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Para Peregrinar como Ignacio hay que ser libre

El Peregrino Ignacio de Loyola
El mapa de peregrino de Ignacio de Loyola es el Evangelio de Jesús y la brújula interior es la alegría del Evangelio


Por: Jesuita Guillermo Ortiz | Fuente: es.radiovaticana.va



Él quería como apodo para sí mismo el de “Peregrino”. Ignacio de Loyola dictando la autobiografía escribe “el Peregrino” como su seudónimo. “El Peregrino” se refiere a una condición, porque venimos de Dios y vamos a Dios. Aunque estemos sentados o acostados, “la procesión va por dentro” y espiritualmente, movidos por el buen o mal espíritu, siempre estamos haciendo un camino.

Vos y yo ¿qué camino estamos haciendo?

Sobre el camino hacia Dios, Ignacio de Loyola peregrina en oración, o se detiene en las encrucijadas de la vida, también en oración, para discernir cuál de los buenos caminos es el mejor para el encuentro con Dios en los hermanos.

El mapa de peregrino de Ignacio de Loyola es el Evangelio de Jesús y la brújula interior es la alegría del Evangelio que palpita en su corazón desde que se encontró con Jesús leyendo la vida de Cristo y de los santos. La consolación interior por tanto amor y misericordia de Dios con su familia, con el “santo pueblo fiel de Dios”. Por eso son hitos fundamentales del camino espiritual de Ignacio de Loyola los santuarios marianos de Aránzazu, Monserat, lugares donde el “santo pueblo fiel de Dios” vibra de gratitud, de fe, esperanza y solidaridad, por el amor hasta el extremo de Dios en el hijo de María de Nazaret.

Ignacio de Loyola resume en el Principio y Fundamento del texto de los Ejercicios Espirituales, su experiencia interior de peregrino:



[EE.23] Principio y Fundamento:

"El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar dellas, cuanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, cuanto para ello le impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados".

Para Peregrinar como Ignacio hay que ser libre

El testimonio del peregrino de Loyola nos demuestra que la peregrinación de la vida no es algo fácil, natural, sin encrucijadas. Los engaños del espíritu del mal, que trabaja para apartarnos del camino mejor, no solamente con los atajos de las seducciones groseras, sino también con engaños sutiles, razones aparentes, disfrazado bajo especie de bien, hacen el camino realmente difícil.

La peregrinación de Ignacio de Loyola es una verdadera batalla por vencerse a sí mismo y liberarse de las “redes y cadenas”, de los “afectos desordenados”, los apegos con los que el mal espíritu nos ata, nos aprisiona, para poder conocer el plan de amor del Padre Dios con él y seguir con libertad de corazón las huellas de su hijo Jesús. El libro de los Ejercicios Espirituales, en los que san Ignacio redacta algunas cosas que lo ayudaron en su experiencia espiritual y que propone a otros como ayuda, describen un decisivo combate espiritual para liberarse hasta de las raíces del mal y del pecado, y para conocer, elegir y ponerse en el camino del amor a Dios y a los hermanos con decisión deliberada, determinada.



Pero Ignacio de Loyola para convertirse en peregrino de Dios no se libera solo. El que lo libera, lo ilumina y le da fuerzas con su amor hasta el extremo es Jesucristo. Aquel que en la autobiografía confiesa que “hasta los 26 años fue hombre dado a las vanidades del mundo”, y que “principalmente se deleitaba en el ejercicio de las armas con grande y vano deseo de ganar honores”, frente a Jesucristo crucificado, avergonzado y confundido considera “como de Creador ha venido a hacerse hombre y de vida eterna a muerte temporal y así a morir por mis pecados”. Y se pregunta: “¿Y yo qué hice, qué hago, que debo hacer por Cristo?”.

San Ignacio, rogamos tu intercesión para que la misericordia de Dios nos ayude a librarnos de los afectos desordenados y a conocer el plan de amor de Dios, para ser peregrinos libres para amar y servir a Dios en los hermanos, tras las huellas de Jesús. Amén

 







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