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La D.E. a jóvenes con vocación al sacerdocio y vida consagrada.
Enseñarle a escuchar a Dios a través de las mediaciones humanas: una confesión, una dirección espiritual, el consejo de un adulto o un compañero, una buena lectura, un buen o un mal ejemplo, etc


Por: Guadalupe Magaña | Fuente: Escuela de la fe



Cuando una orientadora espiritual tiene a su cargo las adolescentes y jóvenes de su colegio, de la catequesis o de otra tarea en la pastoral, empieza a conocerlas por medio de la orientación espiritual, podrá ir percibiendo en algunas el llamado a la vida consagrada. Don y misterio que habremos de respetar y tratar con sumo cuidado, como el administrador consciente de haber recibido un encargo especial. Una joven, llamada por Dios a una entrega total, necesita un ambiente positivo en su familia, en el colegio y en el grupo de pastoral para poder descubrirlo y aceptarlo, pero de manera especial necesita la ayuda de su orientadora espiritual. Conviene atenderla con mayor frecuencia para lograr una disposición espiritual tal, que le permita acoger con sencillez y gratitud una posible llamada por parte de Dios.


Una orientadora espiritual, si de verdad se siente sumamente responsable del cultivo y fomento de las vocaciones:

1) Buscará detectar a quien tiene alguna inquietud o mayor probabilidad de tener vocación.

2) Se esforzará por conocerla lo mejor posible, discerniendo si tiene las cualidades (físicas, psicológicas, humanas, espirituales, intelectuales) y el llamado. Lo atenderá cada ocho o quince días.

3) La vocación viene de Dios y la manifiesta Dios, por tanto, será esencial para poder escucharlo, el ayudarla a vivir el estado habitual de gracia y amistad con Él a través de la lucha sincera por desterrar el pecado.

4) Fomentará en ella la conciencia de la importancia del cumplir la voluntad de Dios en su vida.

5) Le propondrá una mayor vida de oración y de sacramentos: confesión semanal o quincenal y Celebración Eucarística diaria a ser posible, para preparar la escucha de Dios.

6) Profundizará el trabajo espiritual con ella en los retiros y convivencias; la invitará como animadora y le dará responsabilidades en el grupo de pastoral, en el colegio, o en el ambiente donde se mueve.

7) La introducirá en el tema vocacional, le dará a leer libros que le ayuden.

8) Buscará la generosidad creciente. Esto significa buscar cuanto le puede hacer amar más a Jesucristo cada día. Ayudarla a comprometerse en tareas apostólicas, como expresión de su amor a Cristo.

9) La enseñará a encomendar su vocación a María todas las noches. Ella, como buena Madre, le enseñará a responder.


El hecho de interesarnos en la apertura de una joven a la llamada de Dios, no debe llevarnos a preguntarle imprudentemente desde el primer momento: ¿Te gustaría consagrarte a Dios? ¿Has pensado en ser religiosa? A menudo estas preguntas tan directas espantan a las dirigidas, prefieren evadirlas y quedar sin compromiso. Resulta más natural invitarlo a escuchar siempre la voz de Dios, puesto que nos movemos en el contexto de la vida espiritual, y a darle con generosidad cuanto, Él le vaya pidiendo.


Nosotros sabemos cómo Dios habla al corazón; sin embargo, si le decimos esto a una adolescente o a una joven, responderá con la frase: “Pues a mí no me habla”. Entonces deberemos enseñarle a escuchar a Dios a través de las mediaciones humanas: una confesión, una dirección espiritual, el consejo de un adulto o un compañero, una buena lectura, un buen o un mal ejemplo, etc. Estos signos le irán mostrando el camino vocacional. Si un día recibe el llamado, se encontrará preparada para descubrirlo en uno de esos signos. Podremos invitarla a convivir con nosotras (si es posible), a convivencias vocacionales donde profundizará la experiencia de Cristo y el llamado que le hace y, posteriormente, podrá dar el paso de la entrega, en el caso de una verdadera vocación.


No debemos olvidar el respeto al alma; no debe sentirse perseguida ni agobiada por el tema de la vocación. A nosotros nos toca cultivar los medios para ayudarle a recibirla, y hablar con libertad de cuanto, Dios le pide. No debemos temer tampoco la sinceridad cuando descubramos el llamado de Dios a un alma, valorando más el don recibido que el sacrificio implícito. Ayudar al alma a hacer su opción una vez visto el camino con claridad. Debemos tomar en cuenta la dificultad del momento y de la decisión, por eso muchas almas tienden a posponer la decisión.


De este modo sencillo pueden florecer las vocaciones sembradas por Dios en el campo de la Iglesia. La dirección espiritual no es otra cosa que el agua, el sol o el abono para que esa semilla crezca, florezca y fructifique. También se necesitará nuestra oración y sacrificio para arrancarles la gracia de la generosidad.



RECUERDA:

1. El dirigido aspira a amar a Dios con todo su corazón, con todas sus fuerzas, con todo su ser, cumpliendo su misión en la vida; para ello se pone voluntariamente bajo la guía de un orientador espiritual en quien ve, por medio de la fe, el instrumento utilizado por Dios para alcanzar este objetivo.

2. Se deben fomentar, cultivar y desarrollar en él las actitudes de sinceridad y apertura, el sentido y visión sobrenatural, la docilidad, la perseverancia y la discreción.

3. Nuestro fin consiste en transformar al orientado en el mismo Cristo; debemos animarlo a una acción serena y paciente, realista y objetiva, imbuida de fe y confianza en la acción de la gracia, siguiendo el paso de Dios en su alma.

4. Necesariamente deberá darse una adaptación a la edad, sexo y condición de los orientados.

5. En la dirección espiritual de jóvenes y adolescentes tengamos presente la posibilidad de un llamado de Dios. Ayudarles a descubrirlo y aceptarlo. Recordemos nuestra responsabilidad ante Dios de este don para la Iglesia y el Movimiento. Fomentar en los padres y madres de familia la apertura a la vocación que Dios disponga para sus hijos.



CUESTIONARIO PERSONA

1) Con la conciencia de haber sido escogida por Dios como instrumento para llevar a las almas a una mayor santidad y perfección espiritual, ¿fomento el liderazgo espiritual y humano?

2) ¿Fomento las actitudes adecuadas en mis dirigidas?

3) ¿Cuál es el fundamento de mi relación con mis dirigidas? ¿La fe, la verdadera caridad sobrenatural?

4) ¿Qué busco al dirigir las almas que la Congregación y Dios han colocado en mis manos? ¿Su unión con Cristo o mi satisfacción personal? ¿El cumplimiento de una misión sobrenatural y trascendente o el cumplir una obligación burocrática?

5) ¿Me he preocupado por conocer las características del grupo que dirijo, según su edad, sexo y circunstancias?

6) ¿Me adapto a cada una y busco tanto lo que más le pueda ayudar como aquello que Dios le pide a esta hermana en particular?

7) ¿Evalúo los avances y resultados obtenidos para realizar algún cambio si lo creo oportuno?

8) ¿Me siento responsable de buscar, sostener y alentar las vocaciones? ¿Qué hago para ello?




REFLEXIÓN DE FE 1


"Dicen que los hombres se convierten en simples máquinas y pierden la dignidad de la naturaleza humana cuando se guían por la palabra de otro. Y me gustaría saber lo que llegarían a ser siguiendo su propia voluntad. Yo apelo a una persona sincera y pregunto si no reconocería que, en general, el mundo sería mucho más feliz, los individuos mucho más felices si se dejaran llevar por un consejo amigo. Por cada persona que ha sido perjudicada por seguir la dirección de otro, cientos de personas se han arruinado guiándose por su propia voluntad" (Card. J.H. Newman, Sermón para el Domingo 1 de Cuaresma: Entrega a Dios).

"Conviene que para lo que toca al regimiento de vuestra conciencia toméis por guía y padre alguna persona letrada y experimentada y ejercitada en las cosas de Dios (...). No le escondáis cosa buena ni mala; la buena, para que la examine y os avise, y la mala, para que la corrija. Y cosa de importancia no hagáis sin su parecer, teniendo confianza en Dios, que es amigo de la obediencia, que pondrá en el corazón y lengua de vuestro guía lo que conviene a vuestra salud. Y de esta manera huiréis de dos males extremos: uno de los que dicen "No he menester consejo de hombre; Dios me rige y me satisface". Otros están sujetos al hombre, sin mirar otra cosa sino que es hombre, y a éstos se les aplica aquella maldición que dice "Maldito el hombre que confía en el hombre". Sujetaos vos al hombre, y habréis escapado del primer peligro; y no confiéis en saber y fuerzas de hombres, mas en Dios, que os favorecerá y hablará por medio del hombre; y así habréis evitado el segundo peligro. Y tened por cierto que, aunque mucho busquéis, no hallaréis otro camino tan cierto ni tan seguro para hallar la voluntad del Señor como éste de la humilde obediencia, tan aconsejado por todos los santos
.(San Juan de Ávila, Reglas muy provechosas, n. 9, citado por Royo Marin, o.c. p. 832).


REFLEXIÓN DE FE 2


¿Cuáles son los motivos serios o razonables para pedir cambio de director espiritual? Pueden reducirse a dos: cuando la dirección espiritual resulta inútil o perjudicial.

La dirección espiritual resulta inútil cuando, a pesar de nuestra buena voluntad y sincero deseo de adelantar, no sentimos hacia nuestro director espiritual el respeto, la confianza o la franqueza indispensables para la eficacia de la dirección; o también cuando vemos que no se atreve a corregir nuestros defectos, no se preocupa de estimularnos en el camino de la virtud, no soluciona nuestros problemas, no muestra interés especial por nuestra santificación, etc.

Resulta perjudicial:
 Cuando advertimos claramente que el director espiritual carece de la ciencia, prudencia y discreción necesarias.
 Cuando fomenta nuestra vanidad, tolera fácilmente nuestras faltas y defectos o ve las cosas desde un punto de vista demasiado natural y humano.
 Si es aficionado a perder el tiempo mezclando en la dirección espiritual conversaciones frívolas o de simple curiosidad, o totalmente ajenas al asunto de que se trata. Y con mayor razón si se ha transparentado a través de ellas una afición demasiado sensible hacia nosotros o si la experimentamos nosotros hacia él.
 Si tratara de imponernos cargas superiores a nuestras fuerzas, o incompatibles con los deberes del propio estado, o quisiera atarnos con votos o promesas de no consultar con ningún otro director espiritual las cosas de nuestra alma.
 Si advertimos claramente que los consejos y normas dadas por él, lejos de hacernos adelantar, más bien nos perjudican espiritualmente teniendo en cuenta nuestro temperamento y especial psicología. Pero hay que tener cuidado con las ilusiones del amor propio, que fácilmente se puede mezclar en estas apreciaciones. En todo caso, antes de cambiar de director espiritual por este motivo, habría que manifestarle lo que pasa, con el fin de ensayar otros procedimientos.


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