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Entrevista Fr. Manuel Uña Fernández, O.P.

Parte II. Una vida entre dos luces
Mi vida en Cuba, en esta patria querida, ha sido una vida entre dos luces.


Por: Sor Indira González Shoda, S. de M. | Fuente: Catholic.net



4. ¿Cómo puede definir su vida?

Mi vida en Cuba, en esta patria querida, ha sido una vida entre dos luces. Una luz es la comunidad de Letrán, donde he vivido, y la otra luz son las personas con las que me he encontrado. Vivir y encontrar articulan una misma historia, vivimos para encontrar y encontramos viviendo.  Venir a Cuba ha sido un regalo de Dios, que se confirmó especialmente hace nueve años cuando pude celebrar mis 50 años como sacerdote con la comunidad de San Juan de Letrán y me encontré con el templo lleno de personas creyentes, y de otros que dicen no creer pero que son creíbles. En ese momento pude percibir que este pueblo, al que tanto quiero y que he acompañado, celebraba conmigo la fidelidad a mi ministerio, lo que ha sido una inconmensurable muestra del cariño de los cubanos. Nunca pensé lo que Cuba me iba a regalar a mí.


5.-En ocasiones la vida religiosa tiene el peligro de diluir su carisma y misión específica.

En Cuba los dominicos han apostado para adaptar la realidad al carisma y no al revés, como bien nos lo demuestra el Centro Fray Bartolomé de las Casas. Háblenos sobre cómo surge este proyecto.

“El carisma no es una reliquia para guardar en el relicario”. Este criterio nos hace conscientes de la necesidad de comprender cuáles son los nuevos caminos de inculturación del carisma; no como reproducción del pasado sino como enraizamiento pleno en el origen, que ha de adaptarse a las condiciones del momento que vivimos y que sirve para “sazonar” y dar sabor a lo que hacemos…



La Orden de Predicadores a la que pertenezco tiene una razón de ser en este mundo: “El anuncio de la Buena Nueva a todos los hombres”. Los frailes en Cuba han tenido este ideal muy claro desde su llegada a la Isla con el descubrimiento de América y lo que intentamos hacer hoy es mantenernos fieles a ese ideal dominicano allí donde nos encontremos. El Centro y el Aula Fray Bartolomé de las Casas responden a nuestro ideal dominicano ajustado a las condiciones actuales de la sociedad y a los nuevos modos de servir en la promoción de la persona humana. Creemos que la verdad “dígala quien la diga y venga de donde venga procede del Espíritu Santo”.

Vivir en el propio tiempo nos obliga a un verdadero diálogo con el hombre. Fray Bartolomé de las Casas, hablando de la primera comunidad dominicana de La Española, ha dejado escrito que aquellos frailes: viendo, mirando y considerando decidieron asumir el compromiso de atreverse a predicar el sermón… Un atrevimiento fue apostar por el hombre y la mujer de nuestro hoy. Apostamos por el pueblo, por la vida, porque “abrir caminos de vida es más importante que condenar caminos de muerte”. El Centro y el Aula Fr. Bartolomé de las Casas fue un sueño hecho realidad. Los frailes dominicos de La Habana tuvimos un sueño en uno de nuestros encuentros comunitarios que celebrábamos cada martes por la mañana. Inolvidable fue aquel de febrero del año 1994 en que, como cualquier martes, nos encontramos para orar, reflexionar, preguntar y preguntarnos. Eso es lo que hace una comunidad que se llame dominicana.

Letrán ha sido una comunidad en camino, que ha ido descubriendo la “riqueza de la pobreza del no saber” y sentirse forzada a preguntar. Aquella mañana casi primaveral la comunidad reflexionaba sobre lo que era y lo que hacía en esa hora que vivía Cuba y de repente surgió la primera pregunta, la gran interrogante de la reunión: “¿Lo que hacemos responde a lo que somos?, ¿Podemos hacer algo que no hacemos aunque esto implique tener que dejar algo de lo que estamos haciendo?...”. Aquí nos quedamos aquella mañana. Sentimos la necesidad de orar, discernir y tomar alguna decisión. Fue así como nació la necesidad de crear un espacio de encuentro, reflexión y reconciliación: el Aula Fray Bartolomé de las Casas.

Pasados unos días decidimos compartirlo con nuestro Arzobispo, Mons. Jaime Ortega, que nos alentó desde el principio, y con Mons. Beniamino Estella, nuncio apostólico en Cuba, para finalmente tomar la decisión de abrir el Aula. De nuevo nos volvimos a preguntar: “¿Para quienes?”, y la respuesta brotó por unánime aclamación: “para todos”, puesto que Jesús de Nazaret no excluyó a nadie. Los hermanos me pidieron entonces que coordinase el proyecto que estaba naciendo y yo, que llevaba solo unos meses en Cuba y no conocía la realidad cubana, me he encontrado en el camino con personas lúcidas y fieles que me orientaron sobre cuál debía ser la filosofía propia de nuestro sueño para recrear y no repetir.

Así nació el Aula Fray Bartolomé de las Casas y el 30 de marzo Mons. Stella dictaba la primera conferencia: “En el Adviento de Tercer Milenio”.



Después de la visita de Juan Pablo II, en la que proclamó “que el mundo se abra a Cuba y que Cuba se abra al mundo”, nos volvimos a preguntar en comunidad: “¿Podemos ofrecer algo más?”. Nos quedaban los sótanos del convento, cerrados desde su fundación en el año 1916, sin luz y sin vida…y la comunidad tuvo el coraje de abrirlos a la luz. Era septiembre del año 1998.

El Centro y el Aula son una plataforma de formación y cultura, pero sobre todo de diálogo con el mundo universitario y con toda persona que ame y busque la verdad. De esta manera, los dominicos en Cuba intentamos ejercer el servicio de acompañar al pueblo desde un ministerio de verdad, es decir, acompañamos las necesidades que tiene nuestro pueblo de un crecimiento intelectual, de poder responder a las preguntas que nos hacen los tiempos nuevos, tratamos de crear espacios de admisión y diálogo con los que piensan diferente tanto política, religiosa, como socialmente. Apostamos por un horizonte nuevo que abra espacios para una sociedad mejor que incluya a todos y en donde todos puedan ser partícipes y creadores de su propio destino. Recuerdo a San Agustín “el hombre sin Dios no puede; pero Dios sin el hombre no obra”. La obra humana, el querer hacer y el hacerlo bien, supone ejercitarse en la sabiduría de estas cuatro máximas que en nuestra lengua inician con la misma consonante: “Providencia, Prudencia, Paciencia y Presencia (cercanía)”. En ellas está la clave para el camino.

 

6.- ¿En qué consiste el microclima de Letrán?

El año 2012, en Puebla de los Ángeles (México), unos jóvenes con el Síndrome de Down me hicieron un regalo muy original: un cuadro con diversos colores titulado “El cuadrado perfecto”, donde la suma de las diferencias hacen un todo. Desde entonces lo tengo en mi despacho, y pienso que eso es Letrán. Cuando nos referimos al microclima de Letrán estamos hablando de la convergencia de cuatro espacios de predicación, distintos entre sí pero complementarios en sus objetivos. Por una parte el Aula de conferencias, por otra el Centro de Estudios, la biblioteca-fonoteca Santo Tomás de Aquino y por último el convento y el templo. En efecto, esto hace que Letrán genere un microclima propio. La armonía de nuestros claustros combina diálogo y estudio, reflexión y oración. Su microclima particular ofrece una acogida respetuosa y cálida, cercanía y exigencia a la hora de aprender, contrastes de criterios y puntos de vistas distintos. Su filosofía consiste en la promoción de la persona humana a través de la formación en valores.
En Letrán no hay llegada tarde, esto también permite un clima de respeto entre todos, que se genera en la pasión por el estudio y la búsqueda de la verdad, el deseo de saber y la génesis de un pensamiento auténtico, propio de la identidad cubana. Letrán se ha convertido, como diría en su momento Mons. Carlos Manuel de Céspedes, en la Casa Cuba, un sitio que abre sus puertas a todos los cubanos de buena voluntad, un ecosistema, una polifonía de voces que canta a la esperanza creando caminos, tendiendo puentes, mirando con luz larga un porvenir mejor para la nación y con luz corta para descubrir la riqueza de lo nuevo que está brotando. Es esta manera de pensar lo que Letrán ha convertido en un punto de referencia dentro y fuera de la Isla.
Es una alegría para mí, después de todos estos años (estamos celebrando los veinte de su fundación), ver un proyecto continuar su camino, un proyecto en que el rector es un fraile cubano y cubanos son el personal que está metido de lleno. Mi vida es pasada, el futuro no me pertenece, es de los jóvenes, que con ilusión inician otro momento, ni mejor ni peor, solo diferente. Hemos hecho lo que teníamos que hacer y hemos sido instrumento de Dios, pero este es otro tiempo y hay que fundirse en él.

En estos momentos el Centro tiene alumnos matriculados en los distintos cursos que se ofrecen: desde idiomas, Diseño gráfico, Marketing publicitario, Microsoft office 2010, Photoshop y Flash cs5 hasta Diplomados de Filosofía, Teología, Humanismo y Sociedad. También trabajamos en el proyecto de Formación Integral de Adolescentes (FIA). Creo que en Cuba hay mucho que trabajar, pero recuerdo en esto a Martí: "cuando hay mucho que hacer, hay que cuidarse de no hacer mucho".

7.- Los que le conocemos podemos definirlo como dominico fiel, feliz y fecundo. ¿Cuáles caminos debe recorrer la vida religiosa de hoy para de verdad ser significativa, fiel, feliz y fecunda? ¿En qué aspectos poner los énfasis para madurar como personas humanas y consagradas?

La vida religiosa en Cuba es una semilla que está diseminada por todas los rincones de la Isla, muchas y muy variadas son las congregaciones que han venido a realizar su labor evangelizadora y misionera, es interesante que en pueblos muy alejados de las grandes ciudades se encuentran religiosas prestando un servicio significativo, lo cual nos hace ver que los religiosos en Cuba han hecho una opción por estar en las periferias como nos pide el Papa Francisco. Pienso que es importante que nos situemos en esta perspectiva.
La vida religiosa en Cuba está llamada a hacer un camino de evangelización y acompañamiento al pueblo, esto supone aterrizar, observar y escuchar mucho el sentir, el ser y el hacer de los cubanos, para luego intentar presentar el Evangelio de tal manera que pueda ser acogido. Insisto en que se requiere tiempo y mucha capacidad de escucha, es imposible hacer las cosas con prisas. Se necesita cercanía, paciencia, tolerancia, diálogo, reflexión y todo esto supone un proceso que nos ayude a discernir qué es lo mejor que podemos ofrecer a nuestro pueblo.

Se da entonces una triple fidelidad: la fidelidad a Jesucristo, profesada en la vivencia de los votos religiosos, la fidelidad al carisma de la institución y la fidelidad al pueblo donde vivimos. Ser fiel a este llamado es un camino de coherencia. Las personas en Cuba valoran a los consagrados y el llamado consiste a que seamos testigos del Evangelio.

“Por su fruto los conoceréis”. Los frutos de los consagrados en Cuba irán en proporción con el testimonio creíble que demos los religiosos y la Iglesia toda. Creo que un poema de Dulce María Loynaz puede expresar mi sentir como religioso dominico en Cuba: “Solo clavándose en la sombra, chupando gota a gota el jugo vivo de la sombra, se logra hacer para arriba, obra noble y perdurable. Grato es el aire, grata la luz; pero no se puede ser todo flor…, y el que no ponga el alma de raíz se seca”.

En Cuba hay que poner el alma de raíz, pero con una raíz profunda, convencido de que la obra es de Dios y que a su tiempo dará sus frutos.

 

A la fecundidad le antecede un camino de preparación, es el camino donde el religioso lo da todo y se olvida de sí mismo porque su razón de ser son los demás, es el camino donde te haces uno con los demás y entonces comienzas a conocer y descubrir a las personas. Quienes son extranjeros como yo saben perfectamente el valor que tiene hallar personas en un país distinto al de uno. El encuentro con el diferente en tierra extranjera nos ayuda a descubrir las riquezas, culturas y tradiciones de una sociedad. Aquel que es distinto de mí me enriquece con su luz, porque me invita a formar parte de su identidad, de su espacio.

Yo, cuando pienso en San Juan de Letrán, siento acudir a mi memoria uno de los versos de Eliseo Diego, que con sintética expresión de criolla fineza me sirve para referir este sitio del Vedado como aquel en  que, ciertamente, tan bien se está. En el que tan bien he estado y sigo estando, y en el que tan bien se sienten y tan bien están los estudiantes y profesores del Centro Fray “Bartolomé de las Casas”.

 

 







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