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Santidad en tiempos de crisis

Una oración por Venezuela
La oración, el rosario y el amor incondicional por la tierra que nos vio nacer son parte fundamental de todo lo que nos une como pueblo y lo que nos mantiene firmes en las calles.


Por: Leonardo Bastidas Resta | Fuente: Catholic.net



En los últimos dos meses, Venezuela ha entrado en una fase de su historia de mucha tensión. El pueblo ha salido a la calle, después de 18 años, a exigir libertad, justicia y que se les respete su dignidad humana.

El gobierno dictatorial, hace caso omiso al clamor de un pueblo que pide a gritos una solución. La escasez de alimentos y la falta de medicinas es el pan nuestro de cada día. Desde hace un tiempo para acá,  la lucha también está en combatir una estrategia militar sistemática que busca enfrentar en armas a un pueblo que solo posee, su bandera y su rosario en el cuello.

Los medios de comunicación se mantienen al margen de la situación y no buscan contar la verdad. La incertidumbre y los rumores que hay en la opinión pública crean mucha angustia e intranquilidad en los ciudadanos. Sin embargo, las nuevas tecnologías diariamente salen a relucir para anunciar sus noticias más importantes: “Otro joven ha fallecido.”

Dolor, llanto, frustración e impotencia es lo que sentimos muchos venezolanos. No es de sorprender que la reacción inmediata a estos sentimientos, es el odio. Pero sentir, no es lo mismo que consentir. Hay una gran mayoría de ciudadanos que entiende y asume que si en su corazón reina el odio, el gobierno y cada una de las personas que hacen daño, logran su objetivo.

Lo difícil para los valientes es convertir esa frustración e impotencia en actos de amor. La verdadera valentía y el auténtico heroísmo definitivamente no está en el campo de batalla. La lucha es interior y viene un tiempo después, cuando llegas a casa para descansar luego de tanta represión y caes en la cuenta, que hoy, ese amigo, compañero y joven venezolano no podrá abrir de nuevo los ojos para mirar esa Venezuela por la que juntos luchamos.



Esa lágrima derramada por un compañero caído demuestra que el amor reina en el corazón desde donde brotó esa lágrima. Ese corazón dolido que solo pone su confianza en saber que más tarde que nunca el bien vencerá sobre el mal.

 Muchos venezolanos están seguros de que esto es una lucha entre el bien y el mal. Venezuela, simplemente es el campo de batalla. La oración, el rosario y el amor incondicional por la tierra que nos vio nacer son parte fundamental de todo lo que nos une como pueblo y lo que nos mantiene firmes en las calles.
 
Estoy convencido de que en estos tiempos de crisis que vive Venezuela, Dios quiere hacernos santos. Amar el sufrimiento y lo que nos está pasando, solo tiene sentido mirando a Jesús en la Cruz, porque es justo eso lo que nos llena a muchos de nosotros de fuerza y esperanza. Solo con la mirada puesta a los pies de la cruz somos capaces de hacer todo a su mayor gloria. Así, lo decía una santa: "Su mayor gloria a nuestra mayor costa."

 







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