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El Corazón Inmaculado de María

¿Qué había en el corazón de María?
María conservaba en su corazón todas aquellas cosas


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | Fuente: Catholic.net



El Corazón Inmaculado de María

II Timoteo 4, 1-8: “Cumple tu trabajo de evangelizador.- Para mí ha llegado la hora del sacrificio y espero la corona merecida con que el Señor me premiará”

Salmo 70: “Mi boca, Señor, anunciará siempre tu salvación”

San Lucas 2, 41-51: “María conservaba en su corazón todas aquellas cosas”

 



¿Qué había en el corazón de María? Amor, me responden de inmediato. Sí, amor, pero con todas las situaciones que implica el amor: inseguridad, oscuridad, esperanza, ilusión. Mil cosas bellas, mil cosas oscuras las que ofrece el amor, cuando se vive el amor, cuando se vive de amor. El corazón de María recibió desconcertado el primer anuncio del más grande misterio. No alcanzaba a comprender ni Quién era El que pedía, ni qué era Lo que pedía, ni Quién El que quedó en el corazón.

Pero lo recibió todo con amor, con decisión, con perseverancia, con fe. Los caminos del Señor con frecuencia no son los de los hombres, y María tampoco comprendía cuáles eran los caminos del Señor, qué dejaba en su corazón cada visita, pero siempre amó. Amó cuando sintió en sus entrañas aquella sensación de vida que brotaba de su vientre y que rompía todas las expectativas humanas.

Amó cuando trémula y pequeñita tomó la carne del Verbo hecho hombre, hecho llanto, hecho dolor, y la acogió en su corazón. Amó cuando Jesús se iba por otros caminos y ella quedaba en la duda y en la incomprensión, cuando lo encuentra en medio de los doctores, cuando va creciendo, lento y en esperanza, como todo adolescente, abriéndose camino en la vida. Lo amó cuando lo vio partir de casa, aventurarse en su loca aventura de predicar una Buena Nueva, cuando sus palabras le hacían llenarse de alegría, de confusión, de esperanza y de dudas. Lo amó cuando todos sus amigos lo abandonaron en la soledad de la cruz y su amor se tornó caricia, compañía, silencio acogedor.

Lo amó cuando le dejó en herencia a todos los hombres y su amor se multiplicó en cada rostro, en cada sonrisa, en cada pecado, porque los amó a todos. Amó en la esplendorosa resurrección que la hizo llenarse de gloria y de vida, y en la inexplicable explosión de vida con la llegada del Espíritu.

Hoy celebramos el Corazón de María, un corazón que amó a Jesús, que escuchó al Padre, que se hizo Santuario del Espíritu y que nos ama a cada uno de nosotros.



 

 

 







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