Aborto (1)
Por: P. Jorge Loring | Fuente: Para Salvarte
5. Es un pecado grave contra este mandamiento el aborto. Se llama aborto la interrupción del embarazo cuando el feto todavía no puede sobrevivir fuera del seno materno.
Puede ser interesante mi vídeo El aborto: asesinato de inocentes80.
El Artículo 15 de la Constitución Española nos dice: «Todos tienen derecho a
la vida». Cuando decimos «derecho a la vida», estamos diciendo que es un derecho a su protección.
Provocar el aborto directamente es un homicidio, porque el feto es un nuevo individuo plenamente capaz para lograr su desarrollo completo.
De la unión del óvulo con el espermatozoide nace un nuevo ser humano, una célula diferente con doble herencia: 23 cromosomas del padre y 23 de la madre.
La vida de una persona comienza con la concepción, por eso el aborto provocado es un crimen.
El Concilio Vaticano II lo llama: «crimen abominable»81 .
Es un asesinato de lo más cruel y cobarde, pues el asesinado es un ser inocente e indefenso que no puede huir, ni siquiera gritar para protestar de la injusticia que se comete con él.
Las generaciones del futuro no comprenderán que en nuestro tiempo se permita a las madres que maten a sus hijos. Nos llamarán «generación asesina».
Los abortistas se molestan si se les llama asesinos; pero, ¿qué otro nombre podemos dar a los que han condenado a muerte a cuarenta millones de seres inocentes?
Y añaden: «La Iglesia es cruel, porque a los que cargan con el trauma de haber abortado, les añade el trauma de la excomunión». Este razonamiento es absurdo. Sería como querer quitar la policía para no preocupar a los terroristas.
Defender a los abortistas es como defender a los terroristas que matan, y despreocuparse de las víctimas. Permitir el aborto para evitar el peligro de las mujeres que abortan clandestinamente es lo mismo que permitir los asesinatos para no poner en peligro la vida de los asesinos.
El Dr. Jerónimo Lejeune, uno de los más brillantes investigadores franceses, Catedrático de Genética en la Universidad de la Sorbona de París, y Director del Centro Nacional de Investigación Científica, que cuenta en su haber profesional con los más importantes premios científicos82, y es miembro de las Academias de Ciencia de Suecia, Inglaterra y Estados Unidos, dice: «Esta primera célula, resultado de la concepción, es ya un ser humano»83. Tiene los 46 cromosomas propios de la especie humana84. En otra ocasión dijo: «Aceptar que después de la concepción un nuevo ser humano ha empezado a existir, no es ya cuestión de gusto o de opinión, sino una evidencia experimental»85.
Sigue diciendo el Dr. Lejeune: «Si el embrión no es desde el primer momento un miembro de nuestra especie, no llegaría a serlo nunca. Decir que no es un hombre, es lo mismo que decían los nazis: “un prisionero no es un hombre”»86.
Lo mismo se decía en una de las conclusiones de la Conferencia Internacional sobre el Aborto, celebrada en Washington donde participaron expertos en varios campos de la Medicina87.
Pero además el aborto es ilícito incluso en el caso de duda.
Si me dan un paquete para que lo tire al mar diciéndome que es un gato muerto, pero yo sospecho que es un niño vivo, no puedo tirarlo al mar, antes de salir de la duda.
Y si lo hago sin estar seguro de que no es un niño vivo, y resulta que lo es, soy responsable de un homicidio.
Pues bien, en Teología se dice que hay un nuevo ser humano desde el primer momento de la concepción. Y los médicos confirman esta afirmación. «El zigoto es vida humana desde el principio, aunque no es vida humana individual hasta el momento en que el blastocito se diferencia y se consolida en uno o más embriones», ha dicho Federico Mayor Zaragoza, Director del Centro de Biología Molecular88 .
«Desde el comienzo del proceso embrionario nos encontramos con una individualidad genética distinta y diferenciada de la de los padres»89.
El código genético contiene las características humanas e individuales del nuevo ser. Todo lo que cada individuo humano posee de único, singular e irrepetible a lo largo de toda su historia, está ya presente en su código genético. «La persona humana está en el embrión con todas sus potencialidades, que se irán desarrollando a lo largo de su existencia»90.
Por eso la Asociación de Ginecólogos de Suecia ha pedido que al feto se llame niño, «para llamar a las cosas por su nombre, pues abortar un feto es matar un niño»91.
El Profesor Juan Ramón Lacadena, Catedrático de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, en el Primer Congreso Internacional de Bioética de España, dijo que «la nueva vida comienza en el momento en que el espermatozoide entra en el óvulo»66.
El Dr. José Hernández Yago, Presidente de la Sociedad Valenciana de Bioética, ha dicho que el descubrimiento del genoma humano demuestra «inequívocamente que en el momento de la fecundación del óvulo por el espermatozoide surge un ser humano con todo el genoma completo»93.
El Dr. D. José Botella, Presidente de la Real Academia de Medicina y Catedrático de Ginecología en la Universidad Complutense de Madrid, en un artículo titulado El derecho a nacer, publicado en el diario YA, dice que la individualidad humana depende del código genético, y este código genético queda constituido en el momento de la concepción, siendo propio del nuevo ser, distinto de los códigos paterno y materno.
Es decir, que el nuevo ser es un individuo desde el momento de la concepción, y por lo tanto está amparado por los derechos humanos.
Eliminarlo es eliminar a un hombre: un homicidio.
Un hombre, que además del derecho que tiene a la vida, lleva en sí el derecho a vivir de toda una cadena de otros posibles seres humanos en el futuro, entre los que puede haber genios, artistas, sabios y santos.
Stephen W. Hawking, el «Einstein» de nuestros días, a quien todos pudimos ver en televisión, paralítico en una silla de ruedas, teniendo que hablar por medio de un sintetizador sonoro, no hubiera nacido, si en 1942, algún «listo» abortista hubiera descubierto en los cromosomas de su embrión que iba a ser inválido94.
El 15 de febrero de 1979 el periódico YA, publicó un documento del Colegio Oficial de Médicos, donde dice que: «Desde el punto de vista científico la vida comienza en el momento de la concepción»95.
El Profesor Kastler, Premio Nobel, dice: «La vida humana comienza en la concepción, en el momento de la fusión del espermatozoide y el óvulo»96.
«El hombre entero se encuentra ya en el óvulo desde el momento en que éste es fecundado: todo el hombre con todas sus potencialidades» (Jean Rostand, biólogo francés de primera línea)97.
«Producir un aborto es matar a un ser humano» (Dr. Zamorano Sanabria. Catedrático de Embriología de la Universidad Complutense de Madrid)98.
El Dr. José Antonio Abrisqueta, Jefe de la Unidad de Genética Humana del Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, afirma: «Ningún científico dudaría en afirmar que la vida humana empieza en el momento de la concepción»99.
«La biología contemporánea impone que el embrión humano es un individuo estrictamente determinado, con un potencial genético propio, desde el instante de la concepción»100.
«Ningún biólogo duda hoy en día que en el momento mismo de la reunión de los gametos, se ha engendrado ya no sólo una vida nueva e independiente, sino además una individualidad inédita»101.
El profesor Herranz Catedrático de Histología y Embriología General de la Universidad de Navarra, ha dicho: «El embrión humano es un ser humano, tiene vida humana. Su DNA es el mismo que tendrá toda su vida»102.
A su vez, el Dr. Severo Ochoa, Premio Nobel de Medicina de 1959, afirma que el hombre es lo que su clave genética determina. Y esta clase genética se establece desde el momento que se constituye el huevo (zigoto). Desde este momento este nuevo ser tiene sus derechos personales. Jamás un anatómico o un fisiólogo considerará el feto como parte integrante de la madre, como puede serlo el apéndice o una verruga que se pueden extirpar a voluntad. La vida del feto no es la de la madre, sino la suya propia, y tiene derecho a que se respete como se debe espetar la vida de un adulto103.
Las mujeres abortistas dicen que ellas hacen de su cuerpo lo que quieren; pero el feto no es una verruga. Es un ser humano. Y ninguna madre es la propietaria de la vida de su hijo.
El 17 de marzo de 1983 dijo la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas:
«El concebido no es una parte del organismo materno, sino un ser humano perfectamente individualizado, con su propio patrimonio genético».
Julián Marías, de la Real Academia Española, en un artículo del ABC104, dice cosas muy acertadas:
«Eso de que el feto es parte del cuerpo de la madre es una insigne falsedad, porque no es parte, está “alojado” en ella, “implantado” en ella. Una mujer no dice “voy a tener un tumor”, sino “voy a tener un hijo”... A veces se usa una expresión de refinada hipocresía para denominar el aborto provocado: Se dice que es la “interrupción del embarazo”. Como si al ahorcar se le llamara interrupción de la respiración»...
Hoy está de moda encubrir asesinatos con palabras bonitas:
Al aborto se le llama: interrupción del embarazo.
A la eutanasia se la llama: muerte digna.
Y al asesinato de fetos: clonación terapéutica.
Esa nueva vida que se ha formado en el vientre de una madre, no le pertenece a ella, pertenece a la especie humana, pertenece a Dios105.
Dios ha dispuesto que los primeros días del ser humano se desarrollen dentro del seno de la madre para proteger su vida.
Esto para algunos seres, en lugar de ser una defensa resulta un riesgo, pues madres que no se atreverían a asesinar a su hijo de dos años, se atreven a hacerlo si sólo lleva pocos meses en su seno.
Estas madres traicionan la misión que Dios les ha confiado.
Esto no lo hacen ni las fieras. Todos los animales defienden a sus crías.
El que en algunas naciones el aborto no esté penalizado por la ley, no lo convierte en moral. Las normas morales absolutas son independientes de la voluntad de los hombres.
La ley de Dios prohíbe el aborto, y ninguna ley hecha por el hombre puede hacer lícita la muerte de un inocente.
La ley universal de Dios obliga también a los no creyentes. El no matar, el no robar, el no fornicar, el no calumniar, etc. es para todo el mundo, y no sólo para los creyentes.
Aunque en una nación se legislara lícita la calumnia, no por eso la calumnia dejaría de ser una injusticia.
«Nadie pude autorizar la muerte de un inocente, sea embrión, feto, enfermo o anciano, sin cometer, por ello un crimen de extrema gravedad»106.
Biológicamente no hay diferencia entre matar un embrión humano de veinticuatro horas o un niño de veinticuatro meses107.
El Papa Juan Pablo II, dijo en Madrid el 2 de noviembre de 1982: «Nunca se puede legitimar condenar a muerte a un inocente»108.
La Comisión Permanente del Episcopado Español, dijo el 5 de febrero de 1983: «La despenalización del aborto nos parece gravemente injusta y del todo inaceptable. Ningún católico podrá en conciencia colaborar en la realización del aborto... Lo que hoy se llama interrupción voluntaria del embarazo, no podrá escapar a la calificación moral de homicidio».
Querer despenalizar el aborto criminal porque son muchas las mujeres que lo practican, es una aberración.
En ese caso, habría que permitir los robos y los atracos cuando son frecuentes. La despenalización del aborto criminal para contentar las voces que lo reclaman, no convierte el aborto en bueno. Las cosas o se hacen buenas por ser frecuentes. En ese caso, el egoísmo, tan frecuente, sería bueno; y el heroísmo, tan excepcional, sería malo.
La despenalización del aborto lleva a que se realicen monstruosidades, como cubos de basura llenos de fetos humanos, o aquel ginecólogo que alimentaba a su perro con lo fetos que obtenía de los abortos que practicaba a las mujeres que acudían a su clínica109.
Eso de que despenalizando el aborto se evitarían los abortos clandestinos es una utopía. En los países abortistas no han descendido los abortos clandestinos110.
El órgano de la Asociación de Médicos de Munich, la Münchener Artzliche Anzeigen, ha demostrado en un informe, que en 1978 sólo se registraron 73.548 abortos de los 180.000 allí realizados.
A los dos años de despenalizarse el aborto en Francia, según el informe del Ministerio de Sanidad francés, sólo se registraron 45.000 abortos de los cientos de miles realizados, según fuentes del mismo ministerio111.
El 23 de abril de 1978, el episcopado francés publica un documento contra el aborto, declarando que en cinco años de ley permisiva, el número de abortos ha aumentado, y que la ley abortista no ha servido para resolver las situaciones difíciles que trataba de arreglar112.
En Francia, donde los anticonceptivos están al alcance de cualquiera, el 57% de las solteras llegan al matrimonio con dos o tres abortos113.
En Estados Unidos donde también es muy fácil el uso de anticonceptivos, el número de abortos sigue creciendo: alrededor de un millón en 1973; en 1981 ha llegado a 1.500.000 abortos anuales114.
Desde que hay ley abortista en Estados Unidos se han realizado 15 millones de abortos autorizados115. En Inglaterra hubo 543 abortos de menores de 16 años en la primera mitad de 1970116.
Para consultar el artículo completo:
Aborto (2)
Aborto (3)
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- Concilio Vaticano II: Gaudium et Spes: Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, nº 51 regresar
- Diario YA, 19-V-81, pg. 8 regresar
- RAFAEL GÓMEZ PÉREZ: Problemas morales de la existencia humana, IV, 3. Ed. Magisterio Español. Madrid, 1980 regresar
- MARIANO DELGADO:ADáN Y EVA Y EL HOMBRE PREHISTÓRICO,VII. Folletos Mundo Cristiano. regresar
- Dr. TOMÁS MELENDO: Fecundación «in vitro» y dignidad humana, III, 1. Ed. Casals, Barcelona. regresar
- Diario YA, 17-III-85, pg.23 regresar
- Diario YA, 9-VI-79, pg.6 regresar
- Diario YA, 15-III-87, pg. 42 regresar
- Revista TRIBUNA MÉDICA del 11-X-74, pg. 37 regresar
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- Diario YA del 14-III-76 regresar
- Declaración del Vaticano sobre la eutanasia. Julio de 1980 regresar
- Dr. BOTELLA LLUSIÁ: Diario YA del 19-II-83, pg. 33 regresar
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