A 51 años de la Populorum Progressio
Por: Hernán Bressi | Fuente: Catholic.net

- El legado del Papa de la Tempestad.
El 21 de junio de 1963, el Cardenal Montini es designado sucesor de Juan XXIII tomando el nombre de Pablo VI. El 30 de junio daba a conocer a todos el programa de su pontificado: su primer y principal esfuerzo se orientaba a la culminación y puesta en marcha del gran Concilio, convocado e inaugurado por su predecesor. Además de esto, el anuncio universal del Evangelio tanto que en su primer encíclica “programática”, Eclesiam Suam publicada en 1966 planteaba que eran tres los caminos por los que el Espíritu le impulsaba a conducir a la Iglesia, respondiendo a los "vientos de renovación" que desplegaban las amplias velas de la barca de Pedro:
1. Espiritual: se refiere a la conciencia que la Iglesia debe tener y fomentar de sí misma.
2. Moral: se refiere a la renovación ascética, práctica, canónica, que la Iglesia necesita para conformarse a la conciencia mencionada, para ser pura, santa, fuerte, auténtica
3. Apostólico: Conciencia, renovación, diálogo.
Puso especial énfasis en favor de la unidad de los cristianos y del diálogo con los no creyentes, la paz y solidaridad en el orden social —esta vez a escala mundial—, merecerían su especial preocupación pastoral.Fomento con insistencia la colaboración colegial de los obispos. Este impulso se concretaría de diversas formas, siendo las más significativas el proceso de consolidación de las Conferencias Episcopales Nacionales en toda la Iglesia, los diversos Sínodos locales y también los Sínodos internacionales trienales. Como pensaba que el Santo Padre no debía ser un monarca, un año después del Cónclave vendió la tiara renunciando a la triple corona papal (1. Padre de Reyes, 2. Gobernador del Mundo y 3. Vicario de Cristo). Desde entonces no se ha vuelto a usar.
La primer Encíclica social Populorum progressio y los documentos del CVII, Gaudium et spes, Gravissimum Educationis, Lumen gentium y Sacrosantum Conciliumfueron las fuentes directas para la pastoral montiniana siendo considerado como el Primer Papa en visitar los 5 continentes ganándose el apodo del Papa peregrino. En su magisterio social, se detecta claramente la mano del filósofo francés Jacques Maritain especialmente en cuestiones de vital importancia como es la propiedad privada que se expresan en los puntos 22 al 24 de la Populorum Progressio, las relaciones entre Iglesia y Estado y las temáticas abordadas en Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa. Sin embargo, además de la influencia de Maritain, en Populorum Pogressio queda patente los aportes del P. Lebret y del jesuita francés Pierre Bigo S.J., especialmente en torno al eje central de la encíclica que es el concepto de desarrollo integral de los pueblosdenunciando el desequilibrio existente entre países ricos y pobres, criticando al neocolonialismo y afirmando el derecho de todos los pueblos al bienestar, presentando una crítica al capitalismo y al colectivismo marxista, proponiendo la creación de un fondo mundial para ayudar a los países en vías de desarrollo. En Humanae Viate, se puede percibir la fuerte influencia del pensamiento antropológico de Karol Wojty?, futuro San Juan Pablo II, en su libro Amor y Responsabilidad publicado en 1960.
- El magisterio del progreso
El hambre es un flagelo que le concierne y afecta a todos los pueblos de la tierra en menor o mayor escala. Este problema debe enfrentarse en fraternidad con otros pueblos por su complejidad y fundados en los principios de justicia social, subsidiaridad, solidaridad y caridad nos dice la Populorum Progressio. Pero el hambre y la pobreza estructural no se puede hacer retroceder integralmente con meras ayudas económicas o financieras sino reformando la realidad de modo que todos los hombres puedan desarrollar una vida plenamente humana, emancipado de toda clase de servidumbre tanto material como espiritual. Los fondos mundiales contra el hambre, el dialogo entre los países, los programas internacionales de ayudas y lo sobrante de los países ricos que sirve a los países pobres tienden a minorar el problema del hambre pero no consiguen su real solución porque es un problema más profundo y hondo siendo un problema moral-teológico porque el hombre moderno le ha dado la espalda a Dios.
El liberalismo rige las relaciones económicas de los países. Los países desarrollados exportan los productos elaborados mientras que los países en vías de desarrollo venden las materias primas y productos agrícolas. Estos productos sufren grandes fluctuaciones debido a la ley de oferta y demanda internacional repercutiendo enorme su tejido social. Las leyes del mercado no se rigen por un cuadro de valores por lo que desemboca muy a menudo en una dictadura económica. La justicia social tiene que tutelar la libre concurrencia y establecer dentro del mercado y los convenios internacionales una cierta igualdad de oportunidades aceptando una igualdad real entre las partes en materia de negociación y discusión. Es preciso, que las relaciones comerciales se desenvuelvan en un marco jurídico dentro de límites morales influenciado por la ley eterna que lo hagan más justo y humano. Para eso habrá que romper los obstáculos del individualismo y el lucro desenfrenado en la búsqueda de un mundo más solidario asistido por la caridad social. La industrialización es el proceso por el cual el hombre alcanza el desarrollo económico mediante el uso de las riquezas, su inteligencia y su trabajo. El capitalismo es el sistema económico en el cual el principio primordial es lucro y considera a la propiedad privada de los medios de producción como un derecho absoluto sin límites. El capitalismo en el cual el hombre es instrumento de la economía es el generador del imperialismo internacional del dinero.
El trabajo es una bendición de Dios mediante el cual, el hombre se hace partícipe de la creación acabando de alguna manera la obra de perfección del Creador. El hombre se perfecciona y ejercita las virtudes a semejanza de su Creador. Pero el trabajo también puede representar ciertos peligros para el hombre. Porque tiene el peligro de deshumanizar al hombre, si este se deja llevar por los vicios que puede llegar a carrear como el afán desordenado del dinero, la ambición de poder, etc. El trabajo debe colaborar en la creación del mundo sobrenatural.Pablo VI avanza sobre lo esbozado por Mater et Magistra y Gadium et Spes apoyándose en el magisterio del P. Lebret afirmando que la elevación humana de los pueblos y sus habitantes imbuidos por la fe en la instauración del reino de Cristo en la tierra y no un poder temporal es el medio ambiente propicio para que el hombre alcance su desarrollo integral pleno. Pablo VI no reduce el desarrollo a la mera prosperidad económica sino que invita a los hombres a que orienten su vida hacia Dios. El desarrollo debe promover a todo el hombre y a todos los hombres. Los pensadores de reflexión profunda deben ser los garantes de este nuevo humanismo cristiano de corte maritainiano.
El mundo está enfermo y gobernado por aquellos pocos que acapararon la mayoría de los recursos pero la violencia no es una metodología aceptada por el Magisterio salvo en el caso de una tiranía evidente pero siempre respetando determinadas limitaciones morales. La existencia de un mal incuestionable muchas veces nos lleva a rastrarnos por nuestras pasiones para combatirlo. No debemos intentar sanear un mal real al precio de un mal mayor. La cura debe ser mejor que la enfermedad. La dignidad de los medios justifica el fin. Las reformas urgentes en todos los ámbitos y especialmente en el corazón de los hombres es el camino más seguro para reducir las brechas de injusticias existentes. Para eso debe existir una planificación adecuada y efectivo que tienda a la redignificación del hombre.
La creación de residencias, hogares, campus universitarios que acojan a los jóvenes provenientes de otros pueblos para protegerlos de la soledad, el sentimiento de abandono frente a lo nuevo y la angustiade encontrarse lejos de su hogar son elementos para evitar de esta manera que se destruya cualquier resorte moral. En fin, el deber de hospitalidad para que los jóvenes y marginados desechados por la actual cultura del descartepuedan adquirir la ciencia y la cultura y de esta manera puedan ser más aptos en el servicio de su patria intentando no perder el patrimonio espiritual propio. Los trabajadores emigrantes deben tener la misma acogida. Las empresas multinacionales o los países en desarrollo deben procurar tener un recto sentido social. La existencia de un recto y justo ordenamiento jurídico atendiendo la constitucionalidad de garantía de la propiedad privada, en los hechos y en el derecho permitiendo la libertad de contrato de la misma cuando los remita el rango constitucional sujeto a un supuesto e indefinido interés social. Los Estados tiene que ejercer una función de asignación de recursos y estimular la producción. La función de asignación se ejerce para facilitar el orden social. Los beneficios de la producción y del proceso de asignación que proveen los derechos de propiedad permiten en conjunto, expandir las posibilidades de producción, intercambio e industrialización de un país. Evitar el despilfarro y corrupción de fondos públicos provenientes de los impuestos de la gente para lograr una redistribución de ingresos más equitativa. Facilitar las oportunidades y estructuras para un justo intercambio, incrementando el nivel de bienestar y riqueza, flexibilizando el acceso al crédito a bajo interés para la producción y adquisición de la propiedad privada.Las relaciones entre jefes y subalternos tiene que regularse por el principio de justicia para lograr una mayor dignificación en el hombre, existiendo un amor desinteresado a la asistencia técnica para que las misiones de desarrollo no se transformen en gestiones de sometimiento. El dialogo sincero entre los pueblos es el generador de la fraternidad.
La oración conjuntamente con la instauración de un orden querido por Dios, una autoridad mundial eficaz y la salida del aislamiento de los países en vías de desarrollo son algunas soluciones prácticas al problema de los países menos afortunados que Pablo VI nos enseña en la Populorum Progressio y que todavía hoy a 50 años de su publicación el mundo no supo comprender y mucho menos hacer carne.



















