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Los monasterios medievales no oprimían a las mujeres
En la Edad Medía las monjas no estaban ni esclavas ni eran oprimidas como cuenta la leyenda negra


Por: n/a | Fuente: Religion en Libertad



La leyenda negra afirma que la Edad Medía fue un tiempo “oscuro” propiciado en gran parte por la Iglesia Católica. Pero la realidad es como señaló por ejemplo el historiador Rodney Stark, “una época de notable progreso e innovación” tanto en lo cultural como en lo económico. Las universidades se expandieron por doquier, las grandes obras de arte y también la vida monástica.

Mucho se ha dicho también de la mujer en la Edad Media, de su sumisión y del papel que le otorgaba la Iglesia. En este punto concreto cabe, por tanto, destacar el estudio que ha realizado Raquel Alonso, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo y miembro del proyecto Paisajes Espirituales, una investigación liderada por la Universidad de Barcelona.


Los mitos sobre la Edad Media
El estudio desmonta algunos de los tópicos más extendidos vinculados a la vida monástica de las religiosas en la época medieval. “La idea de que las muchachas en la Edad Media eran casi obligadas a vivir en un entorno opresivo es completamente falsa, al menos en lo que respecta a la vida en el interior de los monasterios femeninos más importantes”, asegura esta investigadora al diario El Mundo.

Para Raquel Alonso una de las conclusiones que ha sacado del estudio del monacato femenino es que “lo que se puede afirmar ya sin ninguna duda es que la clausura entonces era mucho más laxa que ahora”.

De este modo, la profesora de la Universidad de Oviedo añade que “las monjas, en los monasterios grandes y poderosos, que son los que hemos podido estudiar, salían habitualmente para visitar a su familia o viajar a la Corte para ver al Rey y confirmar donaciones u otra documentación”.

Este dato es para ella “extraordinariamente importante porque nos da una visión mucho más vital y mucho más vigorosa de la condición femenina en la Edad Media, que todavía tiene que despojarse de muchas creencias erróneas”.


"Tenían una independencia mayor de lo que suponíamos"
Raquel Alonso confiesa que empezó a interesarse por este asunto hace tiempo cuando realizó una monografía sobre el Monasterio de Cañas. Al hacerlo tuvo que estudiar el papel de la mujer. “Pensaba que tenían una clausura muy rigurosa, que estaban sometidas al sacerdocio…y me sorprendió ver que no era así. Las mujeres en la Edad Media tenían una capacidad de maniobra y una independencia mucho mayor de lo que podíamos suponer”, asegura.

Pone además como ejemplo que “las damas aristocráticas no respetaban la clausura y salían del convento para dirigirse al Rey y también entraban laicos a la zona de recogimiento”.


Juntos pero separados
Sobre este aspecto, la investigadora recuerda que no era raro que en la Edad Media en estos monasterios femeninos residieran mujeres no religiosas. “En ocasiones los laicos podían entrar dentro del recinto y visitar a sus familiares o participar en algunas ceremonias importantes”.

Otro de los aspectos que señala Raquel Alonso de la investigación en la que participa es que “era bastante común que el mismo monasterio acabara siendo compartido por comunidades mixtas de hombres y mujeres”. Estos monasterios dobles abundaban en esta época y según la profesora “aunque las comunidades femeninas y masculinas no vivían juntas, tampoco estaban necesariamente aisladas ni existía un cierre completamente estricto entre ellas. Participaban juntos en los coros, se encontraban en las procesiones y compartían muchos actos de la vida cotidiana”.


Esto se daba más en cistercienses y benedictinas
Raquel Alonso lo explica afirmando que “las monjas necesitan siempre una comunidad de hombres o, por lo menos, un personaje masculino que las atienda sacramental y espiritualmente. Por ejemplo, para celebrar la misa, sin ir más lejos. Este personal puede reducirse a uno o dos capellanes o en el caso de los monasterios más ricos –como Santa María de las Huelgas de Burgos, el Monasterio de Cañas de La Rioja- los colegios masculinos que atendían a las monjas eran tan numerosos que acababan conformándose como un monasterio doble”.

Eso sí, afirma que esta cierta “laxitud” de la clausura y los monasterios dúplices afectaba sobre todo a órdenes como las benedictinas y cistercienses y no tanto a otras más modernas como las dominicas o franciscanas.

 







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