiere hacernos plenos.

¿Qué es superarse sino plenificarse? Y el hombre y la mujer, criaturas del Padre, sólo hallarán la plenitud en Él, en su seno, en su amor vivido en libertad. ¿Cómo alcanzar la superación, llegar más lejos, si no nos hacemos conscientes de la auto-donación de Dios?

Esta auto-donación habla con voz propia y definitiva en Jesucristo, el Logos-Verbo-Palabra. Él mismo ha dicho: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10, 10). Dios mismo se encarna para darnos la superación, la plenitud, porque la vida en abundancia es eso, no multiplicación de bienes materiales, riquezas y honores del mundo, sino abundancia de vida de Dios, abundancia del Reino, de paz, gozo y justicia. Esta cuaresma, en el marco de la Gran Misión Continental, es posibilidad de preparación hacia una Pascua de vida plena, que repercuta en el interior de cada hombre o mujer latinoamericanos, que redunde en mayor generosidad, en luz transformadora para las múltiples situaciones donde la vida es maltratada, dañada, ignorada, oprimida o asesinada, donde la vida no es en absoluto vida plena. Allí hay una misión por realizar, una Pascua por anunciar y preparar.

En este número del Boletín, mientras continuamos la cuaresma y nos aproximamos a la Pascua, habrá artículos sobre la vida, sobre sus variadas circunstancias, sobre la plenitud que ofrece Jesús al respecto y la mirada americana al respecto. En el Foro Aparecida, Manos a la Obra hay un ámbito para compartir la vida y las situaciones cercanas a nuestras comunidades que nos revelan la falta de plenitud. Además, el sitio Misión Aparecida, Manos a la Obra sigue siendo el lugar de encuentro de misioneros y apostolados que, a dos años de la V Conferencia, continúan bajo el impulso de Aparecida.

Un abrazo grande en Cristo para todos.

Leonardo Biolatto
aparecida@catholic.net



Misión es incluir, es respetar, es promover, es defender la vida, plenificar y transformar, desde su interior, las estructuras de la muerte. Misión es hacer patente la dignidad humana, dignidad que proviene de Dios.

Click aquí para leer el artículo completo: La misión de la vida digna



En el encuentro con Jesucristo, la vida se hace plena y adquiere también el sentido pleno que le es propio. Tras el encuentro, cambian las perspectivas y las miradas, porque ya nada es en vano, ya no asusta el miedo de la muerte.

Click aquí para leer el artículo completo: Vivir con dignidad



La fe tiene que convertirse en vida en nosotros. Creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, pero la pregunta es: ¿lo vivimos? ¿O mi fe recorta a Cristo y se convierte en una especie de reductor de nuestro Señor, porque así la he acostumbrado, porque así la he vivido, porque así la he llevado?

Click aquí para leer el artículo completo: La fe tiene que convertirse en vida para mí



Lo que se entiende por dignidad ha tenido un cambio substancial desde que este valor surgió en la sociedad de la antigua Roma hasta que fue incorporado en la cultura cristiano-occidental. Es importante para el discípulo conocer esta evolución del concepto para mirar el presente de la dignidad con los aciertos y desaciertos del pasado.

Click aquí para leer el artículo completo: Notas sobre la evolución del concepto de dignidad



Celebrar el Evangelio de la Vida es celebrar al Dios de la Vida, según las palabras de Juan Pablo II en Evangelium Vitae. Y la celebración es, por definición, comunitaria, reunión de discípulos misioneros que, sabiéndose partícipes del don de la vida, lo comunican a todos.

Click aquí para leer el artículo completo: Celebrar el Evangelio de la vida



Continuando con textos de la Evangelium Vitae, Juan Pablo II nos recordaba que estamos al servicio del Evangelio de la Vida, y hemos sido enviados a proclamarlo a toda la humanidad. Debemos mantener, por ello, la conciencia humilde y agradecida de ser el pueblo de la vida.

Click aquí para leer el artículo completo: De la vida y para la vida



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