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El Señor tiene una relación personal con nosotros
El Señor tiene una relación personal con nosotros
Todos nosotros con el bautismo somos elegidos por el Señor. Todos somos elegidos. Nos ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y nos mira.
Por: SS Francisco | Fuente: Radio Vaticana
El Santo Padre ha afirmado que "debemos proteger nuestra pequeñez para dialogar con la grandeza del Señor.
El Señor tiene una relación personal con nosotros, no es un diálogo con la masa, es "siempre de tú a tú". El Señor elige siempre a los pequeños, quien tiene menos poder, porque mira nuestra humildad.
Por ello, en un pueblo, cada uno tiene su sitio. Y el Señor habla a la gente así, en masa, nunca. Siempre habla personalmente, con los nombres. Y elige personalmente. El pasaje de la creación es una figura que hace ver esto: es el mismo Señor que con sus manos artesanalmente hace al hombre y le da nombre: "tú te llamas Adán". Y así comienza esa relación entre Dios y la persona.
Y hay otra cosa, hay una relación entre Dios y nosotros pequeños: Dios, el grande y nosotros pequeños. Dios, cuando debe elegir a las personas, también a su pueblo, siempre elige a los pequeños. Dios, elige a su pueblo porque es "el más pequeño", tiene "menos poder" que los otros pueblos. Hay un "diálogo entre Dios y la pequeñaza humana". También la Virgen María dijo: "El Señor ha mirado la humillación de su sierva". El Señor "ha elegido a los pequeños".
(1Sam 16, 1-13)
El profeta Samuel está delante del más grande de los hijos de Jesé y pensó que era "su consagrado, porque era un hombre alto, grande". Pero el Señor le dice que "no mire su aspecto ni su estatura" y añade: "yo lo he descartado, porque no cuenta lo que ve el hombre". De hecho, el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón. El Señor elige según sus criterios. Y elige a los débiles y los humildes, para confundir a los poderosos de la tierra. Así como el Señor elige a David, el más pequeño que "no contaba para su padre", el que no estaba en casa porque cuidaba a las ovejas, fue el elegido.
Todos nosotros con el bautismo somos elegidos por el Señor. Todos somos elegidos. Nos ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y nos mira. Hay un diálogo, porque así ama el Señor. También David después se convirtió en rey y se equivocó. Quizá ha hecho muchos, pero la Biblia cuenta dos errores grandes, dos errores de esos importantes. ¿Qué hizo David? Se ha humillado. Ha vuelto a su pequeñez y ha dicho: "Soy un pecador". Y ha pedido perdón y ha hecho penitencia".
Después llega el segundo pecado, y David dijo al Señor: "Castígame a mi, no al pueblo. El pueblo no tiene la culpa, yo soy culpable". David, ha guardado su pequeñez, con arrepentimiento, con oración, con llanto".
Pensando en estas cosas, en este diálogo entre el Señor y nuestra pequeñez me pregunto donde está la fidelidad cristiana.
La fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es simplemente mantener nuestra pequeñez, para poder dialogar con el Señor. Mantener nuestra pequeñez. Por esto la humildad, la mansedumbre son tan importantes en la vida del cristiano, porque guarda la pequeñez, a la que le gusta mirar al Señor.
Y será siempre el diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor. Nos dé el Señor, por intercesión de san David - también por intercesión de la Virgen que cantaba gozosa al Dios, porque había mirado su humildad - nos dé el Señor la gracia de mantener nuestra pequeñez delante de Él".
Por: SS Francisco | Fuente: Radio Vaticana
El Santo Padre ha afirmado que "debemos proteger nuestra pequeñez para dialogar con la grandeza del Señor.
El Señor tiene una relación personal con nosotros, no es un diálogo con la masa, es "siempre de tú a tú". El Señor elige siempre a los pequeños, quien tiene menos poder, porque mira nuestra humildad.
Por ello, en un pueblo, cada uno tiene su sitio. Y el Señor habla a la gente así, en masa, nunca. Siempre habla personalmente, con los nombres. Y elige personalmente. El pasaje de la creación es una figura que hace ver esto: es el mismo Señor que con sus manos artesanalmente hace al hombre y le da nombre: "tú te llamas Adán". Y así comienza esa relación entre Dios y la persona.
Y hay otra cosa, hay una relación entre Dios y nosotros pequeños: Dios, el grande y nosotros pequeños. Dios, cuando debe elegir a las personas, también a su pueblo, siempre elige a los pequeños. Dios, elige a su pueblo porque es "el más pequeño", tiene "menos poder" que los otros pueblos. Hay un "diálogo entre Dios y la pequeñaza humana". También la Virgen María dijo: "El Señor ha mirado la humillación de su sierva". El Señor "ha elegido a los pequeños".
(1Sam 16, 1-13)
El profeta Samuel está delante del más grande de los hijos de Jesé y pensó que era "su consagrado, porque era un hombre alto, grande". Pero el Señor le dice que "no mire su aspecto ni su estatura" y añade: "yo lo he descartado, porque no cuenta lo que ve el hombre". De hecho, el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón. El Señor elige según sus criterios. Y elige a los débiles y los humildes, para confundir a los poderosos de la tierra. Así como el Señor elige a David, el más pequeño que "no contaba para su padre", el que no estaba en casa porque cuidaba a las ovejas, fue el elegido.
Todos nosotros con el bautismo somos elegidos por el Señor. Todos somos elegidos. Nos ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y nos mira. Hay un diálogo, porque así ama el Señor. También David después se convirtió en rey y se equivocó. Quizá ha hecho muchos, pero la Biblia cuenta dos errores grandes, dos errores de esos importantes. ¿Qué hizo David? Se ha humillado. Ha vuelto a su pequeñez y ha dicho: "Soy un pecador". Y ha pedido perdón y ha hecho penitencia".
Después llega el segundo pecado, y David dijo al Señor: "Castígame a mi, no al pueblo. El pueblo no tiene la culpa, yo soy culpable". David, ha guardado su pequeñez, con arrepentimiento, con oración, con llanto".
Pensando en estas cosas, en este diálogo entre el Señor y nuestra pequeñez me pregunto donde está la fidelidad cristiana.
La fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es simplemente mantener nuestra pequeñez, para poder dialogar con el Señor. Mantener nuestra pequeñez. Por esto la humildad, la mansedumbre son tan importantes en la vida del cristiano, porque guarda la pequeñez, a la que le gusta mirar al Señor.
Y será siempre el diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor. Nos dé el Señor, por intercesión de san David - también por intercesión de la Virgen que cantaba gozosa al Dios, porque había mirado su humildad - nos dé el Señor la gracia de mantener nuestra pequeñez delante de Él".
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