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Presentación del documento: Educar Juntos en la Escuela Católica.

Presentación del documento: Educar Juntos en la Escuela Católica.
Documento vaticano impulsa la colaboración entre consagrados y laicos en la escuela católica


Fuente: Zenit




Publicado por la Congregación para la Educación Católica

El convencimiento de que «la experiencia educativa de la escuela católica hay que pensarla y construirla como una experiencia de comunión» motiva el documento vaticano presentado este martes: «Educar juntos en la escuela católica – Misión compartida de personas consagradas y fieles laicos».

Aprobado por el Papa y publicado por la Congregación vaticana para la Educación Católica en italiano, francés, inglés y español, el texto, de 26 páginas, prosigue la reflexión de la misión educativa que trató en dos documentos precedentes sobre el tema de la identidad y de la misión, por una parte del laico católico, y por otra de los consagrados en la escuela.

El prefecto y el subsecretario del dicasterio, el cardenal Zenon Grocholewski y monseñor Angelo Vincenzo Zani respectivamente, se encargaron de presentar este nuevo documento, de cuyos detalles habló el rector de los Liceos del Instituto Gonzaga de Milán, el profesor Roberto Zappalà, en la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Comunión en la escuela católica hacia dentro y hacia fuera: es la clave las orientaciones del dicasterio, consciente de la multiplicación en la sociedad actual de puntos de referencia cada vez menos compartidos, del individualismo y del relativismo moral.

Y ello interpela a toda institución escolar, en particular a la escuela católica porque «ésta se propone como una comunidad educativa que no sólo se reconoce en un determinado marco de valores –los valores evangélicos-- y los transmite, sino que vive y hace vivir una experiencia de comunión en la que esos valores se asumen como normas educativas», puntualizó el profesor Zappalá.

Desde esta perspectiva «la experiencia educativa de la escuela católica» hay que concebirla como «una experiencia de comunión», cosa «que no se improvisa» --advirtió--, «sino que requiere madurez eclesial en las relaciones entre consagrados y laicos» y un camino de formación en ambos casos.

A estas inquietudes quiere responder el documento en tres partes. En primer lugar, «La comunión en la misión educativa» subraya la raíz teológica y antropológica de la «comunión».

Se expone que el hombre está llamado a realizarse en la comunión con Dios y con los demás, y que la educación puede llevarse a cabo de verdad sólo en un contexto relacional y comunitario empezando por la familia y llegando a la escuela, «que se sitúa al lado de la familia» con carácter subsidiario, precisó el profesor Zappalà.

Hacer realidad esta especificidad de la escuela católica requiere promover entre los consagrados y los laicos la espiritualidad de la comunión, recalca el documento. De ahí su segunda parte: «Un camino de formación para educar juntos».

Y es que «la buena escuela está hecha de buenos profesores» --reconoció el rector de los Liceos del Instituto Gonzaga de Milán--.

Por ello las indicaciones del dicasterio subrayan la necesidad de la formación «profesional» --con la capacidad de hacer una síntesis entre competencias profesionales y motivaciones educativas--, de la «formación teológica y espiritual» --que debe acoger y armonizar la contribución específica de consagrados y laicos— y «formación en el espíritu de comunión para educar».

La clave es que la escuela católica se hace promotora así de una «cultura de la comunión» transmitiendo la cultura no como medio de poder, sino como capacidad de comunión y de acogida de los hombres, de los sucesos, de las cosas, apunta el documento.

Este itinerario conduce a «La comunión para abrirse a los demás» -- en la tercera sección--.

Su motor –recordó el profesor Zappalᗠes que «la escuela católica participa de la misión de la Iglesia, y la Iglesia (como ha subrayado Benedicto XVI) no es jamás un fin en sí misma: existe para mostrar a Dios al mundo, existe para los demás».

De igual modo, «la escuela católica existe para el mundo entero y es constructora de una comunión abierta al mundo entero», concluyó.

De acuerdo con el cardenal Zenon Grocholewski, el nuevo documento, si bien se refiere a la escuela católica, es aplicable también a las cada vez más numerosas instituciones universitarias en lo relativo a la colaboración entre consagrados y laicos.


La escuela católica está beneficiando todas las regiones «calientes» del planeta


Expone el subsecretario de la Congregación vaticana para la Educación Católica

La escuela católica desarrolla su misión educativa en todas las áreas geográficas, incluidas las que carecen de libertad religiosa o ventajas sociales o económicas, «con una sorprendente capacidad de responder a las emergencias y necesidades formativas, a pesar de que haya grandes dificultades».

Con ejemplos concretos hizo esta constatación el subsecretario de la Congregación vaticana para la Educación Católica, monseñor Angelo Vincenzo Zani, en la presentación, este martes, del nuevo documento del dicasterio: «Educar juntos en la escuela católica – Misión compartida de personas consagradas y fieles laicos».

Buscando la educación integral de la persona, las instituciones escolares de la Iglesia en el mundo se estiman en unas 250 mil escuelas, con unos 42 millones de alumnos y 3,5 millones de profesores. De estos alumnos, 10 millones están en África, 12 millones en América, 10 millones en Asia, 9 millones en Europa y 800 mil en Oceanía. La población escolar (en instituciones de todo orden y grado) del mundo es de mil millones de personas.

«La presencia de la escuela católica es una voz significativa que se propone con un proyecto educativ0 centrado en una clara idea de persona, y orientado según una precisa visión pedagógica», subrayó monseñor Zani.

Casos de tal presencia --«como lenguaje de la experiencia es mucho más adecuado para explicar la acción educativa de la Iglesia, sobre todo en los lugares "calientes" y de frontera»-- es el de Líbano, donde «el programa de la escuela católica tiene como objetivo principal llevar a los jóvenes al diálogo y a la colaboración entre musulmanes y cristianos», mostró.

En este país, de los 210 mil alumnos de las escuelas católicas, pertenecientes a las 18 confesiones religiosas presentes en el territorio, el 63% son católicos, el 12,6% cristianos de otras confesiones, el 24,4% no cristianos –en su mayoría musulmanes--.

Hay zonas en Líbano en las que los no católicos constituyen el 99% de los alumnos de las escuelas católicas.

Tierra Santa (Estado de Israel, Territorios Palestinos, Jordania) ofrece más ejemplos emblemáticos de esta misión educativa: en las escuelas católicas el 55% de los alumnos son cristianos; el 45% no cristianos, en su mayoría musulmanes, pero también algunos judíos.

El subsecretario de la Congregación vaticana para la Educación Católica hizo hincapié asimismo en el ejemplo de Bosnia: en plena guerra de los Balcanes, la archidiócesis de Sarajevo fundó tres escuelas --«Escuelas para Europa»-- para acoger alumnos serbios, croatas y musulmanes.

«Es un ejemplo logrado de educación en el diálogo, en el respeto recíproco y en la acogida que involucra también a los padres», subrayó monseñor Zani, recordando que, en sus comienzos, 1.600 alumnos acudían a estas escuelas; actualmente lo hacen 10.000 en 15 centros.



Cardenal Grocholewski: El subjetivismo y el relativismo, males de la educación

Alerta al presentar el último documento del dicasterio para la Educación Católica

«Los males que afligen nuestras sociedades» también los está sufriendo la educación, esto es, «el difundido subjetivismo, el relativismo moral y el nihilismo», denuncia el cardenal Zenon Grocholewski.

El prefecto de la Congregación vaticana para la Educación Católica hizo hincapié en esta situación al presentar este martes, en la Sala de Prensa de la Santa Sede, el documento: «Educar juntos en la escuela católica - Misión compartida de personas consagradas y fieles laicos».

El purpurado aprovechó la ocasión para puntualizar la misión eclesial en el inmenso campo de la educación y de la escuela. En el mundo se calcula en mil millones la cifra de chavales en edad escolar; los docentes son unos 58 millones.

Pero la «desmotivación» y la «frustración en su tarea educativa» se difunde entre los profesores, sobre todo en Occidente. Y señales preocupantes son también –advirtió el cardenal Grocholewski-- «el aumento de la violencia en la escuela y entre los adolescentes, así como las dificultades de la familias que, es necesario recordar, son las primeras responsables de la educación de los hijos, para ser parte activa de la comunidad educativa escolar».

Además «se asiste a una pérdida del sentido de la educación estrictamente ligada al extravío de los valores, sobre todo de los que sustentan las opciones de vida: la familia, el trabajo, las elecciones morales», prosiguió.

De forma que «la educación sufre también los males que afligen a nuestras sociedades: el difundido subjetivismo, el relativismo moral y el nihilismo», denunció.

Éste es el contexto en el que desarrollan su labor, cada día, las instituciones escolares de la Iglesia en el mundo: 250 mil, con unos 42 millones de alumnos y 3,5 millones de profesores.

Y esta tarea, visto el panorama trazado, se lleva a cabo con el convencimiento de que «la educación –precisó el cardenal Grocholewski-- debe poder contribuir a hacer a los jóvenes capaces de abrirse progresivamente a la realidad y de formarse una sana y robusta concepción de la vida en la que los valores espirituales, religiosos y humanos no sean extraños».

El purpurado aplaudió el informe de la UNESCO –de Jacques Delors— en su visión educativa de la educación pluridimensional sobre cuatro pilares: «aprender a conocer», «aprender a hacer», «aprender a vivir juntos» y «aprender a ser».

«De hecho, la educación integral de la persona es del máximo interés de la Iglesia --confirmó--. Lamentablemente, una educación así, especialmente fuera de las escuelas confesionales, tiene dificultad en afirmarse».


Frente a los retos del subjetivismo, relativismo y nihilismo apuntados, «la tradición pedagógica católica subraya con fuerza la centralidad de la persona humana en el itinerario educativo».

Y es que «un planteamiento pedagógico correcto se enfoca en la formación integral del hombre, haciendo que se aproxime de manera sistemática y crítica a la cultura y a la realidad», recalcó.

Contribuye a esta labor el dicasterio, entre otros campos en el de las escuelas católicas del mundo, con sus orientaciones, como las del presente documento sobre la «misión educativa compartida» por parte de consagrados y laicos.

El cardenal Zenon Grocholewski hizo una advertencia: «La disminución de los miembros de los Institutos de vida consagrada crea a veces en ellos la insidiosa tentación de renunciar a la escuela católica al no poderla administrar solos».

«En cambio esto es no sólo inoportuno, sino también perjudicial en la perspectiva de la misión de la Iglesia», subrayó, pues «la correcta educación de los niños y de los jóvenes» es de «extrema importancia para el bien de la Iglesia y de la humanidad, para formar un mundo mejor».

Y aquí es clave la colaboración de consagrados y laicos, que fomenta el nuevo documento.

«El carisma de los religiosos», «su consagración a Dios» y «su particular testimonio les predisponen a ser educadores en valores», y «no hay que renunciar a tal actividad» porque «no puede haber educación sin testimonio», dijo el purpurado polaco.

Por su parte, los laicos –que «también están llamados al apostolado»--, al vivir en la cotidianeidad de la familia y de las cuestiones seculares, «están en situación de dar una perspectiva constructiva en la educación», añadió.

Para consultar el texto original del documento “Educar Juntos En La escuela Católica”
da un click aquí







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