La semana pasada, dos personajes hicieron declaraciones a la Prensa sobre el Estado laico y sobre la educaci?aica. A esas declaraciones a? estos comentarios.

Consultando el Diccionario Enciclop?co Ilustrado, el verbo laicizar es hacer algo independiente de toda influencia religiosa; as?laicismo es propugnar la independencia del hombre, la sociedad y el Estado de toda influencia religiosa. Laico como adjetivo se aplica tambi?a la escuela o ense?a en que se prescinde de la instrucci?eligiosa; aplicaciones aceptables si no se toman como adversas o hasta persecutorias de la religi?br>
Porque, por largo tiempo, en M?co vivimos un marcado laicismo que quer?reducir las pr?icas religiosas al interior de las conciencias o de las sacrist?. La exclusi?e las Iglesias del escenario p?co era una constante; ahora, la participaci?e los agentes religiosos en la vida p?ca del pa?resulta congruente con la laicidad y con la democracia. La libertad religiosa es uno de los derechos inalienables e implica necesariamente que los habitantes del pa?puedan ejercerlo en sus actividades privadas y p?cas.

El Estado laico moderno valora la religi?reconoce y garantiza plenamente el derecho a la libertad religiosa. Aunque, a?ay jacobinos que opinan que la libertad de expresi?s v?da mientras no la ejerza un ministro de culto, “el verdadero Estado laico no establece una dictadura antirreligiosa; respeta las distintas y plurales convicciones de los ciudadanos” (CEM).

Por ello tambi? seg?l mismo Diccionario, laico como sustantivo y como adjetivo equivale a lego, seglar o que no tiene ordenes clericales; as?el laicado en la Iglesia Cat?a, es la condici? el conjunto de los fieles simplemente bautizados no cl?gos.
Despu?de un largo y dif?l itinerario en el Concilio Vaticano II, el 18 de noviembre de 1965 el Santo Padre Pablo VI promulg? Decreto sobre el Apostolado de los seglares. L?ima que a distancia de cuarenta y dos a?de clausurado el Concilio, las grandes mayor? de cat?os no lo hayan le?; de donde resulta la gran confusi?obre lo laical y los laicos.

De los 33 n?os del Decreto transcribo unos p?afos del n?o siete. Comienza as?“el Plan de Dios sobre el mundo es que los hombres instauren con esp?tu de concordia el orden temporal y lo perfeccionen sin cesar” (7.1).

Y se refiere a: “bienes de la vida y de la familia, la cultura, la econom? las artes y las profesiones, las instituciones de la comunidad pol?ca, las relaciones internacionales y otras realidades semejantes, as?omo su evoluci? progreso” (7.2).

Sin embargo, “en el decurso de la historia, el uso de los bienes temporales se ha visto desfigurado por graves aberraciones, porque los hombres, tarados por el pecado original, cayeron en much?mos errores acerca del verdadero Dios, de la naturaleza del hombre y de los principios de la ley moral, de todo lo cual se sigui? corrupci?e las Costumbres y de las instituciones humanas y la no rara conculcaci?e la persona del hombre” (7.3).

Corresponde pues a todos los bautizados pertenecientes a la Iglesia la obligaci?e “trabajar para que los hombres se capaciten a fin de establecer rectamente todo el orden temporal y ordenarlo hacia Dios por Jesucristo” (7. 4).
Por su parte es preciso que los laicos “acepten como obligaci?ropia el instaurar el orden temporal y el actuar directamente y de forma concreta en dicho orden temporal, dirigidos por la luz del Evangelio y la mente de la Iglesia y movidos por la caridad cristiana; el cooperar, como conciudadanos de los dem? con su pericia y propia responsabilidad, y el buscar en todas partes y en todo la justicia del Reino de Dios” (7.5).

Frente al laicismo del Estado mexicano y del sistema educativo imperantes: sin conocer la ense?a de la Iglesia, ¿cu?o y c?los cat?os querr?aceptar el compromiso derivado del Bautismo y de estos criterios conciliares, cuando m?bien aparece resistencia en contrario?

Durango, 22 de julio del 2007

H?or Gonz?z Mart?z, arzobispo de Durango