martes, 20 de mayo de 2008


Nuestro país disfruta de un auge económico incomparable; contrasta con este escenario a nivel macro la gran crisis social que vivimos debido a la inseguridad, la violencia creciente y la marginación social de los excluidos de los actuales polos de desarrollo.

De la misma manera, también a lo interno de las empresas vivimos escasez de talento, aumento constante de las horas extra de trabajo, a la par del poco compromiso de los empleados en el desarrollo y la productividad en la compañía.

Los niveles elevados de estrés de las personas en la empresa, los altos costes derivados de la rotación y las bajas laborales del personal, la mala imagen pública (muchas veces poco conocida, frente a clientes y potenciales clientes externos e internos), los altos costes de control de las personas, la ausencia de dirección por objetivos y la desconfianza mutua, son algunas características del clima en que se desempeñan nuestras empresas.

De acuerdo a los estudios, esta situación genera entre las personas síntomas como la baja autoestima y desmotivación, altos costes familiares, alto nivel de estrés, insatisfacción por experimentar conflictos de la vida laboral, familiar y personal; sensación de culpabilidad por no ver a los hijos o no ejercer el rol natural correspondiente, y estancamiento en el desarrollo de la trayectoria profesional en la misma empresa.

El costo productivo de estas situaciones es incalculable, pues son el reflejo de una realidad: ¡tenemos crecimiento económico a costa del debilitamiento del núcleo de la sociedad, que es la familia! Los padres no tienen tiempo ni energía para sus hijos, los hijos no tienen tiempo para cuidar a sus padres ancianos, los hermanos no tienen tiempo para apoyar en el cuidado de sus sobrinos. Las mujeres cada vez más ven en la maternidad la barrera que impide su crecimiento profesional y postergan o no dan el paso de ser madres, y hasta los solteros y solteras no encuentran tiempo para hacer su proyecto de vida y elegir cómo tener una familia.

Nadie tiene tiempo ni energía óptima para estar con su familia, ni para construir un proyecto de la misma. Así, el útero de la sociedad está muerto, y con ello, nuestra identidad misma de país. De ahí que sea raro experimentar la felicidad, la paz, la concordia y todos los valores que nos hacen ser personas humanas. Hasta ahora no hay nada que suplante la fuerza del amor familiar.

El IESE Business School de la Universidad de Navarra, en España, desarrolla desde 1999 el Índice de Empresas Familiarmente Responsables (Ifrei International Family-Responsible Employer Index) que evalúa la implantación de políticas de conciliación de trabajo, la familia y la vida personal en España. En este último año, otros países se han unido a este estudio: Perú, Argentina, Ecuador, Uruguay, Colombia, Brasil, Guatemala, Portugal, Nigeria, Filipinas, México, Chile, Kenia, El Salvador, Nueva Zelanda, Venezuela y Singapur.

Un estudio basado en el modelo Empresa Familiarmente Responsable (EFR) revela que las organizaciones preocupadas por el equilibrio trabajo-familia, funcionan mejor porque sus empleados están más comprometidos y motivados, lo que los hace eficientes.

Este año Panamá ha sido seleccionado para participar, mediante la aplicación a 100 empresas Pymes y 100 grandes del Ifrei.

La evaluación se realiza a través del link www3.iese.edu/ifrei/index.asp y serán canalizadas por el Centro Internacional de Trabajo y Familia de la Escuela de Negocios IESE de España para realizar el Ifrei.

Es necesario que los empresarios, gerentes generales y gerentes de recursos humanos, llenen esta encuesta online y así podamos conocer cuál es el estatus de la “responsabilidad familiar” de nuestras empresas para tomar acciones inmediatas, antes que la crisis social, adicional a los problemas que vivimos a lo interno de las empresas y los retos que nos exigen los nuevos mercados de ser “empresas socialmente responsables”, nos lleven en este momento de auge para el país a un desbordamiento social o a perder la oportunidad de saltar no sólo hacia el desarrollo económico, sino hacia el desarrollo sostenible.

El trabajo puede ser fuente de mucha unión con la familia, en particular cuando se piensa en el porqué y el cómo se trabaja. Todos necesitamos equilibrar nuestras relaciones con la familia, el trabajo, la comunidad y con nosotros mismos.

El autor es colaborador el Centro Internacional Trabajo y Familia en Panamá.

Panamá, miércoles 26 de marzo de 2008

http://mensual.prensa.com/mensual/contenido/2008/03/26/hoy/opinion/1304659.html

rcaballero@grupovical.com