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Crónica del III Concilio de Toledo
En el Concilio III de Toledo quedó sellada la unidad espiritual de España, mediante la conversión al Catolicismo de la población arriana de la Península


Por: José Orlandis | Fuente: www.fluvium.org



El Catolicismo ha sido esencial

Desde aquel Concilio III de Toledo, tan lejano en el tiempo, y hasta una ?ca relativamente pr?a a nosotros, el Cristianismo cat?o constituy? elemento esencial de la personalidad nacional espa?. la Fe era el vinculo que aproximaba e imprim?un sello com? todo un mosaico de pueblos sobre los cuales el medio geogr?co y los particularismos hist?os, la lengua y hasta la insolidaridad temperamental, operaban como poderosas fuerzas centrifugas.


La fe impuls? Reconquista

Esta unidad de Fe cre? conciencia de una radical comunidad de destino, que no s?se mantuvo inc?e durante la dominaci?sl?ca, sino que anim? secular empresa del reencuentro de la Espa?erdida, que fue la epopeya de la Reconquista.


Con Leovigildo desaparece la dualidad arriano-cat?a

En el Concilio III de Toledo qued?llada la unidad espiritual de Espa?mediante la conversi?l Catolicismo de la poblaci?rriana de la Pen?ula. Este elemento germ?co, descendiente de los invasores visigodos y suevos, constitu?una reducida minor?en comparaci?on la masa de la poblaci?ispanoromana que, salvo escasas excepciones, era cat?a a mediados del siglo Vl. Pero los godos, aunque inferiores en n?o, ten? un considerable peso social, porque integraban el estamento aristocr?co-militar, principal detentador del poder pol?co, del cual salieron todos los monarcas que ocuparon el trono del Reino visigodo espa? Durante largo tiempo, el dualismo religioso apareci?mo la l?a consecuencia del dualismo ?ico y social: los hispano-romanos eran cat?os, los godos eran arrianos, y la diversidad de confesiones constitu?un importante y deseado hecho diferencial. Este planteamiento fue desechado como ideal pol?co desde la hora en que Leovigildo comenz?reinar en la Espa?isigoda.


Lo de Leovigildo fue un intento

Leovigildo -uno de los grandes "hacedores" de esa Espa?ue los visigodos "inventaron" y construyeron- tuvo la aspiraci?e fundir en un ?o pueblo los dos elementos romano y germ?co que integraban la poblaci?ispana. Esa habr?de ser la unitaria base demogr?ca de la gran Monarqu?que extendiera su autoridad soberana por todas las tierras de la Pen?ula Ib?ca. Pero Leovigildo tenia el convencimiento de que tan solo sobre el firme fundamento de la unidad confesional podr?asentarse una s?a unidad nacional y pol?ca. Tal fue la raz?e que el primer intento de unificaci?eligiosa de los espa?s haya sido obra de Leovigildo y que ese intento fuera bajo signo arriano, aunque se tratara de un arrianismo mitigado y diluido con importantes concesiones doctrinales y disciplinares a los cat?os la tentativa de Leovigildo se sald?n un rotundo fracaso; pero la unida religiosa no tardar?en llegar: la lleva feliz t?ino su hijo y sucesor, Recaredo, y fue la unidad cat?a espa?.


Recaredo fue el primer rey cat?o

En la primavera del a?86 fallecido el rey Leovigildo, y Recaredo le sucedi?c?camente en el trono visigodo Es indudable que desde el comienzo, mismo del reinado, el nuevo monarca tenia resuelto abrazar la Fe Cat?a y tard?co en cumplir su prop?o Dos a?antes de la celebraci?e Concilio III, a comienzos del 587 Recaredo fue recibido en la Iglesia en calidad de pr?ipe cat?o y particip? el gran S?do que se reuni? la capital del reino.


Convocado el Concilio a instancias de San Leandro y Eutropio

Profesi??ca de fe


¿Cu?s pudieron ser entonces las poderosas razones que determinaron la convocatoria del c?bre Concilio Toledano? Un escritor contempor?o y bien informado -el cronista Juan de Biclaro- dice que la iniciativa de reunir un magno S?do parti? San Leandro de Sevilla y de Eutropio, abad del monasterio Servitano: dos destacados eclesi?icos relacionados con Bizancio conocedores, por tanto, de las tradiciones conciliares del Oriente cristiano, Leandro y Eutropio estimaban que un acontecimiento de tan excepcional trascendencia como era la conversi?el pueblo visigodo al Catolicismo y su recepci?n la Iglesia, merec?celebrarse con la debida solemnidad y en un escenario a la medida de su importancia hist?a. Ning?arco m?grandioso pod?desearse para tal circunstancia que un S?do general del Episcopado del reino, capaz de rivalizar en brillantez con los prestigiosos concilios que se reun? en tierras del Imperio de Oriente: y ese fue el Concilio III de Toledo.


Recaredo hizo profesi?e fe en nombre del pueblo

En el Concilio Toledano, el papel de Recaredo -tal como se ha dicho- no fue el de catec?o o neoconverso, sino el del monarca ortodoxo que hace la profesi?e fe en nombre del pueblo que ha conducido hasta el umbral de la Iglesia. Recaredo hab?convocado a los obispos a reunirse en asamblea, y en su presencia tuvo lugar la inauguraci?ficial del Concilio, en la ma? del domingo 8 de mayo del a?89. Las palabras de Recaredo en el aula conciliar, dirigidas al Episcopado del reino subrayan el protagonismo del monarca en la conversi?e sus s?tos. Godos y Suevos eran los dos pueblos que Recaredo -tras haber sido ?mismo iluminado por Dios- hab?arrancado de las tinieblas de la herej?y ofrendaba ahora a la Santa Iglesia.


Recaredo ofrece a Dios a los Godos y a los Suevos

"Presente est?qu?dec?el rey ante los obispos- la ?lita naci?e los Godos, estimada por doquier por su genuina virilidad, la cual separada antes por la maldad de sus doctores de la fe y la unidad de la Iglesia Cat?a, ahora, unida a mi de todo coraz?participa plenamente en la comuni?e aquella Iglesia". Y all?staba tambi?presente -segu?diciendo el rey- "la incontable muchedumbre del pueblo de los Suevos, que con la ayuda del Cielo sometimos a nuestro reino y que, si por culpa ajena fue sumergida en la herej? ahora ha sido reconducida por nuestra diligencia al origen de la verdad". Recaredo, promotor de la conversi?e sus s?tos, ofrec?a Dios "como un santo y expiatorio sacrificio, estos nobilisimos pueblos que por nuestra diligencia han sido ganados para el Se?.


Recaredo aclamado como "Conquistador de nuevos pueblos para la Iglesia Cat?a"

"Conquistador de nuevos pueblos para la Iglesia Cat?a": ese fue el titulo con que los obispos aclamaron a Recaredo al final de su discurso:

"¿A qui?ha concedido Dios un m?to eterno, sino al verdadero y cat?o rey Recaredo? ¿A qui?la corona eterna, sino al verdadero y ortodoxo rey Recaredo?" Estas y otras fueron las aclamaciones que brotaron de los labios de los padres conciliares, y que han llegado hasta nosotros a trav?de las actas del S?do. M?a?Recaredo es presentado como un nuevo ap?l: "¡Merezca recibir el premio apost?o, puesto que ha cumplido el oficio de ap?l!", exclaman los obispos recurriendo a un s?l de tradici?riental, pues en el Oriente cristiano se aplic?los grandes pr?ipes -desde el emperador Constantino a Wladimiro de Kiew- que tuvieron un papel importante en la conversi?e sus pueblos.


Tambi?hicieron profesi?e fe magnates ilustres y antiguos obispos arrianos

La asamblea conciliar sigui? curso. Un grupo de eclesi?icos y magnates conversos, en representaci?e todo el pueblo godo, hicieron la profesi?e fe, que luego fue suscrita por ocho antiguos obispos arrianos y cinco "varones ilustres" de la nobleza visigoda. El concilio promulg?dav?una serie de preceptos sobre disciplina eclesi?ica y otros que atribu? a los obispos importantes funciones civiles, articulando el esquema de un sistema de "gobierno conjunto" de ambos pueblos-visigodo e hispano-romano-, en el que participaban de modo arm?o dignatarios laicos y obispos. Al prelado cat?o m?insigne, san Leandro de Sevilla, correspondi? honor de clausurar el Concilio Toledano con una vibrante homil?de acci?e gracias: la Iglesia desbordaba de gozo por la conversi?e tantos pueblos, por el nacimiento de tantos nuevos hijos; porque "aquellos mismos -dec?Leandro- cuya rudeza nos hacia anta?emir, son ahora, por raz?e su fe, motivo de gozo".


El III Concilio de Toledo es definitivo en la historia de Espa?br>
La huella conciliar


El Concilio III de Toledo marc?a huella indeleble en la historia religiosa espa?. Pero su importancia desborda el estricto marco hisp?co para alcanzar una dimensi??amplia: cat?a. La Cr?a de Juan de Biclaro traza un sugestivo paralelo entre Recaredo en el Concilio III de Toledo y los grandes emperadores cristianos de Oriente, Constantino y Marciano, que hab? reunido los Concilios ecum?cos de Nicea y Calcedonia; y la Cr?a contempla el S?do toledano, proyectado sobre el horizonte de la Iglesia universal, como el acontecimiento que representaba la definitiva victoria de la Ortodoxia sobre el Arrianismo. As?a los ojos del m?ilustre Cronista espa?contempor?o, el Concilio aparec?a la vez como el origen de la unidad cat?a de Espa? el punto de agotamiento del ciclo vital de la gran herej?trinitaria de la Antig?d cristiana. Al conmemorar ahora el XIV centenario de su celebraci?vale la pena poner de relieve esta doble dimensi?eligiosa -espa? y ecum?ca- que tuvo en la historia de la Iglesia el Concilio III de Toledo.







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