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El joven desea triunfar

El joven desea triunfar
El sueño del hombre consiste en la consecución del señorío absoluto de su existencia.


Por: Felipe Santos | Fuente: es.catholic.net



Recordarás que hace años se hizo una encuesta a la juventud. Los resultados fueron éstos: un 90% de los jóvenes interrogados señalan como importante para ellos <>; un 88%, decía que lo importante para ellos era <>; un 59% decía que era <>.

Todo el mundo desea triunfar. En esta sociedad competitiva tan sólo vale quien tiene éxito económico y posición social. El éxito personal y trascendente, que vale para ahora y para siempre, cuenta poco para muchos. El éxito cristiano, en este mudo secularizado, no se tiene en cuenta.

Y sin embargo, tú - como cristiano- tienes ante tus ojos el triunfo de tu fe. Una fe que supone en ti una lucha ardiente contra todo aquello que te impide hacer las cosas a la luz del día mediante tus buenas obras. No eres creyente para quedar oculto, sino para aparecer ante todos como una persona alegre; alegría que te viene de saber que Cristo está contigo para que triunfes en el combate contra todo aquello que no tenga en sí un valor trascendente.

Las estructuras que forman esta sociedad y sus entresijos no deben apartarte de tus valores. Sólo éstos te dan gozo íntimo, mucho más que el dinero, el poder y figurar en los medios de comunicación con una fama efímera.

Te incumbe un deber muy grande y excelso: lograr que tú triunfes en todo el espectro de tu persona y hagas del mundo que te circunda un mundo más perfecto. Todo esto lo consigues si trabajas unido a Cristo, el motor que te impulsa a no quedarte anquilosado en tus propias cosillas.
Recuerda estas palabras: "El sueño del hombre consiste en la consecución del señorío absoluto de su existencia". Tiene razón; ya que su superioridad sobre el animal reside en poder mirarse, mirar al Mundo, juzgar y dirigir su vida según las normas de su ideal. Pero muchos hombres que se creen maestros de su obrar son realmente, en mayor o menos escala, esclavos de su cuerpo y de su sensibilidad. No lograron establecer y mantener sólidamente la jerarquía de sus valores. O no son clarividentes o cuentan únicamente con sus propias fuerzas para vivir "de pie".



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