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Reflexión del evangelio de la misa del Lunes 20 de Noviembre de 2017

¿Qué quieres que haga por ti?
Jesús no puede hacerse invisible quien está a la orilla del camino, ni puede reducir al silencio aquel grito de dolor


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |



 

Macabeos 1, 10-15. 41-43. 54-57. 62-64: “Muy grande fue la prueba que soportó Israel”
Salmo 118: “Ayúdame, Señor, a cumplir tus mandamientos”
San Lucas 18, 35-43: “¿Qué quieres que haga por ti?”


Es curioso pero a veces los ciegos son capaces de mirar con mayor claridad que los que tenemos dos ojos y percibimos una realidad con miopías, cataratas y cegueras que nos llevan a deformarla. “Al oír que pasaba Jesús”… todo mundo veía pasar a Jesús pero sólo un ciego alcanza a “ver” toda la realidad de este hombre que pasa y que puede obrar el milagro más grande para sus necesidades. Mientras todos solamente siguen a Jesús, él percibe que puede producir en él ese cambio esperado. No es fácil acercarse en medio de la multitud, dando tumbos y atropellando personas, pero utiliza los medios que tiene a su alcance y alza fuerte su voz manifestando su necesidad. Pero otros,  que sí ven, se atreven a atropellar y a exigir que se calle quien así manifiesta tanto su necesidad como su esperanza. Para Jesús no puede hacerse invisible quien está a la orilla del camino, ni puede reducir al silencio aquel grito de dolor. Se detiene y ordena que se lo presenten ante la sorpresa de todos. Y lanza la pregunta que siempre está a flor de labios para cada uno de nosotros: “¿Qué quieres que haga por ti?”

Y quizás aquí encontramos otro de los problemas. ¿Qué le queremos pedir a Jesús? Ya sé, tenemos una larga lista de peticiones y necesidades como las que expresamos casi sin meditar en las oraciones comunitarias, pero Jesús vuelve hacia nosotros y nos pregunta con insistencia qué es lo que nosotros queremos pedir que sea realmente importante. Para aquel ciego la respuesta es obvia: “Señor, que vea”. Pero ¿Para nosotros? Quizás también debería ser la misma petición. Señor que veamos lo que es realmente importante, que podamos descubrir a los hermanos que se han quedado a la orilla del camino, que veamos resplandecer la luz de tu amor que se derrama sobre nosotros, que descubramos el camino verdadero que nos lleva a ti, que podamos discernir lo verdaderamente importante de toda esa paja que se adhiere a nosotros y nos nubla la vista y la razón. Señor, que nuestro corazón pueda descubrirte en cada instante y en cada lugar por donde estas pasando. Elevemos hoy al Señor nuestra súplica, igual que aquel ciego, “Señor, que vea”.

 









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