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Capitalismo con rostro humano

Capitalismo con rostro humano
Familia, empresa, economía ¿de qué manera se relacionan estas tres áreas de desarrollo? George Gilder nos habla de la fuente real de la riqueza.


Por: George Gilder | Fuente: Arvo.net



Esa idea tan extendida de que la vida empresarial es la culminación del materialismo, resulta falsa; el socialismo sí es materialista; en cambio, el empresario debe muchas veces sacrificar sus aspiraciones y deseos personales. Los bienes materiales vienen a continuación, pero el principio de la actividad empresarial es un deseo idealista de servir a los demás.

El emprendedor debe ser generoso, altruista y pensar, primero en los valores espirituales antes de comenzar a producir valores materiales. Es un trabajo muy duro y difícil crear puestos de trabajo; para conseguirlo hace falta sacrificio, entrega, capacidad de liderazgo, inspiración y fe. La burocracia, el gobierno, no están preparados para sostener ese tipo de combates. El Estado no crea puestos de trabajo; en el mejor de los casos, los redistribuye de un sector a otro.

El ideal de los emprendedores es avanzar cueste lo que cueste y para ello encuentran su fuerza en la familia. El hombre está auténticamente solo cuando vive en medio de la muchedumbre. Casi todos los emprendedores son hombres de familia; y es su familia lo que les compromete con el futuro: sus hijos, su mujer. La familia es el eslabón entre la empresa y el futuro.

Uno de los grandes fallos de la economía europea es su desprecio por el fracaso, como si fuera algo deshonroso. Pero la aceptación del fracaso es la génesis del triunfo; la diferencia capital entre Europa y los Estados Unidos es que allí hay mucho más fracaso, pero también mucha más iniciativa y, por tanto, más éxito. Si no se acepta la posibilidad de fracasar, la economía se paraliza.

Y, además, es imprescindible saber escuchar a los demás. Los empresarios que sólo piensan en sí mismos suelen terminar en las oficinas del Gobierno pidiendo proteccionismo y subvenciones. Son los que piensan que su trabajo y su negocio son tan importantes que merecen la ayuda y el cuidado del Estado. Ese es el empresario egoísta que satura el mercado y no sirve a los consumidores sino a sí mismo.

La mayoría de los economistas son funcionarios y no acaban de entender el espíritu empresarial. Por eso, tampoco saben realmente de economía. Predicen recesiones una y otra vez, cada pocas semanas. Y eso se debe, en mi opinión, a que su visión de la economía es materialista y la materia es limitada. El espíritu, en cambio, es ilimitado. Y el espíritu es la fuente de la riqueza.

Sin beneficios el empresario no puede hacer nada, desaparece del mundo de los negocios. Pero un principio muy sano es reinvertir los beneficios; y eso es lo que hacen los verdaderos emprendedores, devolver al sistema lo que ganan y así enriquecerlo. La clave es ésta: el emprendedor es alguien que da, no alguien que toma.

Para mí, un principio incontestable es que la única manera de incrementar la riqueza de una nación es rebajar tos impuestos y relajar los controles. Cuando los impuestos son superiores al 25 por ciento, se está nacionalizando el éxito, los logros de la economía, lo cual significa que el empresario se siente expropiado de todo lo bueno que realiza.


Publicado en el nº 402 de Nuestro Tiempo
Edición autorizada de arvo.net







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