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Reflexión del evangelio de la misa del Lunes 16 de octubre de 2017

Cantemos al Señor un canto nuevo
¿Qué es lo que pretende Jesús?


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |



Santa Eduviges
Santa Margarita María Alacoque
Romanos 1, 1-7: “Por medio de Jesucristo, Dios me concedió la gracia del apostolado, a fin de llevar a los pueblos paganos a la aceptación de la fe”
Salmo 97: “Cantemos al Señor un canto nuevo”
San Lucas 11, 29-32: “A la gente de este tiempo no se le dará otra señal que la del profeta Jonás”

 

¿No te ha pasado que en momentos de crisis y dificultad quisieras ver una señal clara de cuál es el camino que nos pide Dios que escojamos? Muchas veces quisiéramos tener una revelación o un sueño que nos iluminara nuestro sendero. Quisiéramos milagros y grandes proezas como en tiempos de Jesús. Pero es curioso que hoy precisamente Jesús se niegue a hacer estas señales para quienes quieren guiarse por ellas y solamente les ofrezca la señal del profeta Jonás. Comienza su justificación diciendo que es una generación perversa.

 

La maldad puede utilizar las señales para su propio provecho y sus intereses particulares. La señal que ofrece es la señal de Jonás profeta. ¿Qué es lo que pretende Jesús? Podemos indagar por dos caminos. El lamento de Jesús puede referirse a que sus oyentes no son capaces de iniciar el camino de la conversión y de una verdadera sabiduría. Así son inútiles todos los milagros si los hombres permanecen en su perversidad. Pero también podría referirse a que Jesús mismo es un signo, más mirándolo a la luz de la resurrección. No se trata de obligar a los hombres a seguir por la fuerza el camino del Señor, sino que Dios busca ganarse el amor de los hombres ofreciéndoles la prueba más grande del amor en el mismo Jesús. Jesús, muerto y resucitado, se convierte en la mejor señal para los hombres de todos los tiempos. En los momentos de crisis y de dudas tendremos siempre el recurso de mirar la vida de Jesús y no esperar milagros, pero sí su inspiración, su ejemplo y su acompañamiento.



 

La oración comprometida y la mirada serena a lo que hace Jesús nos abre grandes posibilidades en todos los momentos de la vida. Jesús se convierte en la señal preferida y no tenemos pretexto para continuar sumidos en nuestra incredulidad y en nuestra obstinación haciendo las obras perversas. El pueblo de Israel, que se sentía privilegiado y con derechos, muchas veces no fue capaz de descubrir este signo de Jesús. San Pablo en el inicio de la carta a los Romanos que leemos este día, nos manifiesta como los horizontes se abren para ofrecer la señal de Jesús a todos los pueblos y se convierte en el gozoso apóstol de los gentiles. ¿Cómo nosotros asumimos a Jesús como señal de nuestros tiempos? ¿Seguimos esperando otras señales?

 







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