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La Universidad Católica y su Aportación Específica

La Universidad Católica y su Aportación Específica
Si la universidad católica no existiera, habría que inventarla. Si realmente, lo son, larga vida espera a nuestras universidades católicas.


Por: José Cervantes |





Introducción:


Estaba dando una plática a un auditorio semejante, cuando lancé la pregunta y quizá llevado por la moda, interrogué al auditorio: "¿Cuál es el plus, en la oferta de una institución de inspiración cristiana, y que otras no lo tienen” Luego, al terminar la reunión, un colega me hizo la observación: "No es un plus, es algo totalmente diferente”. Definitivamente, es inexacto pretender que la universidad católica ofrece un plus. Por su intencionalidad y características propias, la oferta educativa de una universidad católica es radicalmente diferente. Trataré de explicitarlo en diez breves enunciados:


1.- La universidad católica ofrece una visión total de la existencia:


La globalización ha dado al conocimiento, un protagonismo, antes desconocido. Toda educación centrada sólo en la producción, la eficiencia y en la competitividad mutila al ser humano. Ciertamente la economía rige la demanda educativa, pero se corre el riesgo de descuidar la verdadera naturaleza del ser humano, ignorando sus necesidades esenciales. "No de pan solamente vive el hombre”. El modelo de persona humana en muchas ofertas educativas está mutilado.


La universidad católica educa la dimensión más profunda del ser humano, la espiritual-religiosa. La única que puede guiar al universitario en la búsqueda del sentido último de su vida. Esta es una gran responsabilidad, ya que la credibilidad de nuestra propuesta última se asienta sobre la credibilidad en todos los demás aspectos de la universidad, desde el deportivo y el académico, hasta las instalaciones.


2.- La universidad católica genera y desarrolla valores a partir del Evangelio.


Hoy está de moda hablar de valores. Hemos visto cómo han surgido propuestas que carecen ya no de un referente último sino que ni siquiera provienen de una cosmovisión (weltaunschauung), de una filosofía y menos aún, de una axiología específica.

La universidad católica manifiesta su originalidad afirmando con los hechos, el carácter definidamente valoral de su educación. . Bien lo sabemos, educar hoy, es ir contracorriente. La filosofía del "Iaisser faaire" en educación es nieta de los abuelos permisivos de los sesentas. Si bien toda universidad puede promover determinados valores, la universidad católica genera, transmite y educa en valores a partir de la persona misma del Jesús de los Evangelios.


3.- La universidad católica tiene una intencionalidad salvífica


La Iglesia ha considera siempre a la universidad como un medio de búsqueda de la verdad y, por lo tanto, de la verdad total, de la Verdad, con mayúsculas. La universidad católica obedece a una intencionalidad salvífica. Es un lugar que posibilita el anuncio expreso y el conocimiento de Jesús y de su iglesia. Propicia el diálogo entre la fe y la cultura. En la muy variada tipología de universidades privadas existentes en nuestro país, encontramos universidades que fueron creadas por la empresas para llenar sus cuadros, otras son "negocio" y patrimonio familiar o institucional (recordemos, la Universidad de Phoenix que se define a sí misma como "institución lucrativa”). Las hay también promotoras de una ideología o de una religión.


La universidad católica, sin ignorar ninguna de las disciplinas administrativas y organizacionales, no busca el lucro, invierte lo máximo en la institución y se preocupa por la accesibilidad ya sea en las colegiaturas o en los numerosos programas de ayuda económica a quienes carecen de posibilidades.


Existe la controversia de si una universidad católica puede realmente llamarse universidad. Recordemos que la universidad, por el contexto social del momento, nació cristiana. Hoy la situación es totalmente diferente, sin embargo, la oferta de la universidad católica ha sabido evolucionar para mantener su significación en un mundo secular, plural e, incluso, hostil.


4.- En la universidad católica se vive un ambiente de libertad y de respeto:


La universidad católica mexicana no se reconoce ni persignada ni proselitista. Hoy día, nuestras universidades de inspiración cristiana respiran un clima de humanismo cimentado en la libertad y el respeto. Nuestra universidad es católica en su origen e inspiración. Su propuesta es definida y clara, pero es sumamente respetuosa de otras opciones. La identidad de la universidad católica es clara y expresa ya que, sólo desde identidades definidas, es posible el diálogo con las diversas culturas y las disciplinas. Nuestras universidades colegas, presentes en países islámicos o no católicos, han sido, desde hace muchos años, modelos de presencia definida y de actitud respetuosa ante el medio religioso o cultural circundante y diferente. Esto les ha ganada admiración y respeto.


5.- La universidad católica ofrece un conocimiento religioso a nivel universitario:


Los sociólogos de la religión han catalogado a la religiosidad de México como devocional y de poca incidencia en la vida moral de las personas. Aún en los niveles profesionales, abunda una ignorancia crasa en materia de religión. Muchas de las dificultades que un católico mexicano enfrenta, no son de fe, sino de simple ignorancia.


Nuestras universidades a través de cursos apropiados, promueven la formación específica mente religiosa de los estudiantes, con contenidos a la altura de un universitario y todas cuentan con un departamento de Pastoral Universitaria que ofrece, de forma optativa, actividades y cursos para la profundización de la experiencia cristiana.



6.- La universidad católica posibilita el diálogo entre fe y cultura:


La universidad como buscadora de la verdad, cultiva el saber, aprende de las diversas culturas y disciplinas y entabla con ellas un diálogo respetuoso. La universidad católica ante la crisis profunda de las evidencias y de la credibilidad (Fukuyama ha dicho que estamos al fin de las utopías) aporta la presencia iluminadora de la fe no como referente teórico, sino como expresión vital para la búsqueda del sentido. Es, como dice, Ex Corde Ecclesiae, la presencia institucional de la Iglesia en el mundo de la cultura.


Este diálogo es difícil por naturaleza. La esfera de las ciencias, de la cultura y de la fe, son autónomas, pero no tienen por qué ser irreconciliables. Cada una, desde su particular contenido, método y objetivo pueden y deben dialogar sin sentirse amenazadas. Por el contrario, la fe claustrada es lo más opuesto a un universitario católico


7.- La universidad católica es crisol de la sociedad.


Cuando la universidad católica no se deja encerrar, predominantemente, en una clase social, sino que, gracias a programas específicos, es accesible, se torna en crisol de la nueva sociedad, donde todas las clases sociales, dialogan, se encuentran y conviven. Prefigura, de esta manera un nuevo tipo de convivencia humana y contribuye a colmar los fosos de separación entre las clases sociales, los partidos políticos o las religiones. Se torna en referente de la nueva sociedad donde predomina el respeto y el amor.

Creo que sería traicionar a la esencia misma de la universalidad de la institución el volverse clasista o elitista, aunque contara con muchos programas de desarrollo y beneficencia, que se tornarían tan sólo asistencia les.


8. La universidad católica sustenta su propuesta con una referencia testimonial.


Hace poco, en una encuesta nacional para actualizar la misión de una institución universitaria muy conocida se me preguntaba sobre las fortalezas y debilidades de dicha institución. Sus fortalezas son muchas. Me permití señalar una "debilidad" que ellos reconocieron como definitiva: el no contar con un grupo testimonial de los valores que ofertan.


La universidad católica tiene esta fortaleza, su primer referente es Jesús, modelo de persona. Pero además busca congruencia en sus maestros para que, propuesta y vida, sean coherentes en la vida personal y en la vida social. Esta tarea no es fácil. Ya Ex Corde Ecclesiae propone al menos tres niveles de congruencia: 1) Pedir a maestros y personal que respeten la propuesta. 2) Pedir que se adhieran a ella y 3) Pedir que se comprometan con ella. Muchas universidades católicas han logrado el compromiso formal y grupal de muchos de sus componentes, tanto entre maestros, como entre alumnos, para vivir e impulsar la inspiración cristiana institucional. Inútil recordar que esta presencia activa y comprometida ejerce una influencia benéfica en toda la comunidad universitaria.


Hoy, muchos estudiosos de la conducta humana, han revalorado el rol modélico de los adultos. Querámoslo o no, el maestro es una referencia obligada para los estudiantes. Esta se torna benéfica cuando el maestro es congruente.


9.- La Universidad católica por ser una empresa no-lucrativa, suscita la aportación y el compromiso de todos los sectores


Al crearse, el mensaje de casi todas las universidades católicas en nuestro país es muy claro. Nace como fruto solidario de muchas personas. Al sueño inicial se unen los católicos, algunas veces, las congregaciones religiosas, la jerarquía y los empresarios socialmente responsables. Todos llegan a la convicción de que sólo solidariamente saldrán adelante. Descubren que en la solidaridad está la fuerza. Que un nuevo tipo de educación es posible. De hecho, muchas de las instituciones católicas experimentan un nuevo sentido de pertenencia en torno a un grupo humano del que brota un proyecto alternativo de educación y del cual, solidariamente, se responsabilizan.



10.- La universidad católica es profecía ejemplar


Si la vivencia de la vida cristiana conlleva un rol profético irrenunciable. La Universidad católica lo realiza corporativa e institucionalmente. Vivimos, casi constantemente, en la encrucijada económica, política ideológica, ética. La trama social se nos ha vuelto muy complicada, en muchos casos hemos perdido el consenso sobre asuntos de género, de identidad sexual, del papel de la cultura, de la economía, las plataformas políticas, el multiculturalismo, las minorías. Por definición, la universidad católica es el lugar donde se construyen identidades y se forman los valores morales. No puede escapar a manifestar abiertamente su posición ante estos aspectos. Por su rol profético, la universidad debe ventilar y cuestionar todas las propuestas.


Para ser crítica, la universidad católica cuenta con un horizonte, la esperanza y con una referencia, el Evangelio. La crítica lo abarca todo, mente, corazón, pensamiento y acción. La esperanza exige a la universidad católica estar presente en las acciones transformadoras de la sociedad. Todo proyecto humano debe ser sometido a la crítica.


A menudo, nuestras propuestas críticas pueden ser amenazadas por el sutil juego del poder y situarse en conflicto con el stablishmnent. Es el riesgo que no podemos evitar, so pena de claudicar. Tampoco podemos ignorar el alto riesgo que puede haber cuando maestros y estudiantes desafían las creencias, ideas y valores existentes. No otra fue la posición de Jesús en las Bienaventuranzas.


La actitud crítica de la universidad abre un espacio de libertad para discutir las fronteras convencionales y las cuestiones que van surgiendo en la sociedad. La universidad católica, por su apellido no es neutra ni apolítica. Tampoco, a riesgo de sacrificar su naturaleza misma, es partidista. La universidad católica en el desempeño de su rol profético puede tomar muchas formas, pero privilegia la compasión y la responsabilidad social teniendo como meta el conquistar las posibilidades de una mayor felicidad. Humana, de un ciudadano más crítico, para que la justicia prive en todas las relaciones y para que la democracia económica y política sea una realidad.


Conclusión:


Según Fukuyama, en la era postmoderna no hay ya lugar para las utopías y nos enfrentamos al fin de la historia. Personalmente, opino que el día que no tengamos más utopías, el hombre perecerá. Creo que la universidad católica, por buscar de forma sistemática, la presencia del Evangelio en la cultura es la más bella de las utopías. En un país libre y democrático, la presencia de la universidad católica es una alternativa indispensable para vivir un sano pluralismo en el mundo de la educación.. Pero, cuidado, lo peor que le puede pasar a la sal, dice el Maestro, es perder su sabor. La presencia y la acción de la universidad católica en nuestra sociedad es de una urgencia inaplazable porque:

· Tiene al Evangelio como referencia.
· Considera la persona humana como sujeto de salvación.
· Busca la liberación de la persona como proyecto total
· Encuentra en la cultura una forma privilegiada de
evangelización.
· Considera a la sociedad como campo de acción.








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