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Palabras de despedida del Obispo

La Diócesis de Menorca despide a su obispo Salvador Giménez Valls
Mons. Salvador Giménez Valls tomará posesión de la Sede de Lleida el próximo 20 de septiembre


Por: Diócesis de Menorca | Fuente: bisbatdemenorca.com / conferenciaepiscopal.es



En la mañana del 12 de septiembre de 2015,  ha tenido lugar la celebración de la Santa Misa por el cincuenta aniversario de Cáritas diocesana de Menorca, y también la despedida por parte de la Diócesis al obispo Salvador Giménez Valls.

En julio del presente año, el Santo Padre nombró nuevo obispo de la diócesis de Lleida a Mons. Giménez Valls, obispo de Menorca desde 2009.

El obispo tomará posesión de la Sede de Lleida el próximo 20 de septiembre, en una ceremonia que se celebrará a las 17 horas en la Catedral de su nueva diócesis.

Breve biografía

Mons. Salvador Giménez Valls nació el 31 de mayo de 1948 en Muro de Alcoy, provincia de Alicante y archidiócesis de Valencia. En 1960 ingresó en el Seminario Metropolitano de Valencia para cursar los estudios eclesiásticos. Es Bachiller en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es licenciado en Filosofía y Letras, con especialización en Historia, por la Universidad de Valencia.



Fue ordenado sacerdote el 9 de junio de 1973 en Valencia, diócesis en la que desempeñó distintos cargos.

El 11 de mayo de 2005 se hacía público su nombramiento como obispo auxiliar de Valencia. Recibió la ordenación episcopal el 2 de julio del mismo año. Fue administrador diocesano de Menorca del 21 de septiembre de 2008 hasta el 21 de mayo de 2009, fecha en la que fue nombrado obispo de esta sede. Tomó posesión el 11 de julio del mismo año.

En la Conferencia Episcopal Española ha sido miembro de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis (2005-2014) y actualmente, y desde 2014, es miembro de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social.

Palabras de despedida del obispo Salvador a la Diócesis de Menorca:

«Es indudable la importancia del pastor para la comunidad cristiana. Nos lo dice el Señor en el evangelio y está muy definida su función en los documentos del Magisterio. Enseña, santifica y rige a sus hermanos. Está al servicio de la comunidad para, en nombre de Cristo y por su mandato, conducirla a la salvación definitiva.



Clara es la enseñanza de la función pastoral. Sin embargo cuando uno desciende a la práctica diaria y la circunscribe a su historia personal, queda empequeñecida, por temporal, la figura si se le compara con la permanencia de la propia comunidad que, alimentada por la Palabra y los Sacramentos, hace realidad la presencia del Señor a lo largo de la historia universal.

Nuestra iglesia diocesana tiene un largo recorrido en esta historia, como lo atestigua la carta del obispo Severo en el siglo V. Y ha andado con luces y sombras, entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, como dice san Agustín (citado en el n. 8 de LG del CVII), anunciando el evangelio hasta el día de hoy. Me sitúo dentro de esta larga cadena de generaciones que ha recibido y transmitido el mensaje del Señor.

Han sido seis años de obispo con y para vosotros, o siete si contamos el tiempo de Administrador Apostólico. Periodo relativamente corto si contemplamos la larga y rica vida de la diócesis. En estos momentos, cuando miro mi pasado reciente, me da la impresión de ser un ave de paso que se ha aprovechado del alimento y de la cosecha que otros han sembrado y cultivado y de la misma compañía de la comunidad diocesana, permanente referencia de la vida de fe, de esperanza y caridad.

En estos últimos días de mi estancia entre vosotros os quiero dar las gracias por haberme ayudado a cumplir con la misión que Cristo, el Buen Pastor, me encomendó y de la cual me pedirá cuentas al final de mi existencia. Os agradezco de verdad haber dado sentido a mi vida ministerial y conseguir que, en este pequeño balance vital, desborde más la felicidad en la vivencia cristiana que el desaliento por no cumplir adecuadamente con la fidelidad exigida al Señor y a su Iglesia.

Además de mi gratitud a los sacerdotes, diáconos, personas consagradas, seminaristas y laicos, quiero que conste mi petición de perdón a todos los que no he sabido atender, escuchar o acompañar por mi propia incapacidad, defectos o limitaciones.

Siempre estará la diócesis y Menorca en mis recuerdos y en mis oraciones. Os ruego que hagáis lo mismo respecto a esta persona creyente que, durante un tiempo, fue vuestro obispo.

Con seguridad, nuestra Patrona, la Virgen del Toro, me orientará y acompañará en este inicio pastoral por las tierras de Lleida».

+ Salvador Giménez Valls

Obispo electo de Lleida y Administrador Diocesano

 

 

 







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