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Comunidad Contemplativa Redentorista
Libres para amar y seducidas por el Amor, como el apóstol podemos decir: lo que hemos visto, lo que hemos contemplado, os anunciamos


Por: www.redentoristas.es.fm | Fuente: www.redentoristas.es.fm



« DESDE EL MONASTERIO.
UNA JOVEN PROFESA
TE ACERCA LA VIDA
CONTEMPLATIVA REDENTORISTA»

Mª ÁNGELES TRABALÓN, O.SS.R
.

 

« …DESDE EL MONASTERIO» pretende acercarte algo de la vida de la Comunidad Contemplativa Redentorista. Una vida oculta, una vida pobre, pero colmada de generosidad y entrega; una vida escondida a los ojos del mundo, pero inmersa en el corazón de la sociedad, porque vivir en un monasterio es vivir también en el mundo, participando desde el silencio, la oración y la alabanza de sus inquietudes y problemas.

Que estas páginas te ayuden a descubrir que una vida entregada totalmente a Dios merece la pena.

Respira su aroma. Y siente en tu alma la sonrisa de Dios.


MONASTERIO DE CRISTO REDENTOR


El Monasterio está ubicado en el distrito de Carabanchel (Madrid). Se levanta como un remanso de paz y fortaleza en el corazón de un barrio, pobre a los ojos del mundo, pero rico a los ojos de Dios.

Un grupo de Hermanas Contemplativas Redentoristas, venidas desde Francia con intención de fundar un nuevo Monasterio en la ciudad de Granada, fueron las promotoras de este nuevo proyecto. Los problemas de espacio para una Comunidad Contemplativa, hicieron que sus ojos mirasen hacia Carabanchel en 1904.

Estos son, a grandes pinceladas, los orígenes del Monasterio.

El Monasterio de Cristo Redentor está habitado por una Comunidad Contemplativa: las Monjas de la Orden del Santísimo Redentor, fundada por Mª Celeste Crostarosa y S. Alfonso Mª de Liguori en 1731 en la ciudad de Scala (Italia). Dedicadas íntegramente a la contemplación, mediante la alabanza, la acción de gracias y la intercesión por todas las necesidades de nuestro mundo, nuestro carisma es el ser VIVA MEMORIA de Cristo (dejarle a Él que viva en nosotras, hacerlo todo con Él y como Él).

El hábito que nos distingue de las demás Órdenes Contemplativas, es, de color rojo, según se lo indicó el Señor a nuestra Madre Fundadora, como símbolo del Amor de Dios a la humanidad.

Actualmente la Comunidad está compuesta por catorce monjas. Dedicamos la mayor parte de la jornada a la oración y la alabanza. Esta vida contemplativa que nos ha caído en suerte es más para vivirla que para contarla. Es una vida en Dios y para Dios, que se desenvuelve en la oración, el silencio, en el trabajo y ocupaciones domésticas, con un gran sentido de fraternidad…castidad, pobreza y obediencia. La vida comunitaria que vivimos quiere ser como un reflejo de la vida oculta de Jesús en Nazaret.

Y en la vida de oración asumimos la faceta de Jesús orante. Llevamos presente a toda la humanidad y hacemos nuestras sus alegrías y tristezas, sus gozos y esperanzas. Esta unión con el Señor tiene su máxima expresión en la alegría que vivimos y reina en esta comunidad, fruto de una felicidad que no es comparable con nada.


ASÍ ES NUESTRO TRABAJO

Me gustaría, en esta ocasión, daros a conocer una de las muchas facetas que enriquecen a la vida contemplativa. Se trata del trabajo monástico como medio de subsistencia y como fuente de espiritualidad.

Me gustaría, en esta ocasión, daros a conocer una de las muchas facetas que enriquecen a la vida contemplativa. Se trata del trabajo monástico como medio de subsistencia y como fuente de espiritualidad.

Dedicamos gran parte de la mañana y de la tarde al trabajo como medio de vida. Manos en el quehacer, corazón y mente en el Señor y en nuestro mundo. Trabajo de oficina, trabajos domésticos… todo cuanto realizamos lo hacemos para asegurar nuestra subsistencia y para poder compartir con los necesitados, que son muchos.
 

«JESÚS NACIÓ EN LA FAMILIA DE UN ARTESANO.
DURANTE LARGOS AÑOS TRABAJÓ CON SUS MANOS,
Y ESTE TRABAJO DE HIJO DE DIOS TENÍA UN VALOR REDENTOR.
UNIDO AL DE CRISTO, NUESTRO TRABAJO TIENE TAMBIÉN
UN VALOR REDENTOR, Y EN ESTE PENSAMIENTO
ENCONTRAMOS UNA ALEGRÍA PROFUNDA.» (CONST. 68, OSSR)

 



Por diversas fuentes he podido saber que, hace ya muchos años e incluso siglos, las monjas de vida contemplativa no adquirían compromisos de trabajo, vivían de las dotes que las aspirantes a la vida religiosa traían, de las limosnas que les daban y de algún que otro trabajillo que las gentes de los alrededores o familiares les encargaban. Hoy no es así. Cada comunidad de monjas contemplativas tiene su trabajo fijo y comprometido.


Así, después de haber dedicado varias horas a la alabanza al Señor y a la oración personal, nos ponemos manos al trabajo. Cada hermana sabe dónde emplear sus horas de trabajo. Unas en la cocina el día que toca, ya que vamos rotando en grupos de dos; otras a la oficina a organizar los documentos, que horas más tarde gran parte de la comunidad utilizará para ultimar el trabajo; otras a las tareas domésticas… todas conscientes de que al igual que María colaboró en el plan de salvación, nosotras estamos siendo desde este “pequeño Nazaret”, hilo conductor a través del cual Dios se hace presente en nuestro mundo.

El trabajo se alterna con momentos de oración personal y comunitaria. Para ello, la campana será la que anuncie los momentos para la oración y las comidas.

Esta faceta del trabajo, es uno de los muchos medios que la contemplativa tiene para realizarse, santificarse y ser útil a la sociedad. “ORA ET LABORA” ¿Qué duda cabe? Nuestra sociedad se beneficia del trabajo de las monjas contemplativas. Por ello, se equivocan todos aquellos hermanos nuestros que piensan y creen que vivimos sin hacer nada.

Ojalá que todos nos animáramos por unir esfuerzos, trabajos y energías para construir «esos cielos nuevos y esa tierra nueva»,
haciendo una sociedad más justa y fraterna, donde el amor sea una realidad.


EL VALOR DEL SILENCIO

Una de las características principales de la vida contemplativa, que la definen y marcan, es la vida de «recogimiento y silencio».

 

«EL SILENCIO ES UN VALOR ESENCIAL DE LA VIDA MONÁSTICA,
A LA QUE DEBE ACOMPAÑAR SIEMPRE UNA EXIGENCIA DE DESIERTO,
DE SOLEDAD, Y DE PAZ.
EL SILENCIO LIBERA EL ALMA, Y LA ABRE A LAS PROFUNDIDADES
DEL MISTERIO DE DIOS Y A LA INTIMIDAD CON ÉL.
NO ES, ANTE TODO, AISLAMIENTO Y AUSENCIA DE PALABRAS,
SINO PRESENCIA AMOROSA ANTE DIOS, AL MISMO TIEMPO QUE
DELICADA ATENCIÓN A LA PRESENCIA DE LOS OTROS,
POR UNA ACTITUD QUE LES PERMITA RECOGERSE Y ORAR.»

(CONST. 46, OSSR)

 

Cuando algún grupo de jóvenes se acerca a nuestro locutorio y nos pregunta acerca del silencio, al decirles que hablamos, salvo en las recreaciones y los días de fiesta, solo lo necesario, lo toman como algo imposible e inhumano. Y no es así. Todo lo contrario. Al principio cuesta. Me resultaba muy difícil no poder contar algo que me había ocurrido, un simple comentario de alguna lectura o de alguna otra cosa…Personalmente he tardado bastante tiempo en comprender que la vida de oración contemplativa necesita un clima apropiado donde el alma pueda comunicarse y conectar con Dios, no sólo durante el tiempo dedicado a la oración, sino durante todas las horas de la jornada diaria. De esta forma dejamos que la Palabra de Dios resuene en nosotras. Debo confesar que todavía me queda mucho camino en este sentido.


LA ORACIÓN
«No es otra cosa oración mental, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama.» (Sta. Teresa))

Ese «estar muchas veces a solas con quien sabemos nos ama» es el quehacer más importante de una monja contemplativa. Conocer a Cristo, para vivir como Él vivió. El conocimiento la lleva a la amistad y configuración con su Persona por medio del amor, un amor que hace suyos todos los intereses y los deseos del ser amado, hasta llegar a tener los mismos sentimientos de Jesús.

La oración va cambiando la vida del que ora, a veces de una manera lenta y progresiva. Nadie que comienza vida de oración y que trata de ver a Dios, conocerle y amarle, con el paso del tiempo no adquiere otro talante ante la vida. Dios ilumina el corazón y al mismo tiempo exige entrega, generosidad y fidelidad.

La monja contemplativa con su oración viene a ser como “un cable telefónico”, que acerca lo que pasa en el mundo a los oídos del corazón de Dios.

Actualmente hay mucha inquietud por la oración, son muchas las personas que se unen formando grupos para orar, sienten esa necesidad que es vital y que comprueban que les vale para seguir luego luchando con las realidades y problemas de cada día, también se dan cuenta que sus vidas van cambiando y que tienen más paz y son más felices.

En nuestra Comunidad todos los miércoles, se reúne un grupo de personas que oran con nosotras durante una hora y después compartimos todos la celebración de Vísperas.

Dios es la Roca y por la oración nos agarramos a ella, seguros de que nadie podrá separarnos de ella.


ASÍ VIVIMOS LA ALEGRÍA

¿Cómo se vive la alegría en un Monasterio? Este apartado tiene un fin: dar a conocer la alegría que se vive aquí, en ésta mi Comunidad, de dónde proviene este gozo y cómo traspasa los grandes muros del Monasterio.

Este Monasterio de Contemplativas Redentoristas es una Comunidad alegre, con una alegría que contagia y que habla por sí misma. A través de las hermanas, de su alegría, se puede descubrir los guiños constantes que nos hace Dios. Somos muy felices porque intentamos vivir cumpliendo la Voluntad del Padre, dejándonos amar por Él. Desde bien temprano, empezamos nuestro día alabando al Señor, anunciando su Misericordia, y nuestro espíritu se alegra en Él, porque como en María: “…ha mirado la sencillez de su esclava”.

Muchas personas que se acercan a nuestro locutorio para visitarnos, se admiran y nos dicen que les impresiona nuestra alegría. Un alegría, dicen ellos, que sale de dentro y no es fingida. Y es verdad, esa alegría es una alegría serena, que ilumina y alimenta nuestra vida. Es una alegría que quiere ser luz y amor para ofrecérsela a toda la humanidad, y comunicarla a todos.

La alegría o el gozo, es uno de los frutos del Espíritu Santo. Pero crece en la renuncia y se alimenta con el darse continuamente a los demás.

La alegría que vivimos quiere ser ese testimonio vivo de que seguir al Señor es encontrar la plenitud, el amor, la alegría, la unidad.


LA HISTORIA DE MI LLAMADA: “LAS CONOCÍ POR INTERNET”

En este momento de la historia que nos ha tocado vivir no se pueden tratar muchos temas, sin hacer referencia a las nuevas tecnologías, y mucho menos de Internet. Para muchos de nuestros mayores, este medio de comunicación aporta muy pocas cosas positivas a los jóvenes de nuestro tiempo, tal vez porque tan sólo nos llegan noticias negativas sobre el uso de éste. Internet, como la mayoría de las cosas que tenemos a nuestro alcance, aporta muchas cosas buenas y positivas, si es utilizado debidamente, con provecho y responsabilidad.

Por ello, como joven que ha experimentado que las nuevas tecnologías también son un signo de los tiempos y que leídas con las “gafas” del Evangelio, pueden transformar toda una vida, paso a compartir con todos vosotros lo que supuso para mí la utilización de este medio.

Vengo de una pequeña localidad de Jaén de apenas 2.000 habitantes al pie de la Sierra de Cazorla Segura y las Villas. Quizás os preguntáis qué importa el pueblo, los habitantes… creo que estos datos os ayudarán a comprender mejor lo que os quiero transmitir. Por ser un pueblo pequeño, no dispone de alternativas donde poder consultar las dudas relacionadas con los estudios; tampoco un lugar adaptado para el ocio y el tiempo libre; así que me siento doblemente privilegiada: primero, por ser una de los pocos jóvenes que tenían conexión a Internet, y segundo, por haber sido llamada por el Señor, entre tantos jóvenes, sin duda mejores que yo.

El Señor siempre hace las cosas a su estilo, y para ello a veces también se vale de las modernidades, Él quiso cambiar todos los esquemas y proyectos que yo me había fijado. Fue navegando por Internet…

Como era costumbre, desde hacía algunos meses, a mi e-mail llegaron gran cantidad de correos, que no dudaba en eliminar, ya que muchos de ellos eran propaganda. Casualmente, todavía no sé por qué, dejé uno de ellos sin borrar y al cabo de unos días, decidí ver de qué se trataba…para mi sorpresa era la página web de la Comunidad Contemplativa Redentorista y, sin saber muy bien el por qué, decidí escribirles, pues me había llamado mucho la atención lo que había visto en ese breve anuncio. En ningún momento pensé en que un simple e-mail pudiese cambiar mi vida. Pensé que ni se molestarían en contestar…pero el Señor quiso que sí. Primero fueron algunos e-mails, llamadas telefónicas después y por fin: ¡la alegría del encuentro! Al cabo de varios meses, viajé a Madrid para conocer a la Comunidad personalmente. Pasé tres días en el Monasterio…días inolvidables.

Pero Jesús quería ir más lejos…la Comunidad me ofreció la posibilidad de vivir un tiempo la vida Contemplativa. Así que pocos meses después de nuestro primer encuentro comencé mi experiencia en la Comunidad.

Algunos jóvenes han leído mi testimonio en la página web y se han acercado al Monasterio. Yo no me considero la persona perfecta, me siento instrumento en las manos de Dios, a través del cual, muchas personas experimenten que Dios puede llenar hasta los bordes toda una vida, si cada uno desde su situación personal, su historia…se deja inundar de su Gracia.

El Señor me ha ido mostrando cada día la grandeza, la belleza de esta vocación tan maravillosa que es vivir escondida con Cristo en Dios, sin olvidarme del mundo sino presentándole cada día las necesidades de la humanidad a través de la oración, el trabajo, el silencio y la alabanza, siendo a la vez una MEMORIA VIVA del Redentor e irradiando a todos el amor de Cristo.

Dios nos ha creado para que seamos felices y como un buen Padre Él nos proporciona todo aquello que necesitamos, sólo tenemos que abandonarnos en sus manos y decir como María: AQUÍ ESTÁ LA ESCLAVA DEL SEÑOR, HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA.


«VENID OS CONTARÉ LO QUE DIOS HA HECHO CONMIGO…
MI PRIMERA PROFESIÓN»



A veces no se entiende cómo una joven de apenas 23 años, normal y corriente, se consagra totalmente al Señor y por Él se entrega a los hermanos, no en una vida activa y de servicio, sino en una vida oculta y silenciosa como es la Vida Contemplativa de clausura.

«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no puede dar fruto, pero si muere da mucho fruto» (Jn 12,24) Aquí está la clave de la Consagración a Cristo en la Vida Contemplativa. Dar la vida, perder la vida, entregar la vida. No vivir ya para sí, sino ser como un sacramento de la maternidad de Dios.

Quiero hacer mío el estribillo de una canción que dice así: “Me has seducido, Señor, con tu mirada, me has hablado al corazón y me has querido. Es imposible conocerte y no amarte, es imposible amarte y no seguirte. Me has seducido, Señor” ¡¡casi ná!!

¿Os parece poco, haber sido seducida por un Dios loco de amor? Me siento la mujer más dichosa del mundo por haber sido llamada por Jesús a seguirle más de cerca en la Vida Religiosa y más en concreto en la Orden del Santísimo Redentor.

El pasado 8 de septiembre, festividad de la Natividad de la Virgen María, tuve la dicha de consagrarme al Señor mediante los votos de castidad, pobreza y obediencia en la Comunidad Contemplativa Redentorista del Monasterio de Cristo Redentor de Madrid.


La Consagración religiosa, es un misterio de generosidad en el amor. Esa ha de ser la tónica constante. No caben otras medidas.

Siento que, como María, “he escogido la parte mejor”… La vida contemplativa es un camino, ¡y qué camino! Un camino de amores, de generosidades, de fidelidad hasta la muerte. Corazón abierto, mirada abierta hasta el infinito, y una vida abierta donde quepan todos.

Así que nada de pensar que las monjas de Vida Contemplativa somos unas personas raras y fracasadas. Todo lo contrario, se necesita ser una persona madura para entregar la vida libremente por los demás. Mucho arrojo y valentía para renunciar y desprenderse de todo lo que el mundo ofrece, a favor de toda la humanidad.

Ojalá mi vida se vaya tejiendo en la trama preciosa de un SI continuado como el de María.


UN DÍA EN EL MONASTERIO

En esta ocasión, aunque ya os he hablado antes de las facetas más importantes de la vida contemplativa, os quiero dar a conocer cómo es exactamente un día en nuestra Comunidad.

Nuestra vida es muy sencilla, es más para vivir que para hablar de ella... sin embargo, la experiencia gozosa de encuentro con Cristo y de dedicar toda nuestra existencia a Él y al anuncio del Reino, nos impulsa a compartir contigo nuestro estilo de vida.

A las seis y cuarto de la mañana las campanas anuncian que comienza un nuevo día, que la vida se despierta y mientras las luces de la ciudad se van apagando porque el sol está a punto de nacer, nosotras comenzamos nuestra jornada levantando el corazón hacia el Señor de la Vida... Nos reunimos para invocar al Espíritu y saludar a María, y después, en silencio, nos retiramos al fondo de nuestro corazón para orar.

Del silencio brotará el canto, y la oración de Laudes será nuestra alabanza al Dios Creador del cielo y de la tierra. La Eucaristía será el banquete con el que comenzamos la jornada. La Palabra, los cantos, la comunión en el Cuerpo y la Sangre de Cristo convierten nuestra vida en EUCARISTIA VIVA, pan partido y sangre derramada...

La mañana transcurrirá entre el trabajo y la oración: "ora et labora". Oración litúrgica: Oficio de Lecturas, Sexta... y en medio, cada una a sus tareas: sacristía, cocina, oficina, hospedería... a las doce las campanas comienzan su danza para recordar el misterio de la Anunciación a María, de la Encarnación del Hijo de Dios, y el rezo del Ángelus brota de nuestros labios y de nuestro corazón... un tiempo personal y un tiempo de lectura continúan alimentando el fondo del ser y del espíritu...
Después de Sexta y un breve saludo a María, la Madre, pasamos al comedor. Una hermana lee el periódico en voz alta, algún libro de espiritualidad, cartas que llegan a la comunidad... Después tenemos un tiempo de expansión, de compartir, pasear por el jardín y
disfrutar de la naturaleza que nos habla de la belleza de Dios... quien desee libremente pasa por la televisión para ver las noticias, y así estar en comunión con todo lo que pasa en el mundo, en nuestra Humanidad. A las cuatro de la tarde, antes de incorporarnos nuevamente al trabajo, rezamos Nona, hora en la que recordamos la muerte del Señor Jesús, y en un minuto de silencio nos solidarizamos con tod@s l@s crucificad@s de la tierra... especialmente con los agonizantes.

Comienza el trabajo de la tarde. "Nuestro trabajo unido al de Cristo, tiene valor redentor. En ello encontramos una alegría profunda", dicen nuestras Constituciones. Somos así, "uno de tantos" corremos la suerte de l@s trabajador@s, al mismo tiempo que consideramos el trabajo como un factor de equilibrio en la vida contemplativa, a través del cual cada una de nosotras ponemos al servicio nuestros dones...

Al caer la tarde, nos reunimos en el coro nuevamente... ¡para cantar!… llega la hora de la oración de Vísperas: la alabanza, la intercesión, la acción de gracias, brotan de los labios y el corazón... y preparan todo nuestro ser para la adoración... ante Cristo, resucitado, de corazón abierto, oramos en silencio…

Llega la hora de la cena. Las lecturas de la Eucaristía del día siguiente resuenan por todos los rincones del comedor y del alma.

Y nuevamente, a compartir, reír, conversar... tiempo de descanso y relax... así vamos terminando nuestro día. El último momento de oración, serán las Completas,: "A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu..." , y toda nuestra vida, en las manos del Padre, se entrega al sueño que reparará nuestras fuerzas para continuar haciendo de nuestra vida un canto a la Vida, y un compromiso de entrega a Dios y a toda la Humanidad.

Cada día nos trae nuevas sorpresas: una visita de un amigo/a, alguien que nos comparte su experiencia en una misión, el santo o cumpleaños de una hermana, una fiesta de la Liturgia, rompen lo que a simple vista pudiera parecer una vida siempre igual. Estos días de fiesta, al igual que los domingos, son siempre diferentes, conversamos en la mesa, tenemos más tiempo libre…

Las puertas de nuestra casa, que se abren para acoger a tod@s aquell@s que buscan a Dios, (niños, jóvenes, adultos...) laicos o religiosos... renuevan nuestra conciencia misionera, al tiempo que abrimos el corazón para acoger a quienes nos evangelizan... Los talleres de oración nos hacen testigos de la sed de Dios que hay en nuestro mundo, y también de su obra maravillosa.

Después de haber conocido un día en el Monasterio…

Te invitamos a compartirlo con nosotras.


A VOSOTROS, JÓVENES





¿Qué puede decir una joven monja contemplativa a los jóvenes de nuestro tiempo?. En primer lugar, no pretendo dar ningún sermón, pero sí quiero poneros delante unas metas y unos valores, que os pueden llenar de felicidad y de ilusión hacia una aventura única y verdadera.

Es estúpido jugar a esconderse de la mirada de Dios. Él quiere a sus jóvenes hechos luz, luz que alumbre a todos, luz de buenas obras, gente comprometida en la gran tarea de hacer un mundo mejor. Pero esa luz tiene que brotar del Evangelio para que tenga fuerza para alumbrar al mundo entero.

Hay valores importantes para la vida de una persona que no podemos olvidar y de los cuales no podemos desentendernos. Por ejemplo la verdad, es un valor que se va perdiendo, hoy nadie se fía de nadie. En cambio la libertad se reclama y se exige, pero no la verdadera libertad, sino una caricatura de ella llamada “libertinaje”. Jesús lo dice en el Evangelio: «La verdad os hará libres», ella es la única que puede dar la verdadera libertad. La verdad es el grito más profundo de libertad que puede vivir una persona.

Personalmente os comparto que en nuestra vocación contemplativa he descubierto grandes valores: que es más importante lo que una persona es que lo que hace, dar que recibir, compartir, la belleza de lo pequeño, el valor de lo gratuito, que lo que cuenta es lo que uno lleva dentro y no la imagen que podamos dar…

Si viviéramos la verdad, nuestra vida sería luminosa porque tendríamos verdad en las palabras, en las sonrisas, en el trabajo, en las relaciones interpersonales, en la alegría y en el amor.

La mayoría de los jóvenes de hoy, dicen a menudo esta expresión: «paso», y en sus vidas la van repitiendo con frecuencia. Creo que esto no es una apatía, es sencillamente que no siempre se les han transmitido valores hechos vida, algo por lo que valga la pena vivir y luchar por ello.

Hay en la vida una motivación por la que merece la pena arriesgarse: CRISTO, su vida y su mensaje. Él es el CAMINO a seguir, la VERDAD que libera y la VIDA que llena de felicidad.

¿Te atreves a embarcarte en esta gran aventura? ¡¡Ánimo, jóvenes, nuestro mundo os necesita. La Iglesia orante os acompaña y confía en vosotros!!


¿TE ANIMAS?



Nuestra Comunidad está abierta a todas aquellas jóvenes que queráis conocer más de cerca la vida Contemplativa y, en concreto, nuestro carisma Redentorista.
¡Qué…! ¿Te gustaría conocernos?
¡¡PUES TOMA NOTA!!


CÓMO LLEGAR…





Autobuses: 34, 139

Si vienes en Metro tienes 3 opciones:
* en Oporto (líneas 5 y 6) coge el autobús 34 sentido "General Fanjul" y bájate en la calle Joaquín Turina, frente a la Editorial SM, o
* en Aluche (línea 5) coge el autobús 139 sentido "Carabanchel Alto" y bájate en la última parada, o
* línea 6 (circular) con conexión con línea 11 “Carabanchel Alto” y a la salida calle Joaquín Turina, frente a la Editorial SM.





CONTACTO

Nombre del contacto: Mª Ángeles Trabalón Morilla

Puedes escribirles aquí:
Mª Ángeles Trabalón Morilla, OSsR

Conoce su página web:
Comunidad Contemplativa Redentoristas

Dirección y teléfono
Comunidad Contemplativa Redentorista
C/. Madre Celeste, 1-A
28044 Madrid

TELÉFONO: 91.508.68.00




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