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La correcta formación de la voluntad de las personas, el temple para vencer las adversidades, el control de las emociones, es el camino para ir madurando adecuadamente, esas son tareas de papá y mamá.

Educación: formar rostros sabios y corazones firmes
Un rostro que sabe hacer que las cosas se logren...y un corazón recto, un corazón respetuoso de Dios


Por: Eduardo del Valle Conde | Fuente: Catholic.net



Estamos viviendo tiempos de cambio de época, época en la que la escala de valores se ha invertido y en la que se ha expulsado de la vida cotidiana a Dios, época en que prevalecen los valores materiales sobre los valores espirituales y religiosos, época en la que se a endiosado al propio ser humano en una especie de signo de culto al cuerpo y a los placeres sensibles, época en la que el desboque de los instintos es como el distintivo de la misma, aparejado a lo anterior, estamos viviendo lo que el Papa emérito Benedicto XVI calificó como “la dictadura del relativismo” en la que ya no hay valores esenciales y humanos ciertos, es decir, cada quien puede determinar lo que mejor venga a sus intereses o a sus placeres y conveniencias, cualquiera puede determinar su propia verdad, época en la que la vida humana es despreciada y se asesina a las personas en diversas formas porque estorban: aborto, eutanasia, sin considerar su dignidad; para cerrar el círculo, vivimos, lo que yo llamo la “cultura” de los derechos y las libertades en la que se puede hacer lo que se quiera, con quien se quiera y en el momento que se quiera sin limitaciones de ninguna especie, el “coctel” anterior ha dado como resultante, entre otras situaciones graves, que el educar a las nuevas generaciones se ha vuelto muy difícil debido a que los padres de familia y los maestros no tienen referentes de valor ciertos que transmitir a los educandos.

 

En la sociedad se vive un profundo relativismo en relación a los valores éticos y morales, viviendo grandes sectores de la población con graves confusiones respecto de lo que es el bien y el mal, la inteligencia de las personas ha perdido la posibilidad de distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo para su desarrollo integral, en consecuencia, los niños y los adolescentes no reciben una educación adecuada entre otras situaciones porque los ejemplos de los mayores, los contenidos en los medios de comunicación y el ambiente social son contrarios a la ética, a la moral y a los valores  y virtudes que los padres de familia desean infundir en el alma de sus hijos .

 

Es evidente que la sociedad actual está formando generaciones de blandengues, personas débiles sin voluntad, hombres y mujeres faltos de carácter y de temple para enfrentar y superar las situaciones difíciles que se les presentan para rechazar y resistir, como personas cabales y dignas, todo aquello que se presenta ante sus sentidos de manera atractiva para vivir espirales de placer insano, envuelto con frecuencia, en el alcohol, el sexo y las drogas como algo deslumbrante para vivir “lo de hoy”.



 

Ante todo esto, vale la pena remontarnos siglos atrás para  conocer, quienes no lo sepan, (yo no lo sabía) como nuestros ancestros, concretamente en la cultura nahuatl, consideraban la acción educativa, cuáles eran sus ideales, que pretendían obtener de ella y cuál era el objetivo al educar a las personas.

 

En diversos trabajos de investigadores sobre el tema encontramos que, el maestro nahuatl buscaba lograr que los alumnos “tomen un rostro, lo desarrollen, lo conozcan lo hagan sabio y fuerte y firme su corazón”, podemos decir entonces que el rostro y el corazón de las personas son elementos fundamentales en la educación nahuatl. Fray Bernandino de Sahagún, escribió que “el supremo ideal del hombre maduro a alcanzar a través de  la acción educativa, era lograr un corazón firme como la piedra, resistente como el tronco de un árbol, dueño de un rostro sabio y un corazón  hábil y comprensivo”, “ser dueño de un rostro y un corazón”. “Un rostro que sabe hacer que las cosas se logren...y un corazón recto, un corazón respetuoso de Dios”. En resumen, el objetivo de la educación en la cultura nahuatl era formar “ROSTROS SABIOS Y CORAZONES FIRMES COMO LA ROCA”.

 



Algo de lo más importante del pensamiento náhuatl acerca de la educación es lo que se enseñaba a los niños y jóvenes nahuas, y cómo se llevaba a cabo la formación de su “rostro y corazón”. El Dr. Miguel León Portilla en su Códice Florentino, menciona toda una serie de prácticas que se inculcaban a los jóvenes como “ir a traer a cuestas la leña, barrer los patios, ira a buscar puntas de maguey”, etc., prácticas dirigidas a desarrollar en los educandos, niños y jóvenes, el sentido de la obligación y responsabilidad, aun en el cumplimiento de quehaceres que podían parecer de poca importancia, así se iba formando y dando fuerza a su voluntad.

 Mucho es lo que pudiera hablarse de la educación entre los nahuas, pero viene la reflexión, en la época actual por razones incomprensibles, tal vez por no enfrentar a los hijos, los padres de familia de las ciudades principalmente, difícilmente hacen cumplir las reglas no escritas de buen comportamiento y convivencia en el hogar, que muchas de ellas son virtudes en sí mismas, como el orden, la disciplina, la generosidad, el respeto, etc. no exigen a sus hijos que realicen en casa tareas de bienestar para todos los integrantes de la familia, ya no de “ir a traer a cuestas la leña”, pero sí de barrer los patios, lavar los trastes después de los alimentos o mantener en orden su recamara o por lo menos en orden sus útiles para la escuela y aún más, es común ver por las calles a la mamá que lleva a la escuela a su “hijito”, que está de su estatura o ya está más alto que ella, cargándole la mochila, todo se les da a los niños y a los adolescentes para que su voluntad se forme a su voluntad, a su capricho, a sus berrinches.

La correcta formación de la voluntad de las personas, el temple para vencer las adversidades, el control de las emociones, es el camino para ir madurando adecuadamente, esas son tareas de papá y mamá, como nuestros ancestros en la cultura nahuatl lo hacían, quienes no tenían estudios profundos de pedagogía o psicología, pero seguramente a través de la sabiduría que da el sentido común recto y el amor hacia sus hijos tenían muy claro que el objetivo de la educación, a través de sus distintas etapas es ir adquiriendo un “rostro sabio que sabe hacer que las cosas se logren y un corazón, un espíritu recto, un corazón respetuoso de Dios”, que gran y hermosa tarea de papa y mamá con nuestros hijos en su educación: formar ROSTROS SABIOS Y CORAZONES FIRMES.

 

 







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