Menu


Fe y salud
La necesidad de creer


Por: Paterpan | Fuente: Catholic.net



En la revista “Clinical psychiatry news” del pasado mes de Enero, he leído un artículo de Amy Rudderow en el que se recogen noticias del Quinto congreso Mundial de Innovaciones en Psiquiatría. En dicho congreso un prestigioso psiquiatra ha presentado un estudio sobre la relación entre enfermedades mentales y religión.
Entre las afirmaciones que realiza destaca aquella según la cual se obtienen mejores resultados en los pacientes si estos son atendidos por un psiquiatra que tiene un cierto conocimiento e incluso vivencia de sus convicciones religiosas. Incluso en algunas alteraciones de tipo psicorreligioso y psicoespiritules “si el psiquiatra desconoce la religión del paciente, éste puede buscar ayuda en curanderos espirituales, charlatanes y expertos en fenómenos paranormales”, afirma el profesor Hawari, que es quien ha realizado el estudio.

Además afirma que en algunos casos, la terapia psicorreligiosa no es menos importante que la psicoterapia porque contiene elementos espirituales o religiosos que fomentan la autoconfianza y el optimismo, dos elementos esenciales para curar la enfermedad. El Dr. Hawari, citó unos cientos de estudios que muestran una conexión entre las vivencias religiosas y la curación.

En particular, mencionó uno que ha establecido un vínculo entre el éxito de la cirugía cardíaca y el grado de fe religiosa del paciente. En otro ensayo se apreció un aumento de cuatro veces del riesgo de alcoholismo en estudiantes de medicina sin convicciones religiosas. En otra investigación más se observó que en los pacientes que participaban en actividades religiosas, el riesgo de muerte por cardiopatía coronaria era 50% menor, de efisema, un 56% menor, de cirrosis y hepatitis, un 74% menor y de suicidio un 54% menor que en pacientes sin convicciones religiosas.

Quizás son estadísticas conocidas pero, en estos momentos en los que todos nos encontramos tan preocupados por nuestra salud, y se nos anima a cuidarla desde la infancia prestando especial interés a la alimentación, a la actividad saludable del ejercicio, a la prevención de enfermedades desde tantos puntos potenciales de peligro (trabajo, tráfico, ocio...), se me ocurre pensar que no estaría de más recordarnos y recordar a los otros que también creer, rezar, y luchar por vivir coherentemente conforme a la voluntad de un Dios que nos ama, es beneficioso no ya sólo con la vista puesta en la “otra vida” sino también para nuestra propia salud corporal. Que cuidar nuestro espíritu beneficia a nuestro cuerpo. Que dar preponderancia a los valores trascendentes nos puede hacer disfrutar más y mejor de este mundo, que ha salido de las manos de Dios.

Un buen slogan a tener en cuenta sería: “Creer no perjudica la salud, sino que la beneficia. Seriamente”. Incluso habría que pedir a las autoridades ya sanitarias, ya educativas, ya legislativas que nos lo recordaran con tanto énfasis como nos recuerdan que fumar o beber es dañino o que conducir peligrosamente puede salirnos caro. Apuesto que llegaríamos antes al “déficit cero” ...y nos sobraría.



 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |