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DIALOGANDO CON JESÚS

DIALOGANDO CON JESÚS
Hoy, temprano, le he pedido a Jesús que barriera dentro mi alma.






Hoy, temprano, le he pedido a Jesús que barriera dentro mi alma.

Imaginé mi alma como una casa de madera y a Jesús yendo de cuarto en cuarto recogiendo los trapos sucios, la basura que he dejado por doquier.

Entonces tuvimos este diálogo:

“Señor, nunca me dejes, a pesar de lo que soy”.

“Cada día me cuesta más limpiar tu alma. Pero lo hago con gusto, porque eres mi amigo, mi gran amigo. Cuando otros me han dado la espalda, tú has sabido permanecer conmigo”.

“Sabes que no soy perfecto. Cometo demasiados errores”.

“El alma es, como decía santa Teresa: “un huerto que hay que cultivar”. Ustedes deben arar, escarbar, preparar el terreno. Yo he sembrado buena semilla en las almas y sólo espero que germinen para pasar a cosechar”.

“Cada día te amo más, Señor. No permitas que deje de amarte”.

“Mi Padre que es amor, los envuelve siempre en Su amor. Les da las “gracias” que necesitan y los inunda con su Amor, para que puedan amar. No te inquietes. Te llevo conmigo, en mis pensamientos”.

Hoy he pensado: Si pudiese elegir un lugar en este momento, un sitio para estar: ¿cuál elegiría? Escogería estar contigo Jesús.

Sé que no lo merezco, pero me abrigo en tu Palabra:

“Así que yo les digo: pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá”.


Lo que busco, es a Ti, no deseo más. ¿Te encontraré?

Pido lo que más atesoro: Tu amor. ¿Lo tendré?

Llamo a tu puerta: ¿Me abrirás?


Si la mantienes cerrada te recordaré estas palabras tuyas: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

“Claudio: Ya me encontraste. ¿Acaso no me has visto en los Sagrarios, en los pobres, los necesitados, los que sufren?

Mi amor se encuentra en todas partes, lo cubre todo, porque todo lo hago por amor. Cuando llames a mi puerta, dime: “Soy un fruto verde, insípido, pero siempre soñé con madurar para ti”. Y yo te abriré la puerta y te llamaré por tu nombre.

Ahora, debes perseverar. Busca la santidad. En todos tus actos ten presencia de Dios. Y Mi Padre estará contigo. Si la humanidad supiera cuánto les amo, olvidarían el sufrimiento, las aflicciones, el dolor y pondrían sus miradas en el cielo, donde tengo un lugar para cada uno de mis amigos”.








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