Menu



Trascendencia de la doctrina social y su aplicación a la empresa

Trascendencia de la doctrina social y su aplicación a la empresa
Texto de Eduardo Rafael Carrasco en el que habla de la Doctrina Social de la Iglesia, sus ámbitos y qué puede aportar al mundo empresarial.


Por: Eduardo Rafael Carrasco* |




A propósito de las Semanas Sociales, que en este año en Francia cumplirán su centenario, el Santo Padre alentó la actividad de las universidades católicas y los encuentros de reflexión sobre la doctrina social cristiana.


Juan Pablo II pidió que estas iniciativas sigan desarrollándose en otros países y que particularmente en Europa constituyan «un movimiento de reflexión sobre las cuestiones cada vez más complejas del mundo actual, uniendo a las personas en la elaboración de los fundamentos de la sociedad de mañana».

«En la vida política, en la economía y en los lugares de trabajo y en la familia, corresponde a los fieles hacer que Cristo esté presente y que resplandezcan los valores evangélicos, que manifiestan, con un destello particular, la dignidad del hombre y su lugar central en el universo, recordando de este modo el primado del ser humano por encima de todo interés privado y de los mecanismos institucionales».

Esa doctrina social que propone, contiene una serie de principios para la reflexión, criterios para el juicio y directrices para la acción, que dirigida en primer lugar a los miembros de la Iglesia, puede constituirse en un aporte fundamental para la orientación hacia la solución de los conflictos sociales internos a las naciones, como -del mismo modo- en el ámbito internacional.

Fundamentándose en la eminente dignidad de la persona humana, e iluminada por la luz de la verdad revelada, el pensamiento social cristiano contiene asimismo, una síntesis especulativa de la problemática que afecta al hombre contemporáneo.

Sin embargo su cometido no queda sólo a un nivel teórico e interdisciplinario, sino que teniendo en cuenta el principio de que el operar sigue al ser, es una doctrina de alcance práctico o sea capaz de ser llevada a cabo en lo concreto. No obstante ello, la aplicación y las técnicas adecuadas serán de las autoridades o responsables competentes, según las características y circunstancias propias de cada situación.

Y si la propuesta es técnicamente posible, entonces su aplicación será moralmente obligatoria. Es decir que para el cristiano no puede ser indiferente el conocimiento y la aplicación de aquella doctrina, aunque precisamente por su índole no puede ser considerada como un recetario de aplicación. En tal sentido en la encíclica Centesimus Annus, se señala expresamente que “la Iglesia no tiene modelos para proponer. Los modelos reales y verdaderamente eficaces pueden nacer solamente de las diversas situaciones históricas, gracias al esfuerzo de todos los responsables que afronten los problemas concretos en todos sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales que se relacionan entre sí”.

Conviene reafirmar este punto, que frecuentemente se presta a dudas y no son raros los casos en los que se expresa: “lo que dice la doctrina es muy cierto, pero…¿qué solución concreta ofrece?”. Mención que remite al episodio evangélico cuando alguien se aproxima al Señor y le pide: “dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”, recibiendo como respuesta: “¿quién me ha puesto Juez entre Uds?. Sin embargo a renglón seguido dice Jesús: “cuídense de toda avaricia”, etc … La solución concreta es para el caso concreto en la situación concreta y con la intervención activa del hombre…iluminado por la fe.

Un paradigma para el mundo empresario

Resulta muy a propósito, apreciar el mensaje de Juan Pablo II a la conferencia internacional dedicada a considerar «El empresario, responsabilidad social y globalización».

Casi calcado del pasaje evangélico, el Papa señala que “los cristianos con responsabilidades en el mundo de los negocios tienen el desafío de armonizar la legítima búsqueda del beneficio con una más profunda preocupación por promover la solidaridad y la eliminación del azote de la pobreza, que sigue afligiendo a tantos miembros de la familia humana”.

Y ofrece como orientación general, la clave para la búsqueda de la solución en concreto: “En un mundo tentado por el consumismo y el materialismo, los ejecutivos cristianos están llamados a afirmar la prioridad del «ser» sobre el «tener»”.

De modo que la doctrina cristiana hace posible el abordaje de cada cuestión a la luz del mensaje evangélico, que permite desentrañar el misterio del hombre, pero respetando asimismo su libertad y creatividad. No responde con un recetario de propuestas, sino que ofrece las claves orientadoras, para que el hombre –en este caso el empresario- encuentre respuestas a su medida.

“Los líderes, incluidos los de la esfera comercial, tienen el desafío de testimoniar el poder liberador y transformador de la verdad cristiana, que nos inspira a poner nuestros talentos, nuestras capacidades intelectuales, nuestras posibilidades persuasivas, nuestra experiencia y nuestras habilidades al servicio de Dios, de nuestro prójimo, y del bien común de la familia humana.”

Allí radica quizá, uno de los aspectos mas grandiosos de esta doctrina social: ilumina al hombre ante cada situación, y le deja la responsabilidad creativa para la acción. (07.03.2004)


* Director del Instituto de Estudios para la Humanización de la Economía








Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |