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Una vez que nos encontramos con la Belleza ¿a dónde nos lleva?
Fomentar las Vocaciones desde la Familia.


Por: Mariot Arenas Ramos | Fuente: Catholic.Net



¿Cómo se debe ir preparando el terreno para el llamado de Dios a su vocación de un alma desde la infancia?, siguiendo en este camino, los miedos, obstáculos, caídas que pueden tenerse son muchos, y es algo que en el mundo actual difícilmente se prepara a los niños, abundan los pensamientos: “No deseo que sufra lo que yo sufrí, debe tener tableta, clases extraescolares al por mayor, etc.”, “ Mi hijo debe  encontrarse cómodo mientras yo espero una larga fila en el banco”, “Si tiene hambre, debo darle en cualquier momento, incluso  en misa para que se encuentre tranquilo y me deje escuchar”. Todo ello va sobre estimulando al niño y fermentando un “colchón” de la comodidad, que trae como consecuencia un ensordecimiento y debilidad en la voluntad.


El sobre estimular a los niños, es en ocasiones  dar en exceso cualquier factor físico externo, como tableta, celular o actividad que lo lleva a olvidarse de: las relaciones interpersonales, interacción con la naturaleza, la realidad, y lo más importante con su interior, aquel lugar sagrado donde Dios habla, pues estos aparatos producen enajenación, mas no llevan al niño a estar atento y trabajar virtudes como la templanza y la entrega a los demás. No pretendo decir que se deben eliminar todos los estímulos al niño, hablo de visualizar que la mejor interacción es de Padre-Hijo, no de Estimulo-Hijo, en ello debemos centrar nuestra atención, pues cuando llegue el momento de este niño que ya será Joven, la interacción será Dios-Hijo, y nosotros seremos meros espectadores de este encuentro con la Belleza y del caminar de nuestro hijo, hacia algo que no es un camino de flores precisamente, pero si un camino seguro a la Santidad ¡ Su Vocación! y es en ello que esta la segunda parte del “colchón” de la comodidad afecta en que todo se encuentra rápido y a la mano, por lo que cuando viene Dios a pedirnos esfuerzo por ese plan tan hermoso que vale la pena, pero es exigente no hay eco, pues el joven prefiere fabricarse un mundo en donde todo está a su servicio: “la tecnología me sirve”, “las personas me sirven” y no hay una salida del Joven al prójimo, esto también no es meramente de nuestros tiempos, aunque se ha acentuado, ya Cristo lo enmarco en el pasaje del Buen Samaritano, donde habla de las actitudes del Sacerdote y del Levita que pasaron de largo la necesidad del hombre herido, esto mismo sucede con aquello que nos mantiene en nuestra zona de confort o bien de estar muy centrados en nosotros mismos y no poner atención a la necesidad del prójimo.

 

Yo no tengo ningún familiar sacerdote, ni quise desde siempre, ni tampoco en la familia veíamos la posibilidad de ser sacerdote como algo normal. Para nada. Lo único que recuerdo, cuando era muy pequeño, es haber escuchado a una tía decir que mi abuela decía que tenía cara de obispo español, pero que a mí me gustaban demasiado las mujeres para ser sacerdote

(porque siempre bailaba con mis primas de chiquito en las fiestas de la familia).



Hay momentos en los que Dios te permite ver tu vida con una mayor claridad, y te das cuenta que nada es casualidad, sino que hasta los detalles más pequeños de tu vida forman parte de un plan divino que busca su gloria y tu felicidad, respetando siempre tu libertad y aumentándola. Es así. Dios nos guía a lo largo de toda nuestra vida, en cada momento y en miles de formas. Sin embargo, hay algunos momentos clave, esos puntos en el camino donde se toman las grandes decisiones. Yo puedo reconocer dos de ellos.

El primero fue en sexto grado. Estaba en Oaklawn Academy, un colegio internado llevado por los Legionarios en Estados Unidos, donde pasé un excelente año de mi vida. Nunca había pensado en serio en ser sacerdote.  Había una tiendita en el colegio donde vendían diferentes cosas, entre ellas algunos libros. Recuerdo que nos dijeron que leyéramos la vida de los santos, pero a mí me parecía algo muy aburrido. Sin embargo, como me encantaba el mar y vi un libro con la cara de san Pedro y una barca, pensé que ése lo podía leer, y lo compré.

Saliendo de la tiendita un amigo me quita el libro y me pregunta: “-a ver, ¿qué compraste?”. Y en seguida, “¡wow, no sabía que querías ser sacerdote!”. Y Yo: “¡¿Qué?!” …

•             Sí, no te tiene que dar pena, ¡eso es algo muy bueno!

•             Pero yo no quiero ser sacerdote, déjame ver ese libro



Cuando lo vi más de cerca, el libro se llamaba “Peter on the shore” y el subtítulo decía algo como “Cómo seguir tu vocación al sacerdocio”. Inmediatamente le digo:

•             Yo no quise comprar este libro, ¡esto fue un error!

•             Ya lo compraste, léelo

•             No, ¿estás loco?, a ver si me lavan el cerebro…

•             ¿Qué? ¿tienes miedo?

•             Es que yo no quería comprar ese libro, fue un error.

Después de un breve silencio se me queda viendo y me dice:

•             Dios también habla a través de los errores.

•             Puede ser, pero yo no lo voy a leer.

•             Entonces dámelo, yo lo leo.

 

Y se lo di. Esa noche, reflexionando en mi habitación, me pregunté: ¿Será que Dios me quiere llamar de verdad? E intenté preguntárselo, pero no funcionó, porque yo no estaba dispuesto. Me dije: no tiene sentido preguntarle esto a Dios si en verdad no estoy dispuesto a hacer lo que Él me pida, a Dios no lo puedes engañar. Entonces me di cuenta de que me tenía que sincerar conmigo mismo primero, antes de hacerle la pregunta a Dios. Hubo una pequeña pero intensa batalla de generosidad en mi interior, porque aun siendo un niño, sabía que ser sacerdote significaba renunciar a muchas cosas buenas y eso no era fácil. Pero finalmente venció la gracia y le dije:

“Ok, Dios, si Tú me llamaras a dártelo todo… yo… ¡te lo daría!”

Y en ese momento entró en mí una paz inexplicable, una paz tan profunda, que supe sin duda alguna que sólo podía venir de Dios. Fue como si Jesús hubiese pasado por la orilla del lago y me hubiese dicho: “¡Sígueme!” y yo, dejando todo, lo seguí, porque le dije a Dios: “Ok, yo te digo que sí, pero no tengo ni idea de cómo. ¡Esto lo tienes que organizar todo Tú!”

 

¿Quiéres saber  más de este hermoso testimonio? Es increíble cuando Dios llama… puedes seguir leyendo el testimonio vocacional del Padre aquí :  Andrés Orellana, LC

 

http://www.soylegionariodecristo.com/dios-es-fiel-testimonio-vocacional-del-p-andres-orellana-lc/

http://www.soylegionariodecristo.com/







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