Menu


La cultura de la vida versus cultura de la muerte
Hoy día quizá llevados por una mentalidad de la cultura de la muerte no valoramos como tal la vida de un ser recién concebido o la una vida de 2 ó 3 meses de engendrado o convaleciente


Por: P. Arnaldo Alvarado | Fuente: Catholic.net



Leamos este poema de Vicente Huertas que nos hace reflexionar “Sólo Dios da la vida, pero tú has de transmitirla y respetarla. Sólo Dios puede dar la fe, pero tú puedes dar tu testimonio. Sólo Dios puede dar la esperanza, pero tú puedes devolverla a los demás. Sólo Dios puede dar el amor, pero tú puedes amar a tus hermanos. Sólo Dios puede dar la paz, pero tú puedes sembrarla a tu alrededor.

Sólo Dios puede dar la fuerza, pero tú puedes animar también. Sólo Dios es el camino, pero tú puedes enseñarlo a otros. Sólo Dios es la luz, pero tú puedes hacer que brille para todos. Sólo Dios puede hacer lo imposible, pero tú puedes hacer lo posible. Sólo Dios se basta a sí mismo, pero prefiere contar contigo”.

Iniciamos un nuevo mes y un nuevo año escolar. Los centros educativos vuelven a cobrar vidas a recuperar el espíritu para el cual fueron edificados. En este mes se destaca el 25 de marzo como el día del niño por nacer. Cuando éramos menores de edad nuestros seres queridos cuidaban de nosotros. Cuando nos convertimos en mayores nosotros cuidamos a los menores y a los mayores. Queremos estar comprometidos con la vida.

La vida es un gran don recibido de Dios como tarea para custodiarla sea de la edad y condición que sea. Ella inicia desde el primer momento de la concepción. Ese momento es el inicio de una nueva historia personal. La ciencia contemporánea es capaz ya de ubicar en ese instante, a través de la ingeniería genética, cómo será esa persona y qué características tendrá. No hay diferencia, por tanto, entre una persona de ese instante y una de cincuenta o cien años.

Todos somos custodios del don más grande. La cuestión es ¿por qué valoramos la vida desde la eficiencia? Es decir si alguien hace algo productivo es valioso y si no rinde no vale. Recordemos el principio filosófico que primero es el ser luego el obrar. Con esto quiero decir que no es justo ver a la persona sólo desde la perspectiva del tener (dinero, belleza física, fama, éxito). No vale más el hombre empresario que la mujer trabajadora del campo. Ni mucho menos vale más el papá que el hijo, menos aún el enfermo que el hombre lleno de salud.

La persona sea de la condición que sea tiene dignidad, tiene derechos y deberes. Respetar su vida y velar por su integridad ya es un deber de todos. No es cuestión de religión, ni mucho menos de fanatismo, ni peor aún de anticuados. Es cuestión de humanidad y de razón natural; es cuestión de sentido común. Acaso, y estoy seguro que cuando abrimos los ojos no vemos que ¿incluso hasta los animales luchan y defienden primero la vida?. Ellos, Seres irracionales, protegen la vida por todos los medios.

De ahí que resulta muy equivocado decir, “sólo los católicos defienden la vida”. Conviene insistir, la vida debe ser defendida como el don más grande recibido de Dios. Cuánta gente reniega de su generación porque no heredó dinero, fama, éxito o de lo que le ha pasado en su vida. Amemos la vida como la tenemos.

Puede ser peligroso encerrar la defensa de la vida al “no matar de modo cruel, como ocurre con los asesinatos”, oponerse a esto también es defender la vida. Pero, hoy día quizá llevados por una mentalidad de la cultura de la muerte no valoramos como tal la vida de un ser recién concebido o la una vida de 2 ó 3 meses de engendrado o convaleciente.

Comentarios al autor








 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |