Menu



Reflexión del evangelio de la misa del Martes 24 de Octubre de 2017

El buen pastor da la vida por sus ovejas
Jesús conoce a sus ovejas, Jesús nos conoce.


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |



San Rafael Guízar y Valencia

Isaías 61, 1-3: “El Señor me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres”.
Salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”.
San Juan 10, 11-16: “El buen pastor da la vida por sus ovejas”.


 
Al celebrar hoy a San Rafael Guízar, obispo y gran pastor, tenemos la oportunidad de contemplar a Jesús como pastor. El evangelio nos dice que Jesús conoce a sus ovejas, Jesús nos conoce. Conocer no es solamente saber dar datos de una persona. Conocer no es mirar los rasgos de un rostro, pues “caras vemos, corazones no sabemos”, y Jesús nos conoce a plenitud y nos acepta como somos. Jesús nos conoce en nuestro interior y, lo más importante, es que conociéndonos nos ama y así nos llama. Así dirige su voz a cada uno de nosotros.

Su voz es una voz amiga que tiene el acento familiar, directo, de quien sabe qué fibras tocar. No se deja engañar por nuestras expresiones y máscaras porque descubre las razones de nuestras alegrías, de nuestros complejos y de nuestros temores. Sabe descubrir nuestro lado positivo y lo mejor de nuestro corazón. Y al conocernos, su voz es vida para nosotros, tiene el acento que sabe despertar lo mejor de nosotros, nos lanza a la esperanza, nos levanta de nuestros fracasos, nos mantiene alertas en nuestras luchas. Jesús nos conoce y nos ama. Ésta será la gran fortaleza de nuestra vida. No podemos apoyarnos en ideologías o tradiciones, no pueden sostenernos costumbres ni mandatos, lo único que nos sostiene es saber que Cristo nos conoce y nos ama. ¿Cómo hemos experimentado este amor y este conocimiento de Jesús? El mundo nos ofrece sus voces que nos invitan a seguirlo, disfrazan su mentira para destruir la verdad, trastocan los valores para aturdir los deseos, camuflan las agresiones contra la vida como derechos de personas, nos presentan como deseables y agradables las “cosas de la tierra”, para hacernos olvidar las promesas de Jesús. Pero en este día Jesús nos presenta nuevamente su palabra y a una palabra dicha así con tanto amor, con tanta intimidad, no la podemos despreciar ni dejar que caiga en el vacío.

Hoy tenemos que seguir a Jesús. Tendremos que dejar a un lado los insoportables ruidos de una sociedad que se ahoga en el consumismo, para escuchar en silencio, con atención y cariño, la palabra de Jesús que nos promete una vida eterna y plena. Su palabra trae aires nuevos de esperanza, pero debemos escucharla.



 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |