Los días en los que se dispone de tiempo libre ofrecen una excelente oportunidad para el aprendizaje. Es un tiempo ideal para acercarse al conocimiento sin las presiones cotidianas, con la relajación de saberse lejos de rutinas que durante el resto del año nos acucian. Pero el ocio es fundamental para el desarrollo integral de la persona, por lo que es preciso contar con una metodología que permita complementar este aprendizaje con actividades lúdicas.
El saber no está reñido con la diversión y es precisamente durante este tiempo de ocio cuando se puede acceder a todo tipo de conocimientos desde una perspectiva optimista y una mayor predisposición.
Para alcanzar este objetivo es preciso tener en cuenta algunos aspectos:

-Deben emplearse técnicas más participativas.
-La metodología debe abarcar conceptos generales.
-Las estrategias de comunicación han de ser dinámicas.
-Los tiempos de aprendizaje deben ser más cortos en extensión, pero más profundos en contenidos.
-Debe posibilitar complementar lo aprendido con prácticas en entornos similares.
-Una mayor cercanía entre docente y alumno permite un mejor acceso a los conocimientos.
-Hay que abrir las puertas a las artes, las ciencias y las lenguas desde distintas perspectivas y vertientes.
-Es preciso propiciar una mayor conexión entre los distintos niveles de aprendizaje.
-Es conveniente provocar una mayor interacción con elementos tecnológicos.

El verano es una época de intenso trabajo. A nuestras aulas acuden niños, jóvenes y adultos que desean aprender sin las prisas y tensiones a las que se ven sometidos el resto del año.

Lo aprendido lo ponen en práctica desde el primer momento y encaran el nuevo curso académico o los meses de intenso trabajo profesional con un recurso del que antes carecían: el haber desarrollado las destrezas necesarias para acceder al saber de forma más fácil y rápida.