Cecilia Eusepi, Beata
Por: Tito M. Sartori, OSM | Fuente: servidimaria.org
Laica
Martirologio Romano: En Nepi, provincia de Viterbo (Italia), beata Cecilia Eusepi, laica, miembro de la Tercera Orden de los Siervos de María, que alcanzó la santidad como catequista y al servicio de los demás en la vida de cada día. († 1928)
Fecha de beatificación: 17 de junio de 2012, durante el pontificado de Benedicto XVI
Cecilia Eusepi nació en Monte Romano (Viterbo) el 17 de febrero de 1910 y murió en Nepi el 1º de octubre de 1928. A los 18 años de su existencia terrena fueron llenos de favores divinos desde cuando tenía 5 años. Hasta 1915 vivió con la mamá en el pueblo de origen. Quedándose huérfana de padre después de casi un mes y medio de nacimiento, la figura paterna fue sustituida por la del tío materno, Filippo Mannucci.
Después de la de la ida del hijo Vincenzo, llamado al ejército a causa de la primera guerra mundial, la mamá de Cecilia, Paolina Mannucci, se trasladó el 6 de enero de 1915 a Nepi en la hacienda La Massa, donde el hermano Felipe administraba, desde 1911, las propiedades de os duques Lante de la Rovere.
Acostumbrada anteriormente a asistir al asilo de las Religiosas de la Sagrada Familia en Monte Romano y a jugar con sus coetáneos, improvisadamente la pequeña se encuentra en la soledad campirana de la hacienda: siendo pleno invierno, en La Massa ve el ánima viva. Todo ello crea problemas a la mamá y al tío, preocupados de la educación de la niña. Así pues el 5 de septiembre, hacia el final ya de los trabajos de la estación, deciden confiarla como interna a las monjas Cistercienses, el cual monasterio distaba unos cientos de metros de la iglesia de los Santos Mártires Tolomeo y Romano, popularmente llamada «del Rosario», parroquia confiada a la Orden de los Siervos de María.
Entró en el monasterio a los 5 años, Cecilia saldrá por primera vez a los 12 a causa de su estado precario de salud. Las demás internas, la mayoría residentes en Nepi, durante los periodos estivos regresaban en su propia familia La única que no dejaba el monasterio era Cecilia, por voluntad sea de la mamá como del tío, deseosos de tenerla lejos del oír blasfemias o discursos tórpidos, fáciles en el periodos de trabajos agrícolas dichas por personas que no siempre tienen temor de Dios. La misma Cecilia agradaba no dejar los amados muros claustrales, porque se había afeccionado a las monjas y quererlas como otras mamás. Entre otra cosa, permaneciendo en el monasterio le era fácil la compañía de las otras internas, que también durante las vacaciones estivas a menudo regresaban llevada por la familiaridad con las monjas educadoras.
Una gastritis obstinada y la epítasis forzaron a Cecilia quedarse en La Massa desde febrero de 1922 hasta el 1º de noviembre de aquel año. En la solemnidad de todos los santos volvió a entrar en el monasterio acogida por las monjas Cistercienses con grande alegría para darle no más el lugar de las internas, sino el del noviciado, con la convicción que Eusepi sería monja de ellas.
El desenvolverse de acontecimientos cambio de rumbo. La muerte de la abadesa, madre Teresa Salvatori, que la había acogido niña, y el sentido crítico que a los 13 años empezó a hacerse evidente llevaron a rever los precedente propósitos, habiendo constatado que en dicha situación no respondía más a los ideales pensado. A ayudarla a salir del monasterio intervinieron nuevamente las enfermedades anteriores, gastritis y epistaxis, a las cuales se añadió la ulcera en el estómago. Del 28 de marzo a 8 de abril de 1923 Cecilia es hospitalizada en Civita Castellana (Viterbo). Después de la hospitalización el profesor Ferretti le impone quedarse por 6 meses en La Massa, haciendo paseos, alimentándose de alimentos fortificante, dadas las precarias condiciones de salud en el cual se encontraba. Dicho régimen dietético tuvo para elle una funesta consecuencia porque se le limitaba cada día recibir la Sagrada Eucaristía.
Durante el verano se inscribió a la Juventud Católica Femenina siguiendo activamente la vida e iniciativas, leyendo el periódico pequeño y viviendo intensamente el programa.
Un día manifiesta a su mamá la intensión de hacerse religiosa con las religiosas Manteletas Siervas de María de Pistoya. La madre habla inmediatamente al hermano, el tío Filippo. Sea la mamá como el tío se pronunciaron absolutamente contrarios a dicho propósito de Cecilia y el tío para quitarle aquella idea, durante el mes de septiembre la llevó a unos parientes en Italia central: Viterbo, Macerata Cagli, Secchiano, Vitorchiano. El resultado de este peregrinar será totalmente negativo, dada la determinación de la sobrina. También el obispo de Nepi, el Siervo de Dios Luigi María Olivares, interpeló a ello aconsejando a Filippo Mannucci a dejar a la sobrina libre de abrazar la vida religiosa.
El 16 de noviembre de 1923 Cecilia deja Nepi, y va a Roma y el 18 del mismo mes llega a Pistoya para iniciar la primera etapa de formación. Terminado los estudios anteriores con los estudios precedentes y lecciones en privado que le impartía sor Guglielma Borsari, futura madre general de la congregación, y en el mes de julio de 1924 aprueba los exámenes de primaria.
Transcurrió las vacaciones de verano en Quarrata (Pistoya) en la asistencia a los niños del asilo, en octubre Cecilia fue enviada a Zara (Yugoslavia). Desgraciadamente los malestares en el mes de mayo de 1925, logra en julio superar los exámenes del primer año de normal. Regresa después en Italia para asistir nuevamente los niños del asilo en Quarrata y en el mes de octubre inicia en Pistoya el segundo curso de magistral, el 3 de marzo de 1926, Sábato anterior a la solemnidad de los Ramos, enferma y durante 21 días esta en cama. Sanada, retoma los estudios y aprueba los exámenes, después va a Quarrata el 31 de julio, el 16 de agosto la madre general la llama a Pistoia, le da la mantellina de las aspirantes y la manda a Maresca, un pueblito de Pistoia a 800 metros sobre el nivel del mar con su tarea de dar clases a 21 niños la primaria. Aquí se verifica la enfermedad que la llevará hasta el final de su existencia: pocos días después de la llegada a Pistoia, donde la visitaron varios médicos que le diagnosticaron la peritonitis con inflamación de los pulmones. Es tan grave la enfermedad que el médico la considera incurable y pronostica el final dramático. Una novena a sor Bertilla Boscardin aleja por el momento la conclusión fatal; sin embargo el médico aconseja enviar Cecilia a su pueblo de origen, en la esperanza que los vientos de su pueblo puedan ayudarle a una curación definitiva.
El 11 de octubre de 1926 Cecilia llega a La Massa, donde se quedará hasta el final de sus días. El encuentro determinante con el padre Gabriele M. Roschin, enviado por el padre Angelo M. Flamini, prior provincial, tuvo el 25 de octubre, a los 14 días del regreso a Nepi. Teniendo promeso a Cecilia que lo habría llevado la santa comunión el día siguiente, le lleno de tanta alegría de hacerle desaparecer la desolación interior del cual estaba afectada. Desde este momento el padre Gabriele asumió la dirección espiritual de Cecilia y la acompañará hasta el deceso, sucedido el 1º de octubre de 1928.
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Rev. Tito M. Sartori, OSM
Provincia della SS.ma Annunziata dei Servi di Maria
Via Cesare Battisti, 6
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