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Dios y J.S. Bach, según el director de orquesta Patrick Kavanaugh
En un mundo de superestrellas hinchadas, la humildad de un genio como Bach se nos hace extraña.


Por: Forumlibertas.com | Fuente: Forumlibertas.com



Bach siendo joven, retratado por J.E. Rentsch el Mayor, 1715

Patrick Kavanaugh es compositor, director de orquesta y autor de varios libros, entre ellos "Vidas espirituales de grandes compositores". También es el Director Artístico del Festival MasterWorks Festival y director de la asociación de intérpretes cristianos en EEUU (Christian Performing Artists´ Fellowship).




El único propósito de la música deberías ser ...

En un artículo publicado en CHRISTIANITY TODAY el músico admite la deuda que tiene contraída con Johann Sebastian Bach, el genial compositor y organista del barroco alemán. Él lo explica así:

Si me preguntan cuál es el compositor que más ha influido en mi vida, la respuesta siempre es la misma: Johann Sebastian Bach.

Millones de personas han escuchado a J. S. Bach, Miles de conciertos y cientos de CDs presentan su música inigualable. Pero en su época, Bach era prácticamente un desconocido, al menos fuera de las villas alemanas en las que vivía y trabajaba sin hacer ruido.

Bach nunca se sintió atraido por el estrellato, la fama o la fortuna. Este genio incuestionable era agradablemente modesto. Dijo a un estudiante: "simplemente practica con diligencia y todo irá muy bien; tienes cinco dedos en cada mano tan sanos como los míos". Una vez, cuando alabaron su maravillosa habilidad como organista, Bach demostró su característica humildad e ingenio respondiendo: "no hay nada maravilloso en ello; sólo se trata de golpear las notas adecuadas en el momento adecuado y el instrumento hace el resto".

Quizá es necesario haber trabajado en las artes interpretativas tanto tiempo como yo para apreciar plenamente la rareza de estos sentimientos humildes. En el mundo actual de la música, tan competitivo, la tentación siempre es hacer que tú parezcas mejor rebajando la reputación de los demás. Cuando yo era joven en la escuela de música, a menudo me rodeaba el choque de egos, y debo admitir que yo mismo tuve mi lucha en este tema. Bach me ofreció una salida.

Recuerdo haber leído una sencilla frase de este maestro musical siendo yo un novato. Bach dijo: "el único propósito de la música debería ser la gloria de Dios y la recreación del espíritu humano".

Consecuente consigo mismo
Cuanto más ponderaba esta frase, más liberaba mi corazón. La música se nos daba para glorificar a Dios en el cielo y para edificar a los hombres y las mujeres en la tierra. No era para hacer montones de dinero o responder a las necesidades de mi ego, ni para ver mi nombre con anuncios luminosos. La música tenía que ver con bendecir a Dios y bendecir a los demás. Después de meses de audiciones, recitales y competiciones, la simplicidad de la afirmación de Bach fue un bálsamo para mi alma.

Más aún, me di cuenta de que la propia vida de Bach estaba de acuerdo con sus creencias. Aunque tenía un genio musical que sólo se puede encontrar, quizá, una vez cada cien años, él eligió vivir la vida oscura de un músico de iglesia. Sólo una vez en sus 65 años tomó un trabajo en el que su brillantez le pudiera reportar fama del mundo. Durante un tiempo fue el Kapellmeister de la corte del príncipe Leopoldo. Pero ese ambiente era una distracción para él. Pronto lo dejó para aceptar una posición más baja, como responsable de música en una iglesia de Leipzig, donde de nuevo estaría enclaustrado en su querido mundo de la música de iglesia, sin aclamaciones.

Como nadie en la historia, Bach explica el "por qué" que está detrás de nuestras diversas vocaiones, carreras y talentos. Son para los otros y para Dios, no para nosotros. La próxima vez que ustedes oigan una obra maestra de Johann Sebastian Bach, reflexionen cómo su corazón deseaba glorificar a Dios. Su vida y ejemplo cambiaron mi vida y aún cambian vidas por todo el mundo.







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