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Trabajar por la justicia es la forma más eficaz de combatir el mal

Trabajar por la justicia es la forma más eficaz de combatir el mal
Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez habla sobre la justicia


Por: Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez | Fuente: Cem.org.mx



“Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor” (Mc 9, 38-48)

En esta ocasión quiero compartir con ustedes este pensamiento iluminados por las lecturas bíblicas de este XXVI domingo del tiempo ordinario.

El Evangelio presenta la figura de uno de los discípulos del Señor que siente un celo mal encausado hacia la obra que alguien más realiza en nombre de Jesús cuando dice: «hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros se lo prohibimos».

En cambio el Señor orienta de modo correcto este celo al afirmar que el trabajo por la justicia realizado en su nombre no es monopolio de nadie, nadie puede sentirse dueño de la lucha por la dignidad y la salvación integral de la persona; lucha que no se realiza según nuestras categorías, humanas e imperfectas, sino que se realiza según los parámetros de Jesucristo; esto lo confirmamos al escuchar que este hombre “expulsa los demonios en nombre de Jesús”, es decir, libra a los hombres y mujeres de las situaciones donde el mal domina, y esta expulsión entraña confianza en el poder del nombre de Jesús.

Expulsar el demonio, librar al hombre del dominio del mal y conducirlo a la salvación integral, es una tarea que generalmente es realizada por aquellos que tienen una especial encomienda por parte de Dios, encomienda dada de modo particular a la Iglesia, así como resuena en la exclamación de Moisés: «Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta». La Iglesia es el lugar privilegiado donde deben vivirse los valores de la justica, la fraternidad, la armonía y la paz; la Iglesia también debe ser promotora de estos valores. Pero al mismo tiempo estas lecturas son una oportunidad para reforzar el diálogo ecuménico con las otras denominaciones cristianas, con las que la Iglesias católica tiene que acercarse y compartir su fe, como decía el Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, “debemos ver más lo que nos une que lo que nos divide”.

Pero en ocasiones esta misión, en la que todos los bautizados estamos implicados, ha sido opacada porque no ha sabido ser auténtico reflejo del amor bondadoso de Jesús, haciendo posible la sanción merecida por ser motivo de “escándalo para la gente sencilla”. Cuando se comienza a ver en las riquezas un modo de vida, olvidando la sentencia del apóstol Santiago: «Sus riquezas se han corrompido» y desvirtúa la auténtica justicia cristiana. De la misma manera la sociedad no debe olvidar que los valores del Reino de Dios pretenden iluminar todas sus estructuras e instituciones, y, que el Señor pide arrancar lo que le perjudica, cortar lo que le hace daño «pues más vale entrar manco o cojo o ciego al Reino de Dios, que ser arrojado completo al lugar de castigo.»

¡Pero cuidado! No hay porque interpretar erróneamente estos pasajes de las Escrituras, una mala interpretación de la Biblia trae consecuencias catastróficas. Es por eso que es importante distinguir la auténtica acción de Cristo presente en el mundo, en la cual todo lo que entrañe pecado, maldad y muerte no tiene lugar. En este caso podemos discernir los sucesos de violencia que han ocurrido recientemente, como el ataque en el metro de la ciudad de México o el secuestro del avión que salió de Cancún y llegó al aeropuerto de la ciudad de México hace unos días. No es posible aceptar la violencia en nombre de Dios ni en nombre de la fe cristiana. Dios nunca va a pedir al hombre hacer daño a otro ser humano por motivos de fe, al contrario, Dios quiere que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”.

+ Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez







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