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Retiro, oración y enfermedad
La enfermedad, momento propicio para la oración y la conversación íntima con Dios de corazón a Corazón


Por: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant | Fuente: http://www.caminando-con-jesus.org/



I. EL CUIDADO Y LA ATENCIÓN ESPIRITUAL DE LOS ENFERMOS

El hermano enfermo no solo tiene el derecho del cuidado físico en su enfermedad, además tiene el derecho del cuidado y atención espiritual.

En efecto, un gran gesto de amor, una actitud de caridad, algo importante que podemos hacer por un ser querido, o un hermano enfermo, es ayudarle con nuestras oraciones y cuidados espirituales.

Del mismo modo, como cristianos debemos procurar en primer lugar cuidar nuestra salud y la de nuestro prójimo. Nosotros somos creación del Señor, por tanto patrimonio de Dios, entonces tenemos el deber de cuidarnos la salud física y la del alma, y si padecemos alguna dolencia, aprovechar la oportunidad de ofrecer los sufrimientos a Cristo.

El cuidado de la salud de los hombres requiere la ayuda de sus hermanos, de sus familiares, de sus amigos, como también del resto de la sociedad en la cual viven, a fin de lograr las condiciones de calidad de vida que permiten crecer, estudiar, formar familia, formarse espiritualmente, como alimentarse, vestirse, tener vivienda, trabajo y jubilarse o pensionarse.

En nuestra vida terrena, estamos expuestos a que nos sucedan cosas como algunas enfermedades imprevistas y tenemos que padecer y en algunas ocasiones debemos operarnos, si estas salen bien, alegrémonos y demos gracias a Dios, pero sabemos que no siempre es así, si estas salen mal, alegrémonos por esta oportunidad de ofrecer al Señor, la oportunidad de ayudarle con la dulce carga de la Cruz de Jesús.

Debemos si tener cuidado de tener una actitud por un excesivo cuidado por conservar la salud, cuando esta se interpreta como una señal de egoísmo y falta de confianza en Dios.

Recuerdo en mi juventud, como mi padre me enseñaba la necesidad de cuidar el cuerpo de manera razonablemente, porque no debíamos olvidar que es templo del Espíritu Santo. Entonces nos invitaba a la vida sobria, sin excesos y lejos de todo lo nocivo para el cuerpo humano.

Es así, como la vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios, razón importante para cuidar a los enfermos, teniendo en cuenta sus necesidades y la de los demás y el bien común.

También es bueno recordar, que el hermoso don de la vida está en manos de Dios.

En efecto, el hombre no es dueño de su vida ni de su salud y perjudicarlas por desidia, falta de cuidado o negligencia es una ofensa a Dios. Es así entonces, que no debemos ser indisciplinados con los buenos consejos médicos, como por ejemplo no tomar los medicamentos recomendados o hacernos el desentendido con ciertos síntomas que nos advierten de algún peligro de enfermedad.

También me parece, que no debemos engañar a un hermano enfermo si está cerca de la muerte, no estaría bien decirle que todo anda bien y que no hay que preocuparse.

Seamos misericordiosos con esto, ya que se trata de un tiempo en que el enfermo debe aprovechar para prepararse al encuentro con el Señor. Los últimos días de vida pueden ser decisivos para la vida eterna, es cuando el hermano enfermo debe recibir los Sacramentos de Penitencia y Reconciliación, esto es, la Confesión y la Comunión. Yo tengo mi experiencia personal en esto, en una etapa de mi vida durante 18 meses estuve acompañando a mi difunta esposa, la cual sufrió de un Cáncer irrecuperable, y así fue como estuvimos preparando las maletas para su viaje a la vida eterna, en el momento que el Señor dispusiera, y esta grabado por la eternidad en mi corazón el minuto cuando ella me sonrió y a los pocos segundos partió en su viaje.

Por otra parte no dejemos de lado, la Unción de los Enfermos, esta se debe recibir tan pronto se sepa que hay enfermedad, especialmente si es grave, en todo caso se debe explicar que este sacramento no es para pacientes desahuciados, es para entregarnos en las manos de Dios y decir que estamos abiertos a la curación, y dedicar este sufrimiento para llevar la cruz de la enfermedad con gracia y para nuestro bien.

En una ocasión, junto a un Tío Presbítero, se la dimos a mi padre cuando tenía 78 años, el cual estaba bastante mal y temíamos por su vida, hoy nuevamente, se le ve sonreír, por continuar viendo a diario su familia que el formó con los fundamentos de nuestra fe.

Oremos entonces con y por los hermanos enfermos, lo podemos hacer con el rosario y otras oraciones, meditemos los mensajes del Señor en la Biblia, en los Evangelios.

Recordemos que estamos con Nuestro Señor, con su Hijo Jesucristo, con nuestra Madre la Santísima Virgen. Ellos están siempre con el hermano enfermo.

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1. LA ENFERMEDAD, MOMENTO PROPICIO PARA LA ORACIÓN Y LA CONVERSACIÓN INTIMA CON DIOS DE CORAZÓN A CORAZÓN

El encontrarse enfermo, y rendido en cama, con los síntomas propios de cualquier enfermedad, no nos debe derribar, solo reconocer que a consecuencia de los dolores que se padecen y esa profunda debilidad, nos encontramos obligados a permanecer en cama o en el hospital. Creo que esta situación se debe tomar como un Retiro Espiritual, o mejor dicho, es un gran Retiro, donde nuestros padecimientos se los entregamos al Señor, dolores que pasan a colaborar de alguna manera, algún milímetro cada peldaño de la Vía Dolorosa.

Por cierto, y como testimonio personal y seguramente de tantos enfermitos, este estado no invita a una gran reflexión, y quizás por la misma situación en la cual nos encontramos, muy profundamente, es este un momento propicio para la oración y la conversación intima con Dios de corazón a corazón, por tanto es un retiro de recogimiento, gran oportunidad para mirar su propia interioridad.

2. DIOS ESTA EN NUESTRO CORAZON PARA GOZAR CON NOSOTROS

Sabemos que Dios está en todas partes…... donde Dios está, está el cielo. Dice san Agustín que le buscaba en muchas partes y que lo encontró dentro de sí mismo. Ahora, aceptando esta verdad, para hablar con nuestro amadísimo Padre eterno y regalarse con Él no es necesario ir al cielo, ni es falta hace gritarle. Aunque le hable muy bajito, está tan cerca que el nos oirá; es como decir, no se necesitan alas para ir a buscarlo, sólo basta ponerse en soledad y mirarlo dentro de sí y no separarse de tan buen huésped; sino con gran humildad hablarle como a Padre, pedirle como a Padre, contarle sus penas, pedirle remedio para ellas, reconociendo que no es digno de ser su hijo…..….(Interpretación de la enseñanzas de de Santa Teresa de Jesus, Camino de Perfección)

¡Donosa humildad, que tenga yo en mi corazón a Nuestro Señor Jesucristo, “al Emperador del cielo y de la tierra” que ha venido para colmarme de gracias y para gozar conmigo…….Él me está diciendo y rogando que le pida favores….…..….(Interpretación de la enseñanzas de de Santa Teresa de Jesus, Camino de Perfección)

3. NUESTRO BUEN PADRE ESCUCHA TODO TIPO DE SÚPLICAS

Tanto el que padece la enfermedad, como sus íntimos amigos y en especial los familiares directos y la gran familia cristiana hijos de Maria Santísima, espontáneamente nace la necesidad de orar y pedir al Padre su ayuda. Es así como frente a esta situación vamos en la búsqueda de la plegaria precisa. Esta en lo posible, debe ser con el enfermo y por el enfermo al mismo tiempo, sin embargo también es valiosísima a distancia, “Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano. (Lc 7, la fe del Centurión)

Cada persona y especialmente según el estado de ánimo, tiene un forma distinta de orar y la fuerza de ella es inmedible. Nuestro buen Padre escucha todo tipo de súplicas, es así como creo que es conveniente acompañar la oración con profundo respeto a la realidad de la persona, con especial consideración a su carácter, forma de ser, educación religiosa, su medio socio económico y cultural.

La oración es uno de los recursos más importantes de los que dispone el enfermo y su seres queridos para crear un ambiente de espiritualidad y de paz al enfermo y quienes, están solidariamente con el. Pero también la oración, es una gran ayuda para conocer y descubrir la voluntad de Dios. La energía espiritual, ayuda a llevar con amor los padecimientos de la enfermedad y soportar los dolores, nos identifica y nos hace más comprensivos con el sufrimiento de Cristo, así, como nos da la esperanza de que estamos en el paso hacia el reencuentro definitivo con el señor en su casa.

4. CON EL ENFERMO NECESITA DE MUCHA COMPRENSIÓN, ACOMPAÑAMIENTO Y TIEMPO PARA OÍR SUS ANGUSTIAS, SUS VIVENCIAS Y ESTADOS DE ÁNIMO

Pero la oración ha de surgir de la necesidad y deseo del enfermo, todo esto coherente con su realidad del tipo de enfermedad que está viviendo. Por ello, la oración con el enfermo necesita de mucha comprensión, acompañamiento y tiempo para oír sus angustias, sus vivencias y estados de ánimo. De este modo, sabremos ser solidarios y acogedores con los diversos sentimientos que son notorios en los enfermos, es decir la angustia, la amargura, el abandono y el desamparo que sienten. El comprender bien los sentimiento y la historia del enfermo, es una buena forma de ayudar al que sufre a que camine con su dolor junto al Señor, y así hacerle sentir lo efectiva que es la oración y la entrega confiada a las manos del Señor de la situación que esta pasando con su enfermedad.

5. EN LA EUCARISTÍA SE AYUDA AL ENFERMO A VIVIR EL SENTIDO PASCUAL DE LA ENFERMEDAD

La oración por los enfermos ha estado y está presente en la vida de los hombres, en los hospitales, en los hogares y en la Iglesia. Por tanto hagamos oración por los enfermos en cualquier lugar, pero con especial dedicación en la Eucaristía o en la Liturgia de las Horas. Es así como por medio de la reconciliación, la unción de los enfermos y la Eucaristía se ayuda al enfermo a vivir el sentido pascual de la enfermedad. Por tanto, solicitemos al Presbítero estos instrumentos del amor redentor del Señor. En efecto, la celebración sacramental, constituye una unión y una relación importante del enfermo y su fe. Los sacramentos, signos que atestiguan el amor de Dios al enfermo, deben ser considerados, pues son una efectiva manera de luchar contra la enfermedad, especialmente porque el corazón del enfermo se empapa de amor y esperanza.

6. LA EVOLUCIÓN DE MI ENFERMEDAD

Durante los primero días de hospitalización, recibí cientos de correos ofreciéndome sus oraciones, lo que me enterneció muchísimo, del mismo modo recibimos muchas llamadas telefónicas, mi hermanísimas hermanas Carmelitas Descalzas de Puangue, sorprendentemente algunas llamada telefónicas de tierras muy lejanas, y ayudas de todo tipo, luego le envíe una pequeña reflexión, y continúan llegando correos preguntando por mi mejoría. Para todos ellos, mi absoluta gratitud y oración. De mismo modo para mi Párroco, mis comunidades de oración Madrugadores Monte Carmelo, Caminando en Oración con Santa Teresa de Jesus, Adoración, GOT, mis amigos y hermanos sacerdotes que han venido a rezar con migo, para todos, mi oración, mi gran amor y mi ruego al Amado para que le bendiga.

Creo que en un par de días podré regresar a casa, le he rogado a Dios, si es posible, para este domingo, para reencontrarme con algunas cosas externas que me reconfortan, mis libros, mi ordenador, (computador) y si así El lo dispone, comenzar con la Misa Diaria, todo esto cuidando una buena convalecencia. En cuanto reinicie los envíos, se podrán dar cuenta.

7. DIOS ME AMA, A MI ESO ME ENCANTA

Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. (1 Jn 4)

Cada mañana al abrir los ojos, me embargaba la emoción de saber cuanto me ama Dios, y en cuanto ya entro en conciencia, mi alma se apresura a dar gracias por el nuevo día, un día más para amarle.

Dios, es mi Padre, es nuestro Padre y Madre, Jesucristo nuestro hermano, pero además es nuestro gran amigo que nunca nos falla, por tanto lo mejor para nuestras vida, es acercarse a El con confianza. “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!” (1 Jn 3)

Es tan inmensa la amistad de Dios, que el desea vivir cercanamente a nosotros y regalarnos su misericordia y felicidad con especial afecto por los que sufren de alguna enfermedad.

Su mayor anhelo es que nos amemos los unos a los otros. El nos ha pedido el amor a nuestro prójimo de la misma forma como El nos ama, es decir El nos quiere como somos, con nuestros defecto y de ese modo debemos practicar el amor a los otros, respetando sus defectos. “Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios,” (1 Jn 4)

San Juan nos enseña que: Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. (1 Jn 4). Ese es nuestro Dios y sin restricción para nadie, por que el amor de Dios es para todos.

Esta es nuestra mas gran alegría, Dios nos ama, no huyamos de El, al contrario, busquémosle, vayamos a El y nos sentiremos acompañados.

Y como escribió san Juan de la Cruz: "El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa"

8. DEMOS UNA RESPUESTA A DIOS

A tanto amor de Dios, solo cabe una respuesta y esa debe venir del corazón, “amarlo intensamente”, “Y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, (Mc 12), esta es una repuesta a un Dios que nos encanta, que nos ama también con todo el corazón, con toda su alma y sus fuerzas.

“Gloria al Padre, Gloria al Hijo y al Espíritu Santo”, Amen

Muchas Bendiciones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Clínica Santa Maria-Santiago de Chile
Agosto, día de San Agustin

Comenarios al autor:caminandoconjesus@vtr.net







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