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Un mensaje humano transforma. Mil campañas de marketing informan

¿Cómo promocionar nuestros espacios virtuales católicos?
La publicidad es importante, pero nunca puede colocarse como el objetivo de nuestras iniciativas evangelizadoras. Si lo único que nos importa es la visibilidad y la relevancia, sólo comunicaremos apariencias vacías.


Por: Nestor Mora Núñez |



La red es un instrumento maravilloso para difundir materiales y evangelizar de forma directa, pero también nos plantea una serie de desafíos que no son sencillos de resolver. El principal de ellos es la visibilidad. ¿Cómo conseguir que las personas lleguen hasta nuestra iniciativa evangelizadora, cuando ya existen miles de ellas en la red? El problema se podría resumir en un par de objetivos claros: visibilidad y relevancia.

  1. Visibilidad, que conlleva que nuestra iniciativa sea evidente y pueda llegar a quien lo necesita, de forma sencilla.
  2. Relevancia, que conlleva que aparte de visible, cumpla con la misión que hemos establecido.

Por ejemplo. Si hemos creado una cuenta twitter de ayuda a los cristianos perseguidos en un determinado país o región ¿Cómo conseguir que otras personas encuentren nuestra cuenta y que esta sea realmente de ayuda a los cristianos perseguidos? Las dos preguntas son del tipo “del millón”. Es decir, no se contestan en un post o en blog completo que trate del tema. Hay tantos factores a tener en cuenta que es imposible dar soluciones definitivas para ello. De todas formas hay una serie de consideraciones a tener en cuenta y algunos consejos que podemos aportar. Si nuestra iniciativa es diferente y además, sabemos que va a movilizar a muchas personas, no dudemos en iniciarla tras ofrecernos como herramientas dóciles a la Voluntad de Dios. Pero antes de nada, preguntémonos algunas cosas:

  • ¿Existe alguna iniciativa que ya cubre los objetivos que nos planteamos? Si ya existe… ¿Por qué no nos unimos a ella? La mayoría de las iniciativas evangelizadoras en las redes necesitan de personas comprometidas que les den vida. Crear iniciativas y estructuras que se solapen nunca suma y casi siempre resta. Resta porque creamos más ruido y dispersamos la atención de las personas interesadas.
  • ¿Qué talante o perfil queremos dar a la iniciativa? Es necesario contar con personas que apoyen la iniciativa de forma entusiasta. La unidad hace la fuerza y el mensaje positivo es el que más fácilmente se abre hueco entre los prejuicios.  Las iniciativas deben generar unidad positiva para que sigan adelante. Si las iniciativas evangelizadoras crean división, empezamos mal. Si la unidad que creamos se basa en aspectos negativos, tampoco empezamos bien. Un ejemplo, si creamos un espacio que parta de la premisa que sólo determinados cristianos merecen ser considerados como tales, cualquier cosa que realicemos creará disputas y discordias. Si evangelizamos pensando en recalcar aquellos aspectos de una doctrina, movimiento o realidad eclesial, tampoco iremos muy lejos. La iniciativa debe de entusiasmar y además, comunicar en positivo.
  • ¿Nuestro planteamiento es personalista o comunitario? Un pregunta es decisiva ¿Estaríamos felices de dejar la dirección de la iniciativa en otras manos en cualquier momento? Dios nos llama a liderar muchas iniciativas, pero esto no conlleva estancarnos dentro de una estructura humana. El objetivo nunca es ser los protagonistas. El líder debería de sentirse feliz y motivado si se le presenta la oportunidad de delegar o ceder su protagonismo a otra persona. No debería de considerar la iniciativa de su propiedad, porque entonces entramos en una dinámica peligrosamente postmoderna. Dios nos utiliza como medios para lanzar la semilla del Reino, no somos dueños de la tierra donde caigan ni de la propia semilla.

 

Tras estas consideraciones, comparto algunos consejos para hacer visible nuestra iniciativa:

  1. Busca espacios sociales donde aportar tu presencia y dones. Grupos de Facebook, comunidades de G+, listas de twitter, son espacios adecuados. Entra en ellos, aporta tu persona y cuando te sientas cómodo en ellos, comparte tu iniciativa con humildad y respeto. El Evangelio no es un producto de marketing que tengamos que “vender”. Es hacer presente a Cristo en la vida de otra persona. No podemos quedarnos en apariencias vacías, porque hundiremos nuestros esfuerzos antes de iniciarlos
  2. Lo que compartas debe tener siempre un mensaje positivo. Aunque lo que hagas conlleve alguna crítica o indicación de error a los demás, el mensaje principal siempre es que Cristo ha nacido entre nosotros y nos ha comunicado que todos tenemos sentido en Él. El Evangelio es positivo, es un don, es un regalo, que causa alegría, nunca miedo, temor o resentimiento. El centro de Cristo, nunca las personas (o sus errores) por muy relevantes que sean dentro o fuera de la Iglesia.
  3. Cuando publicites tu espacio o iniciativa, hazlo como persona. Publicitar nuestro trabajo de forma impersonal y automática, lleva a que muchas personas lo rechacen antes de leer nada. Por ejemplo, si nos pasamos por 200 grupos de Facebook copiando y pegando el enlace a nuestro espacio o iniciativa, sin un texto, consideración, explicación previa, seguramente no nos hagan el más mínimo caso.
  4. Procura responder y agradecer cuando cualquier persona que comente lo que has compartido. La relación entre seres humanos es el camino que hace posible que la semilla del Reino llegue. Si actuamos como robots, sólo atraeremos a robots y los robots no necesitan de evangelización alguna.
  5. Utiliza las redes sociales de forma completa y amplia. Busca formas de fidelizar a las personas desde la cercanía personas. Utilizar mailing o newsletters sólo es efectivo para portales inmensos, ya que menos del 1% de los envíos son tenidos en cuenta. El mejor “mailing” es compartir las necesidades personas y ayudar a quien lo necesita.

Espero que todas estas consideraciones les puedan ser de utilidad. Pueden contactar conmigo para cualquier duda en mi cuenta twitter: @NestorMN. Gracias









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